Libro parte 12

303 29 19
                                    


Pov: Azteca.

Doy varias vueltas en el lecho, incomodo por un pensamiento que ronda por mi cabeza y no me deja dormir. «¿Es tan importante el amor en su cultura? No me ha dirigido la palabra después de nuestra charla sobre eso.»

Vuelvo a dar otra vuelta sobre la cama, quedando frente a España. Ella está profundamente dormida y me quedo observándola por un rato «Ser bonita es la única cualidad buena que tienes.» Le retiro un mechón de pelo que tenía suelto sobre la cara.

«Por lo demás eres terca, consentida, egocéntrica, narcisista, malcriada y berrinchuda. Te lo diría, pero te enfadarías más y nuestra convivencia sería peor y a lo mejor me golpearías como a ese hombre.» Se me escapa una pequeña risa tras pensar en eso. «Me compadezco del hombre que te tenga que aguantar el resto de su vida.»

«Pero volviendo a lo de antes, a lo mejor debería aprender más sobre tu cultura, para no tener más encontronazos, pero ¿Quién me podría enseñar sobre eso?» Me pongo a pensar en las personas que pueden ser de mayor confianza. «Ninguno de estos barbaros son de confianza.» Me rindo.

Me levanto de la cama y me voy a dar un paseo por los alrededores de la casa, necesitaba algo de aire fresco. Abro la puerta de la casa y me encuentro a un soldado haciendo guardia enfrente de esta, pero parece no inmutarse por mi presencia. Me acerco a él despacio y veo que tiene los ojos cerrados. «Vaya guerreros de mierda. Se dejan dormir.»

Con un movimiento rápido le tapo la boca para que no pueda decir nada y este abre rápidamente los ojos. Con tan solo verme comienza a temblar y su mirada muestra puro terror como si hubiese visto a la mismísima muerte.

Azteca: Te voy a quitar la mano de la boca, como grites te mato. ¿Entendido? – le digo con la voz más grave posible para infundir más temor en él. El guerrero español asiente con su cabeza de forma apresurada. - ¡Buen chico! – le retiro la mano de la boca.

Xxx: ¿Hablas español? – dice el soldado muy nervioso.

Azteca: No preguntes estupideces. – le digo con seriedad y este vuelve a asentir miedoso de lo que pueda hacer.

«No puedo negar que me encanta ver como con solo mi presencia causo temor a estor seres insignificantes.»

Xxx: Señor Azteca, ¿no debería estar durmiendo a estas horas? – pregunta intentando desviar el tema.

Azteca: No puedo dormir por culpa de una persona. – le confieso.

Xxx: ¿Se ha enamorado señor? – pregunta con cierto brillo en los ojos.

Azteca: Otro con lo mismo, ¿Qué os pasa con el amor? ¿Es tan importante? – digo ya cansado del dichoso sentimiento.

Xxx: Por supuesto que es importante. Cuando ves a la persona indicada, sientes como el pulso se te acelera, sientes vergüenza, te pones nervioso. Es lo más bonito que te puede pasar. – dice con una amplia sonrisa.

Azteca: ¿Es como el deseo sexual? – pregunto.

Xxx: No, no, no, eso es lujuria. Y la lujuria es pecado. Eso está mal, señor. – me contesta rápidamente.

Azteca: ¿Lujuria? ¿Pecado? – No comprendo lo que quiere decir. – ¿Entonces no ...? – intento recordar como ellos lo decían - ¿...Cogéis? - y le hago señas para que entienda lo que quiero decir. 

El guerrero al principio parece confundido, pero después parece comprenderlo.

Xxx: ¡Ohhh! Sí, por supuesto, pero solo para tener hijos. – me responde.

España. Una mentira repetida mil veces.Where stories live. Discover now