Libro parte 22🔞

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Pov: España

Ambos nos dirigimos al dormitorio.

Una vez dentro me comienzo a quitar las prendas que cubrían mi cuerpo, dejándolas caer al suelo a mi lado. Azteca mira sorprendido la iniciativa que estoy teniendo, normalmente me muestro más tímida a la hora de consumar, pero es esta ocasión tengo una motivación detrás, es casi como si fuera una obligación impuesta por mí misma.

Las pupilas de sus ojos se dilatan al completo y solo se puede ver un fino aro de color esmeralda en su mirada. Para el poco tiempo que llevo teniendo este tipo de interacciones, ya sé distinguir muchas señales que hace su cuerpo de forma involuntarias, y gracias a eso, sé que lo que ve en este instante le está gustando.

Me acerco a él pausadamente y cuando llego a escasos centímetros le comienzo a acariciar los abdominales hasta llegar a su pecho perfectamente contorneado, el recorrido de mis manos termina ahí y comienzo a aplicar fuerza con ellas, haciendo que Azteca retroceda hasta caer en la cama.

Su mirada de confusión me hace sacar una pequeña sonrisa. Esta completamente embobado, aún no ha procesado que en esta ocasión sea yo quien está dominando la situación.

Una vez Azteca se encuentra postrado en la cama, me subo encima de él. Y como si fuese una pantera me acerco a su boca, pero justo cuando estoy a punto de besarlo me freno en seco y observo como él ya tenía la boca entreabierta esperando a la mía.

Sin embargo, eso no iba a ocurrir en esta ocasión, seguía muy dolida con él por mentirme y ocultarme información, por lo que tenía claro que no quería premiarle con mis labios.

Azteca al ver que no iba a que no iba a llegar su beso tan deseado, suelta un gruñido por lo bajo, se le ve molesto, por primera vez disfruto de su frustración.

«Bueno, por segunda vez, la primera fue cuando lo vi arrodillado ante mí tras haber sido derrotado en batalla, gruñendo como ahora, pero en ese entonces su mirada era diferente. Era la de una bestia sedienta de sangre.»

Intento replicar lo que me hacía Azteca cuando nos encamábamos en las otras ocasiones. Bajo mi mano hasta sus partes y comienzo a hacer pequeños círculos encima de ese pequeño taparrabos, que parecía que iba a estallar con la erección que escondía.

Azteca: ¡España! – gruñe con voz grave al sentir mis caricias sobre su miembro.

De repente me agarra de la cintura con sus grandes manos, y me levanta para quitarme encima de él, dejándome arrodillada a su lado, en la cama. Es entonces que se quita la prenda que le cubría, dejando a la vista su erección.

Me sonrojo al tenerlo tan cerca de mi cara, nunca lo había visto tan detenidamente.

Azteca: ¡Agárralo! – su voz su vuelve más profunda y cargada de deseo.

España: ¿Qué? – siento como mis mejillas se encienden y también como pierdo el control del momento en un parpadeo.

«No sé cómo lo hace, pero lo dice de forma tan segura, que me cuesta no acatar sus órdenes.»

Envuelvo mis dedos en el tronco de su falo, agarrándolo con suavidad y delicadeza, pudiendo sentir la piel aterciopelada que cubría la dura y caliente erección, texturizada por sus venas marcadas bajo su piel morena.

Mi respiración se vuelve más agitada, es la primera vez que hago esto y me pone nerviosa.

Azteca: Mueve tu mano arriba y abajo. – ordena mientras mira fijamente como mi mano agarra su pene, y no me queda otra que acatar.

Comienzo a subir y bajar mi mano sobre su miembro y él comienza a dar pequeños suspiros.

Azteca: ¡Aprieta un poco más, España! – Agarro con más firmeza el miembro de Azteca y comienzo mover mi mano con más brusquedad, observando como sus suspiros de él se convierten en leves gemidos de gozo.

España. Una mentira repetida mil veces.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora