Capítulo 30

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Habían pasado exactamente solo tres días desde el hallazgo de la carta del hermano de Mikhail y que este mismo colapsara por el impacto de la noticia. Pese que a Mikhail cargaba consigo mismo tanto problemas mentales como problemas de salud, era alguien muy resiliente, y a diferencia de lo que yo había pensado, estaba más calmado a diferencia de esa noche. En la mañana que había salido finalmente de la enfermería, vi en el un semblante totalmente distinto al que imaginé. Había llorado, sí, lo había hecho, pero él mismo dijo que lloraría más cuando descubra la verdad de su hermano, la verdadera historia, y que por el momento se esforzaría en ello, dejando el luto para luego. Me sorprendió bastante aquella determinación en sus palabras, y decidí que lo apoyaría sin importar las dificultades que se nos impusieran el camino.

Ahora mismo, ambos nos encontrábamos parados nuevamente en medio del patio. Eran las dos de la tarde, y por alguna razón, las monjas del lugar, y aquella que habíamos llenado de pintura ese día, nos citaron nuevamente. Según lo que escuchamos a nuestro alrededor, hoy nos darían otro comunicado, aunque también se decía que nos obligarían a hacer algo.

Mikhail a mi costado, se quejaba de la calor que hacía hoy, y de vez en cuando agitaba su mano delante de su rostro en un vago intento de proporcionarse aire en medio de este infierno caluroso. Por mi parte, aunque no estaba acostumbrado a la calor, podía tolerarlo bastante.

Finalmente, después de tantos murmullos incesables, una de las monjas, habló. - Queridos hermanos, antes de contarles la razón por la cual los hemos reunido nuevamente, debemos agradecer un día más de vida que nuestro padre celestial nos otorga con la infinita bondad que lo caracteriza -

Esta era la parte favorita de Mikhail, y no porque fuera un apasionado a rezar, si no que, normalmente, en las oraciones hacían cerrar los ojos a todos. Casi la mayoría aprovechaba para dormir y fingir que en serio estaban rezando, y Mikhail era uno de ellos.

Después de una larga oración a la cual no presté nada de atención, todos abrieron nuevamente los ojos, algunos incluso chasquearon la lengua. La monja que anteriormente había hablado, volvió a seguir con su comunicado. - Ahora que ya hemos agradecido, quería contarles por qué estamos reunidos. Como algunos ya deben saber, cada año realizamos una presentación teatral para conmemorar grandes acontecimientos que la biblia nos narra, y este año no será la excepción. Por eso, de todo corazón, las pedimos que participen entusiastamente. Pueden organizarse entre amigos y escoger la escena o momento que quieren recrear. Tienen toda la libertad de escoger -

Mientras la mujer hablaba e indicaba ciertos puntos importantes, mi atención estaba dirigida por completo en Fyodor, que había aparecido repentinamente y se había posicionado al lado derecho de una de las chicas. Se veía cansado, o quizás su apariencia ya era así por naturaleza. Él notó mi mirada en él, y sonrió a medias mientras acomodaba su cabello detrás de su oreja. Tuve que fingir demencia y desviar mi mirada a cualquier lado menos a la encantadora sonrisa de el ruso.

Desde que Fyodor me había entregado en silencio la llave de la habitación en la que posteriormente encontraría la carta, no habíamos vuelto a tener contacto para nada. No era porque lo estuviera evitando... o puede que sí. Estaba demasiado confundido, y ahora mismo actuaba como un gato miedoso que huye cada que ve agua.

Después de la reunión, Mikhail y yo caminamos por todo el lugar, completamente aburridos. No había nada interesante, o eso hasta que recordé algo que ambos habíamos ignorado u olvidado por completo. - Mikhail, vamos por nuestros celulares -

El pelinegro lo recordó también. Esa había sido la primera razón por la que nos separamos en aquella ocasión, pero después de tantas cosas, en lo que menos pensamos fue en aquellos aparatos tecnológicos.

- Los había olvidado por completo. Vamos a verlos. Los dejé en la habitación -

Sin decir más, casi corrimos hasta la habitación. En el camino me choqué un par de veces con algunas personas, pero estaba más entusiasmado con la idea de volver a mirar mi celular, que no presté atención a los insultos que algunos me dijeron. Al llegar a la habitación, Mikhail buscó los celulares, y finalmente los encontró luego de una búsqueda de menos de treinta segundos. Parecía que por un instante había olvidado en que lugar los había escondido. Él me entregó mi celular.

Me sentí nuevamente vivo.

Acepto que antes no apreciaba mi celular y casi siempre lo dejaba ignorado. Prefería buscar la emoción en las calles, y no en alguna red social extraña llena de gente extraña. Las únicas veces que usaba el celular, era para responder llamadas o escuchar música.

Mikhail también estaba emocionado con la idea de tener nuevamente su celular en las manos. No había pasado mucho tiempo realmente, probablemente habían sido solo cinco o seis semanas desde que habíamos ingresado al reformatorio. No lo recordaba con precisión.

Deslicé el dedo en la pantalla, accediendo directamente a la pantalla principal, en donde automáticamente ingresé a la cámara del celular y me acerqué hasta Mikhail. Con el celular en las manos, comenté alegre. - Me puse a pensar, y recordé que nunca nos hemos tomado una foto juntos - Sin esperar una respuesta, tomé por los hombros a Mikhail con una de mis manos y extendí el celular a una distancia prudente de nuestros rostros. Mikhail supuso qué era lo que yo quería hacer, así que sonrió e hizo el símbolo de la paz con su mano cerca de su mejilla. Luego sólo presioné el botón y la foto fue tomada. Solté a Mikhail y revisé la foto.

Viendo la foto con más atención, sólo podía decir que ambos nos veíamos geniales. La belleza natural de Mikhail me sorprendió un poco. Sólo pensé "Kenji debe tener mucha suerte"

- Nikolai, recordé algo que debía haberte dicho ayer - Habló Mikhail preocupado y sorprendido a la vez. No sabía a qué se refería exactamente, pero Mikhail palmeó su propia frente como reproche a si mismo y luego continuó. - Hace dos días, antes de que saliera de la enfermería, exactamente en la tarde, a mi habitación llegó Fyodor. Él me dijo que te dijera que quería hablar contigo sobre algo, lo cual debí haberte dicho ayer, pero lo olvidé. De todas formas, Fyodor es un poco imprudente al haberme encargado esto cuando acababa de despertarme de los sedantes. ¡No es mi culpa haberlo olvidado! -

Maldita sea. ¿Entonces no fue mi imaginación a ver visto a Fyodor un poco inquieto ayer? ¿Qué quería decirme?

¿Debía irlo a buscar?

Dark ReligionWhere stories live. Discover now