capítulo 33

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La cafetería era bonita, así que no solo nos quedamos apreciando, unos segundos después, entramos. No iba a mentir, ver a más gente Japonesa me hacía poner lo pelos de punta. Había estudiado algunas cosas sobre el japonés, y aún se me complicaban ciertas cosas. Reunirse con gente del exterior era muy diferente a reunirse con gente del internado, era aún más difícil. Ya estaba empezando a ponerme un poco nervioso, pero sentí una mano apoyándose en mi hombro. Giré mi rostro, y efectivamente no era alguien más que Fyodor siendo amigable.

Entendió por completo mi situación, y empezó a ayudarme con ello. - No te preocupes por el idioma - ¡Ese maldito Ruso suyo! Empezaré a odiar mi propio idioma por hacer sonar tan sexy la voz de Fyodor.

Salí de mi mundo de ensoñación y regresé a la realidad. Traté de acomodar mi expresión a mi expresión burlona habitual, y lo conseguí rápidamente. - Está bien, quizás esto me sirva de práctica -

¡Práctica mi culo! Me sentía como esos chicos con ansiedad social que odiaban estar tanto tiempo afuera. Yo no tenía la ansiedad, pero si quería regresar al internado y esconderme debajo de la cama.

Aún con la mente viajando a mil lugares al mismo tiempo, mi cuerpo seguía en automático, así que, sin darme cuenta ya estábamos sentados en una de las mesas situadas en el fondo.

Mientras Fyodor hablaba con la mesera, moví mi vista por todo el lugar. Ciertamente no era lujosa, pero era acogedora. Era ese tipo de sentimiento. Otra cosa que agregar era que el lugar tenía una temática Rusa muy precisa a decir verdad aunque todo su personal era Japonés y probablemente eramos los únicos dos rusos en el lugar.

Fyodor estaba llamándome. Podía escuchar su voz llamando mi nombre. Me di cuenta luego de que era su mano paseándose por mi rostro. ¡Lo siento, estaba tan concentrado con mi alrededor, que literalmente olvidé la existencia de Fyodor!

Fyodor preguntó amable y con esa pequeña sonrisa que hacía mi corazón quemarse por lo cálido que era - ¿Qué vas a pedir? - Extendió el menú hacia mí.

No era un apasionado por los dulces, pues ya había tenido una mala experiencia con las caries cuando era un niño, pero ya que Fyodor lo proponía, ¿se me permitía negarme?

Miré el menú de un sólo vistazo. Habían cosas que en realidad no me gustaban, pero habían otras que habían sido mi obsesión en la infancia. Finalmente me decidí por mi favorito. - Medovik - Fui directo con la orden. La mesera sonrió y se fue luego de anotar un par de cosas más.

La mesa se quedó en silencio por unos segundos, pero rápidamente Fyodor sacó un tema de conversación. - ¿Qué tal si me cuentas sobre tu vida antes de venir a Yokohama? -

Tuve un pequeño flashback con el primer encuentro que tuve con Fyodor. ¡Había sido en ese lugar en el que debíamos confesarnos! También recordé que mi primera impresión fue que Fyodor era una persona que lucía anémico por naturaleza. Con este pensamiento en mente, fue inevitable mantener la compostura, así que me reí un poco y luego respondí con un poco más de seriedad. - ¿Qué es lo que quieres saber exactamente? Mi vida no fue tan divertida -

- ¿Ibas a la escuela, no? ¿Cómo eras de estudiante? -

Oh, ¿luzco tan vándalo que incluso parece que no recibí estudio? Ah, que cruel es el punto de vista de un sacerdote.

- Por supuesto que fui, aunque realmente no tomaba atención a las clases y me saltaba gran parte de ellas. La mayoría de profesores me odiaba y se alegraban cada que faltaba a sus aburridas clases -

- ¿Qué hay de tus amigos? -

¿Por qué sería interesante hablar sobre mis amigos? - No tenía. Los chicos se juntaban comigo sólo para pedirme droga y cosas así -

Dark ReligionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora