Capítulo 29. Scarface.

3.8K 245 626
                                    

We're on easy street

And it feels so sweet

'Cause the world is 'bout a treat

When you're on easy street...

Una solitaria lágrima recorre mi mejilla derecha.

Mi mirada se mantiene extraviada en un punto fijo de ese oscuro y pequeño cubículo, únicamente iluminado por la luz que se cuela bajo la puerta.

Un suspiro tembloroso escapa amargamente de entre mis agrietados labios.

Había perdido la cuenta de cuántas eran las veces que esa misma canción se había repetido en un infinito bucle.

Un bucle destinado a volverme absoluta y completamente loco.

Pongo los ojos en blanco cuando las estruendosas y agudas notas de la canción se hacen más presentes en mi mente, y sacudo la cabeza intentando alejarlas de mi.

Ese movimiento me causa un angustioso dolor en mi cuello, entumeciendo los músculos de mi espalda recorridos por un breve escalofrío.

Eran demasiadas las horas que llevaba atado de pies y manos en esta silla.

O eso creía.

Porque la sofocante fiebre me había hecho sumirme en un extraño limbo que me confundía. No sabía cuándo estaba despierto y cuando no.

Los recuerdos iban y venían por mi mente como personas apresuradas corriendo de un lugar a otro del centro comercial la tarde antes de la mañana de Navidad.

O eso me habían dicho que hacían las familias felices.

Recuerdo haber llegado a este lugar llamado El Santuario, pero no recuerdo haberme bajado de la furgoneta.

Recuerdo al infame hombre del bate extenderme un humedecido y maltrecho trapo con el que puedo eliminar la sangre de mis amigos que baña mi cara, pero no recuerdo lo que este les dice a sus hombres mientras mira fijamente mi deplorable estado.

Recuerdo como dos de sus hombres me escoltan, cada uno de un brazo, casi arrastrándome puesto que apenas me mantengo erguido, y me llevan por las entrañas de la abandonada fábrica, pero no recuerdo cómo voy pasando de unos secuaces a otros.

Y a otros.

Y de nuevo, a otros.

Hasta que las caras dejan de serme conocidas.

Y los hombres que habían observado el tormento que mi familia y yo habíamos vivido, quedan sustituidos por otros de los que ni si quiera me esfuerzo en memorizar sus rostros.

Pero lo que sí que recuerdo, es al hombre ligeramente bajito, algo gordo y con principios de calvicie, metiéndome en esta oscura y minúscula habitación, antes de atarme a esta silla, sin importarle el estado de mis más que perdidas manos.

Y lo que sin duda recuerdo, es su repulsiva y lasciva mirada antes de cerrar la puerta y prometerme que volvería pronto.

Cosa que no deseaba en absoluto.

Y que gracias al cielo parecía estar incumpliendo.

Si el infierno existe, cosa que pronto descubriré debido a mi patético estado, estoy seguro de que debe ser un lugar más amigable que este.

Un hilo de saliva que cae de mis labios me despierta del letargo que me habían provocado mis propios delirios.

Lo limpio perezosamente contra mi hombro derecho y vuelvo a hacer un increíble esfuerzo por reunir todas mis fuerzas en un único objetivo: mantener los ojos abiertos.

The Walking Dead: Nuevo MundoWhere stories live. Discover now