16| Recuerdos impregnados

58 8 0
                                    

Carter

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Carter

Me siento como si estuviera en una película. No quiero que acabe.

Doy una calada profunda a mi porro. Inclino mi cabeza en el respaldo de sofá y cierro mis ojos. Mi cabeza comienza a volar.

De nuevo me encuentro de pie, en medio de un callejón sucio. Espero que cese la lluvia torrencial que se lleva a cabo en la calle. Frente a mí está un chico pelirrojo, con una mirada cargada de dudas y miedos, pero que, aun así, toma la valentía que a mí me falta y dice algo que reanima cada parte de mi cuerpo.

Mandamos a la mierda los pensamientos, envueltos en un mar de sensaciones desastrosas, y terminamos dejándonos llevar en un beso feroz y lleno de anhelo. No puedo explicar cómo me sentí en aquel momento, porque fue como si un bosque entrase en llamas, y no hubiera posibilidad de que parase de arder en un buen tiempo.

Y he de aceptarlo. Ahora, tres días después de aquel encuentro, mi corazón sigue latiendo a una velocidad peligrosa, igual que aquel día.

Recordar las cosas demasiado bien es algo peligroso. Puede ser bueno, bastante, pero también una maldita tortura. Y en este momento, le agradezco a mi cerebro en ser tan bueno en recordar momentos, porque mi cuerpo vibra al rememorar el momento en el que sus manos temblorosas acariciaban mi brazo y se perdían en mi cabello. En cómo su cuerpo, a pesar de la tempestad, transmitía puro calor, y cómo sus labios suaves danzaban al compás de los míos con perfección.

No había duda alguna, no existían riesgos, no teníamos limitaciones.

Fuimos tan solo dos chicos confundidos, consumidos en un beso ardiente y puro, cargado de ansias acumuladas.

Cada detalle de ese momento sigue impregnado en mi memoria como un recuerdo vívido y latente.

Y por primera vez, ya no me quiero atormentar pensando en qué cosas pueden salir mal, eternas posibilidades desconocidas, que no me podrán conducir a ninguna parte. Estoy un poco cansado de todo eso. Solamente quiero ver a Randall, tenerlo cerca de mí, que sus ojos oscuros y dulces me miren como aquella tarde.

Sonrío.

Vaya. No pensé que algún día estaría así, sonriendo por tan solo un recuerdo. Pero eso solo lo consigue Randall. Él es quien puede navegar entre el mar que vive en mí y conseguir que las aguas brillen, con solo su sonrisa. Estoy perdido, y ya no sé qué debo hacer a partir de ahora, pero sé que no quiero privarme de sentir lo que siento por él.

Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos. ¿Quién coño es? Abro los ojos y ahuyento la nube de humo que se forma sobre mí. Me levanto, algo torpe por el efecto de la marihuana y camino hasta la puerta, para abrir de una vez por todas. Y me sorprendo, al ver a mi hermano frente a mí, con una sonrisa tensa en su rostro.

—Alex, ¿qué pasa? ¿Por qué no dijiste que vendrías?

Él detecta el aroma, arruga la nariz y se le borra la sonrisa.

Efímero [EN PROCESO]Where stories live. Discover now