Capítulo 27. ¿Quién salvará a Los Salvadores?

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El motor de la caravana vuelve a rugir por décimo tercera vez cuando Rick pisa de nuevo el acelerador intentando que este trasto rodante avance, pero no lo consigue.

- Mierda. – gruñe el expolicía. – Esto está demasiado embarrado. – comenta enfadado. Mis ojos observan a Jesús levantarse de su asiento y observar a su alrededor. – Se ha atascado. - informa el padre de Carl volviendo su cabeza hacia nosotros.

Bufo.

- Lo que nos faltaba. – susurro tensando la mandíbula. Mis ojos se dirigen al extraño que está herido de una pierna, a la mujer a su lado y al hombre que se ha presentado correctamente como Harlan, el médico de Hilltop. – Llevamos más peso del necesario. – gruño mirándolos.

Y es que la aparición de esas tres personas en nuestro camino, había hecho que, durante unos minutos, nuestra desconfianza hacia Paul Rovia aumentara más de lo que ya estaba.

El único problema, es que él juraba y perjuraba que nada de esto era una trampa, y que sus amigos se habían visto envueltos en un inoportuno accidente, en el cual habíamos tenido que ayudar.

- Tranquilos. – dice Jesús. – Es aquí. – añade palmeando el hombro de Rick.

Arqueo una ceja con escepticismo cuando veo al melenudo hombre abrir la puerta de la caravana con extrema confianza, para después poner ambos pies sobre el enfangado suelo.

Y con asomo de duda, le seguimos uno a uno.

Mis ojos se abren ligeramente al ver un imponente muro de fuertes troncos de madera levantándose a escasos metros de nosotros.

- Es ahí. – vuelve a decir el presunto hijo de nuestro señor y salvador. – Tras ese muro.

- Ya imaginábamos que delante no sería. – el sarcasmo en mis palabras provoca la risa de Jesús, quién no pierde un segundo en echar a andar hacia las grandes puertas metálicas que coronan la entrada.

El grupo camina tras el habitante de Hilltop, y cuando me quedo a la altura de Carl, éste habla.

- ¿Siempre tienes que hacer reír a los nuevos? – pregunta mirando hacia el frente, ignorándome.

Una carcajada sale de mi garganta.

- ¿Es por qué es nuevo o es por qué es un hombre fuerte, alto y guapo? – inquiero con una ladeada sonrisa.

La fiereza en su mirada podría haberme matado si así lo quisiera.

- Vaya, sí que te has fijado. – gruñe.

Si seguía apretando los dientes, su mandíbula podría estallar en cualquier momento.

Otra risa por mi parte.

- Es demasiado divertido ponerte celoso. – comento antes de sujetar su cara con mi mano derecha y darle un sonoro beso en la mejilla.

Y en respuesta, Carl me empuja con cuidado, sin poder evitar una sonrisa en sus labios.

- ¡Quita! – responde sonrojándose.

Veo a Michonne sonreír.

A Rick negar con la cabeza, pero igual que su hijo, sin poder ocultar una emergente sonrisa.

Y a mi hermano poner los ojos en blanco, seguido de una mueca de asco.

Esto último vuelve a arrancarme una risa.

La cual se esfuma, en el momento en el que dos desconocidos, uno a cada lado de la puerta, apuntan sus lanzas hacia nosotros.

Y en respuesta, media docena de armas, incluida la mía, les encañonan entre las cejas.

The Walking Dead: Nuevo MundoWhere stories live. Discover now