03| Chico malo

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Randy

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Randy

Dejo mi gorra violeta en su lugar, mientras me despido de mi jefa.

Estoy agotado, ya son las cinco y algo de la tarde, y apenas voy saliendo de la heladería. Hoy trabajé ambos turnos debido a que un compañero se enfermó por alguna gripe y no pudo venir. Ha sido un día agotador, pero el pago por el turno doble es bastante bueno y me servirá.

Además, nunca cae mal algo de dinero extra.

Una vez en la calle, veo que está mayormente vacía, no me parece raro, es una hora tranquila de la tarde. Es un alivio para mí que el clima de hoy sea más fresco que caluroso. Mi carro aún sigue en el taller, ya que la ''diminuta'' falla al parecer no era tan pequeña, así que me iré caminando.

Pero no me molesta, a veces no cae mal esto, caminar mientras observo el cielo, la brisa fresca me envuelve y veo a algunos chicos y chicas con sus amigos paseando por la calle. Son cosas tan simples, pero a veces producen una energía indescriptible, más después de un día agitado.

Agito las llaves de mi casa entre mis dedos, mientras camino por la acera, cuando algo capta mi atención. El humo que escapa desde un pequeño callejón, si es que se puede llamar así, en realidad es un pasillo mugriento entre dos panaderías que desde hace años se hacen la competencia y odiarían estar pegadas.

Cuando paso frente al pasillo, mi curiosidad me puede y giro mi cabeza hacia allí. Me detengo. Un cosquilleo recorre mi nuca y la punta de mis dedos. Hay un chico apoyado en la pared, con la mirada en sus zapatos y el humo saliendo de su boca, gracias a un cigarro a medio acabar.

Y no es cualquier chico. No es nadie más que el chico que me salvó la otra noche.

Sin poder evitarlo, mi estómago sufre un vuelco. Mis manos sudan. Atribuyo todas estas reacciones al recuerdo de ese traumatizante evento. Ya pasó más de una semana, pero cada noche tengo una nueva pesadilla sobre eso. Y en estas pesadillas nadie me salva. Por suerte, cuando despierto asustado tengo a Terry junto a mí, que me tranquiliza cuando le abrazo.

El chico nota mi presencia, eleva sus ojos cafés e inexpresivos y sonríe. No parece sorprendido o algo, tampoco feliz de verme así que no sé cómo interpretar su sonrisa. Él lleva su cigarro a sus labios de nuevo y le da la última calada antes de lanzarlo al suelo y pisarlo.

—¿Qué tal, amigo? —me saluda, con una ceja elevada. El humo sale de su boca e intento no toser cuando llega a mí. Este humo no es mi favorito, siempre he detestado el cigarro, nada personal.

Él sale del pasillo.

—Eh, que bueno verte, ¿cómo estás? —inquiero, animado. Llevo mis ojos a su brazo y noto la venda que ahora cubre la herida por la navaja.

Él se da cuenta y se encoge de hombros.

—Bien, no fue nada del otro mundo, ya te dije que la sangre es muy dramática. —Gira sus ojos y comienza a caminar hacia adelante. Como también voy por ahí, y algo dentro de mí me invita a no acabar la conversación, me apresuro hasta llegar a su lado.

Efímero [EN PROCESO]Where stories live. Discover now