Capítulo 16. Presa y depredador.

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- Entonces... ¿Dices que él sabe algo de una cura? – pregunto al pelirrojo, quién se había identificado como Abraham.

He de reconocer que el hombre empezaba a caerme bien.

- Eso es. – afirma. – Eugene dice que en Washington está la solución, y nuestra prioridad es llevarle allí. – dice, observo al extraño hombre que menciona, totalmente estático mientras el resto crean sus propias armas con lo que pueden y tienen al alcance. - ¿Te interesa la misión? – me pregunta el hombre.

¿Una cura?

¿Una posibilidad de dejar de estar sentenciado a muerte?

¿De dejar de agradecer cada día que sigo aquí, sin que la infección decida despertar?

Por supuesto que me interesaba.

Pero antes de que pueda responder, alguien lo hace por mi.

- No, no le interesa. – sentencia Daryl pasando por mi lado, dedicándole una rápida mirada al pelirrojo. Bufo con desesperación y pongo los ojos en blanco antes de dedicarle una fulminante mirada a mi hermano. – No irás a ninguna parte. Y menos sin mi.

- ¿Es que no te das cuenta de lo necesario que soy para su misión? – pregunto con hartazgo. Sé que intenta protegerme, pero en este caso, está siendo contraproducente y egoísta.

Podría salvarme a mi mismo.

Y lo más importante, podría salvar al resto de la humanidad.

- ¿Y en qué podría servirnos un crío? – dice Abraham. Le miro vacilante.

- Estoy infectado. – sentencio mientras señalo el vendaje de mi brazo derecho. El hombre retrocede un paso atrás, acompañado de ese tal Eugene, y de las dos chicas nuevas. Una carcajada sale de mi garganta al ver sus reacciones. Veo como Daryl intenta esconder una sonrisa.

- ¿Y cómo es qué no te han pegado un tiro aún? – pregunta el pelirrojo.

- Oh, no. Créeme que lo han intentado. – respondo, mirando a Rick, Daryl y Carl, quienes ríen brevemente al recordar la cantidad de veces que me han apuntado con un arma.

- Él es inmune. – aclara Maggie. Sonrío levemente al igual que la chica.

- ¿Inmune? – pregunta con incredulidad una de las chicas, la que estaba con el Gobernador.

- Por más que me muerdan o me arañen, no me afecta. - explico mientras rompo la hebilla de mi cinturón, colocando entre mis dedos los tres hierros en punta que quedan, a modo de puño americano, mientras enrollo la correa en mi mano, sujetándola firmemente. – Las heridas cicatrizan y yo nunca llego a transformarme.

- ¿Es en serio? – pregunta la de las coletas y la gorra esta vez.

- Llevo infectado desde los once o los doce años... Nunca he sabido muy bien qué edad tengo. – confieso para mi mismo mientras frunzo el ceño. Daryl ríe. – Así que tú me dirás. – respondo.

- Inmune... Mola. – dice Tara sonriendo, alza su mano en un puño y yo la miro un tanto extrañado, pero pasados unos segundos sonrío y choco mi puño izquierdo con ella. Esta chica me agradaba.

Veo como el tal Eugene sigue en una distancia prudente hacia mi, a pesar de que el resto ya se han relajado, observándome fijamente.

- Eh tú, el de la melena ¿Puedes dejar de mirarme como si fuera un bicho raro? Me estás agobiando. – comento de manera borde, mirándole. El hombre aparta la mirada de mi un tanto asustado.

The Walking Dead: Nuevo MundoWhere stories live. Discover now