Capítulo 26

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Pov: México

España: ¡Portugal! – Se le escucha decir alegremente.

Me levanto del sofá y me dirijo a la entrada de la de la casa. Aun no sé cómo confrontar muy bien esta situación, pero he de hacerlo si quiero responder a las preguntas que atormentan mi mente en estos instantes.

Me acerco a ellos dos, parecen conversar felizmente. Portugal deja de platicar con España cuando me ve llegar. No le saludo, ni le hablo, solo estoy quieto de pie cerca de ellos.

Portugal: Hola Mex, ¿Cómo te encuentras? – Sacude un poco mi pelo con cariño, despeinándome en el proceso y sonriéndome con la dulzora de siempre.

Me gustaría mirarle a los ojos y preguntarle lo que me carcome, pero ni siquiera puedo mirarle a los ojos. Las palabras escritas en ese libro taladran mi cabeza, "puto indio" "salvaje" "bestia" una de las pocas formas que utilizaban para denominar a mi padre y después lo que le hizo a España, si eso es cierto, ya no sabre que pensar.

Portugal es una persona que siempre estuvo a nuestro lado ayudándonos, nunca nos levantó la voz o nos hizo daño, nunca nos miró por encima del hombro, nos trató como a sus hijos, como sus iguales y cuando España tenía asuntos pendientes que tratar en Europa, en ocasiones, nos cuidaba a mí y a mis hermanos. Siempre lo he visto como un buen hombre, era mi tío, a pesar de no estar emparentados sanguíneamente.

Cuanto más lo pienso menos voy creyendo en las palabras que están escritas en ese estúpido libro. «Reino Unido tiene razón, Portugal no sería capaz de hacer algo así.» Me limito a pensar.

México: Hola Portugal. – Le saludo algo desganado.

Portugal: ¿Qué te ocurre, chico? – pregunto por mi extraño comportamiento hacia él.

España: No sé, lleva un poco raro desde que le dije que ibas a venir a comer – guía a Portugal para que la siga hasta el comedor.

Portugal: ¡Oh! ¡Enserio! ... ¿México no quería que viniese? – me mira esperando respuesta, pero al ver que no la va a conseguir, prosigue. – Me siento un poco dolido de que no me quisieras ver aquí, México. – dice exaltando las palabras dando a entender que es un dolor fingido, después me muestra una sonrisa dulce y cariñosa.

A pesar de que tengo delante de mí al mismo hombre amable y bondadoso de siempre, mi mente no me permite verle de esa forma ahora, en este instante ante mis ojos solo se encuentra un hijo de puta, violador. Aun así, debo mantenerme sereno, y descubrir si lo que hay escrito en ese libro es verdad. No puedo acusar de algo tan grave a Portugal sin verdaderas pruebas que lo incriminen.

Portugal: No me gustaría que mi sobrino favorito estuviese enfadado conmigo. - Dice todavía mostrándome una cálida sonrisa.

México: ¿Tu sobrino favorito? – murmuro tras sus palabras y sin querer se me escapa una pequeña risa pensando en la ironía de lo que está diciendo. «Su sobrino favorito es aquel que fue engendrado por un sucio indio y una ... zorra» Me cuesta incluso pronunciar en mis pensamientos la forma en la que denomino a España en él libro.

Portugal: Pero no se lo vayas a decir a tus hermanos, si se enteran me matan. – me bromea.

México: Tienes razón, si se enteran te matarían... - «por ser un pinche violador de mierda, aunque conociéndolos, la muerte sería el menor de tus problemas si eso llegase a pasar.» Me muerdo la lengua antes de poder decir algo que pueda delatarme. – No te preocupes Portugal, no les diré nada ... por ahora. – Eso último lo digo entre dientes.

Portugal se ha dado cuenta de lo que le he dicho va con segundas intenciones, pero por su mirada se puede ver la confusión que tiene. Por ahora no entiende los motivos de mi actitud. Se le nota que se está cansado de que le trate de esta manera tan fría, pero antes de que pueda pregúntame el por qué estoy así, ve a Reino Unido colocando los platos con comida sobre la mesa, lo cual lo distrae de mí.

España. Una mentira repetida mil veces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora