Capítulo 35. La Alianza. Parte 2: Un Nuevo Mundo... Roto

1.9K 83 331
                                    

—¿De verdad te has leído todo eso?

La voz de Rick me hace despegar la mirada del libro y levantar la cabeza en su dirección, entrecerrando un ojo cuando la luz del sol me da de lleno en la cara.

Sentado en la enfermería del campamento, sonrío y asiento algo avergonzado cuando le veo señalar el grosor del libro apoyado sobre la mesa, del que estoy tomando notas en un cuaderno a mi izquierda.

—He de hacerlo si quiero aprender los problemas y enfermedades cardiovasculares —respondo con obviedad volviendo la vista al libro—. Alguien tiene que nutrir la sed de conocimiento de la pequeña Frankenstein.

Rick se carcajea con una sonrisa descansada, fruto de estos dos días de calma en nuestra casa de Oceanside, y se sienta en la silla frente a mí mientras deja el walkie de su cinturón sobre la mesa. Pues es su turno de vigilancia en mi condena, relevando a Rosita que se acababa de marchar.

—No finjas que no te apasiona —dice cruzando sus manos sobre su regazo mientras estira las piernas.

El rubor comienza a cubrir mis mejillas y carraspeo, deseando que desaparezca de ellas y no me deje en una evidente vergüenza.

—No lo hago —admito algo soberbio.

Siento como sus pupilas se clavan en mí, y ese hecho me obliga a levantar la vista. Su mirada me observa con un destello de fascinación y orgullo.

—¿Qué?

Este niega y sonríe, apartando la vista unos segundos, como si se perdiera en sus propias cavilaciones mentales. Da un vistazo a la gente que deambula por el campamento haciendo sus quehaceres y después vuelve a mí.

—Tan solo pensaba en el Áyax de la prisión —confiesa, rascando su espesa barba—. Ese chico que no sabía leer y que Hershel le enseñó. Estaría muy orgulloso de ti.

Carraspeo de nuevo cuando el sonrojo se acrecienta y maldigo por ello. Muerdo el interior de mi mejilla y froto mi nuca con el extremo opuesto del lápiz que sostengo.

—Supongo que sí —balbuceo, recordando al padre de Maggie.

A veces se echa en falta su cordura y sabiduría, pero creo que hay un poco de él en todos nosotros.

Ojalá pudiera haber visto crecer a su nieto.

—Y también pensaba en que ese Áyax se reiría mucho del que eres ahora.

Esa frase me arranca de mis pensamientos y hace que me carcajee con ganas, con él uniéndose a mis risas.

—Ese Áyax era un niño enfadado con todos y con el mundo —aclaro—. No había que tener demasiado en cuenta lo que decía.

Rick tuerce el gesto y desvía la mirada hacia la mesa y el montón de libros apilados que me rodea, como si eso le ayudara a sopesar mis palabras.

—O quizá sí —rebate mirándome fijamente—. Gracias a él estamos aquí... y gracias a él, tú te has convertido en quien eres hoy en día. Y si Hershel estaría orgulloso de ti, ya puedes imaginar cuanto lo estoy yo.

Sus palabras me dan de lleno en el centro de mi pecho, dejándome francamente sorprendido. Tartamudeo algo incoherente que ni siquiera llego a pronunciar cuando mi pulso se acelera. Agacho la cabeza y muerdos mis labios tras unos segundos.

Y entonces le miro con una sincera sonrisa.

—Gracias, Rick —murmuro feliz.

Este me sonríe de vuelta y se pone en pie, rodeando la mesa, apoyándose en su bastón.

The Walking Dead: Nuevo MundoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang