Capítulo 7. 30 días sin accidentes.

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Seis meses.

Seis meses desde que me encontré con la prisión.

Seis meses desde que conocí a la gente que habitaba en ella.

Seis meses desde que me acogieron en su grupo.

Cinco meses y veintinueve días desde que me enteré de que el tío de la ballesta, es mi segundo hermano mayor.

Daryl. El puto Daryl Dixon era mi hermano.

Medio año había pasado desde que llegué aquí, y mi vida volvió a cambiar. Por lo visto no había suficiente con que sea inmune. No, que va. El destino me tenía preparadas cosas aún mejores. Y ya las he encontrado.

¿Qué por qué llevaba la cuenta? Sencillo. En todo este tiempo había aprendido a leer, a escribir y a contar hasta más de diez perfectamente, por lo que quiero aprovechar ahora que sé.

Además, mi hermano quería saber en qué día estábamos, porque en pocos días será mi cumpleaños y, por raro que parezca, está empeñado en que lo celebre de alguna forma.

Joder, que raro se me hacía referirme a Daryl cómo mi hermano. Aun habiendo pasado seis meses.

Lo cierto es que desde ese día, llamémosle extraño, en el que me enteré, nuestra relación había mejorado notablemente. Aunque al principio le hubiera pegado, y odiado por unos días. Lo entendió, me dio tiempo para asimilar la noticia. Mi odio se debilito y empezó a transformarse en pequeñas dosis de alegría. Él se encargó de eso. Me contó anécdotas, historias de cuando yo era más pequeño. Cosas que ni siquiera recordaba, pero que gracias a él, empezaron a aparecer como destellos en mi mente. Me demostró que sabía todo de mi, cosas que me dejaron con la boca abierta, haciéndome saber que él nunca me había olvidado. Me explicó todo lo que había vivido desde que el mundo se fue a la mierda. Todo lo que este grupo había pasado hasta llegar aquí. Me habló de Merle. Me contó que había muerto, y aunque se enfadó ligeramente cuando dije que me importaba una mierda lo que a mi primer hermano le hubiera pasado, en parte me entendió. Más a mi favor cuando supe que nunca pudo venir a visitarme al orfanato y que me dejó allí por culpa de ese imbécil. Decía que sería una carga para ambos, él quería abandonarme directamente, en cualquier lugar, y para evitar algo así, Daryl se vio obligado a dejarme en el orfanato, asegurándose de que alguien me cuidara. De que tuviera techo y comida. Y aunque en aquel momento no lo entendía, y la ignorancia se transformo en odio hacia él, ahora lo entiendo. Ahora las piezas de ese raro y oscuro puzle que fue mi pasado, empezaban a encajar.

Así que ¿Sentir pena por Merle "gilipollas" Dixon? Que le jodan. Está mejor muerto.

Soy lo peor, lo sé.

¡Pero maldita sea! Había encontrado a mi hermano en medio del fin del mundo. A la única persona de mi familia a quién siempre había querido y respetado. ¿Tenía motivos para estar enfadado? Si, y a veces le reprochaba algunas cosas, pero no podía permitirme perder más tiempo sin estar junto a él. En un mundo lleno de muerte y destrucción, nunca se sabía cual podía ser la última vez.

Aunque ya llevásemos treinta días sin accidentes, o esa era la cuenta que llevaba Beth.

La cárcel había mejorado. Las celdas habían sido más acondicionadas para toda la gente que seguíamos siendo, cuando yo llegué ya estaban en proceso de ello, pero hace un tiempo que todo ya estaba listo. Hasta le habían conseguido una pierna ortopédica a Hershel, lo que ahora le facilitaba la vida. La especie de granja del patio había mejorado bastante, aparte del caballo que usa Michonne, también habíamos incorporado cerdos. Incluso el huerto, que cuidan justo ahora Rick y Carl, había crecido.

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