Capítulo 23. Todo lo bueno es efímero.

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Extra

Me dejo caer en el tercer peldaño de las escaleras del porche cuando el resto del grupo se ha ido con Aaron, mientras oigo los pasos de Áyax adentrarse en el interior del edificio, siguiendo a Deanna, bajo una atenta mirada.

La de Merle.

- Qué. – gruño.

- Está vivo. – musita con la mirada perdida, colocando un pie en uno de los escalones.

Pongo los codos sobre mis rodillas y entrelazo mis manos sujetando la ballesta. Mientras asiento con la cabeza, muerdo mis labios hasta convertirlos en una fina línea.

Le atrapo analizando ese gesto.

- Eso parece. – respondo. – Para tu mala suerte ¿No?

Sus ojos se alzan incrédulos ante mi reproche.

- ¿Perdona? – dice ofendido.

- No. No te perdono. – contesto entre dientes. Mi cuerpo se levanta como un resorte para bajar las escaleras haciendo que él retroceda, hasta quedar cara a cara. Aprieto los dientes. – Tú dijiste que él sería una carga para nosotros y me obligaste a abandonarle. – siseo a escasos centímetros de su repulsiva cara. - ¡Pretendías dejarle en cualquier jodido lugar y yo tuve que encargarme de buscarle un refugio! – susurro, intentando que nuestras voces no puedan llegar a oídos de Áyax, mientras me muevo con nerviosismo de un lado a otro. – Con casi cinco años querías dejarle tirado como a un perro. ¡A tu maldito hermano pequeño! ¿Los Dixon se tienen unos a otros? ¡Y una mierda! – exclamo en voz baja. - ¿¡Sabes todo lo que tuve que hacer para que él jamás se enterará de que pensabas eso!? Llegó a preguntarme si le teníamos asco, si le odiábamos por... - mis ojos vuelan de un lugar a otro frenéticamente y de manera inconsciente, trago saliva para acabar con la sequedad en mi garganta. – Por lo que ese hijo de puta le hizo. – añado. La mandíbula de Merle se tensa al mencionar a nuestro querido padre.

- Y el bastardo lo pagó caro. – responde, poniendo la mano sana en su cinturón.

- Y eso que más da. – gruño. – Lo encontramos muerto en la cama por sobredosis... Se merecía algo peor.

Los ojos de Merle me observan, y aunque un tanto sorprendido por mi dureza, sé que piensa igual que yo.

- Yo no quería abandonarle. – dice de pronto, tras unos segundos de asfixiante silencio. – Jamás fue esa mi intención.

- No era eso lo que decías. – añado con ironía mientras le doy la espalda y pongo las manos en mi cadera.

- Lo sé. – contesta. – Y me alegro de que al final te lo creyeras. – sentencia.

Mi cuerpo se queda estático ante sus palabras, y durante unos segundos, juraría que la sangre en mis venas se congela por completo.

- ¿De qué...? ¿Qué estás...? – inquiero mientras me giro lentamente hacia él. Merle agacha ligeramente la cabeza. – Qué estás diciendo, Merle.

El mencionado exhala todo el aire contenido en sus pulmones, como si con ello aliviara una gran tensión en su interior.

- Yo no quería abandonarle. – repite. Su tono de voz y la convicción en sus palabras pone mi piel de gallina. – Jamás quise tal cosa. – añade. - ¿Quién crees que le dijo a Mike que te hablara sobre aquel orfanato?

Mi cerebro empieza a hacer girar sus engranajes, intentando asimilar la información que está recibiendo.

Recordaba a Mike.

Y tanto que le recordaba.

Ese hombre era un capullo divorciado que se pasaba los fines de semana colocándose y bebiendo junto a Merle.

The Walking Dead: Nuevo MundoWhere stories live. Discover now