31| Entre engaños y melancolía

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Carter

No existe algún remedio capaz de aliviar el dolor que sobreviene cuando le dices adiós a alguien con quien lo querías todo.

Ahora nada parece tener sentido. Intento ser fuerte, aunque la tristeza dentro de mí cada día parezca ser más grande. No tenía idea de lo mucho que necesitaba a Randall junto a mí, hasta este momento, en el que estoy solo de nuevo.

Tal vez no tengo derecho a estar así, después de todo fui yo el que terminó con lo nuestro, pero ahí está el problema. Lo último que quería hacer era eso, alejarlo. Sin embargo, las malditas circunstancias son mucho más grandes que nosotros. Perdimos.

No hay más oportunidades, ni esperanza alguna que pueda salvar esto. Nada en este momento es seguro, solo el hecho de que este fue nuestro final. Nuestro paraíso se ha incendiado y no hay nada que podamos hacer.

Hace un par de noches cuando llegué a casa después del trabajo, encontré las copias de las llaves que le di de mi casa. Aprovechó el momento en el que no estaba para ir y llevarse todo lo que le pertenecía, hasta la calidez que trajo consigo. Y duele, como si me clavaran cientos de cristales en la piel, pero debo ser fuerte. Por ambos.

Me enciendo un cigarrillo, mirando el libro cerrado que está junto a mí. Llevo rato intentando leerlo, tal vez para calmar mi cabeza en llamas, pero es inútil. No puedo concentrarme, mucho menos cuando en mi mente permanece Randall en todo momento, cada segundo, sin ganas de dejarme tranquilo.

Rendido, busco mi cámara digital y comienzo a ver todas las fotos que le he tomado a Randall en nuestro tiempo juntos. En todas sale igual de perfecto, con sus mejillas rojas, su sonrisa cegadora y esos ojos tímidos que esconden tras de sí años de inseguridades y tristeza, pero que aun así brillan como la luna en la noche. Pero hay una en particular que me deja hipnotizado.

Está él recostado sobre la hierba, siendo bañado por el sol. Se cubre los ojos con su brazo y sus labios forman una ancha sonrisa que demuestran lo feliz que estaba en ese momento. Recuerdo muy bien cómo me sentía cuando la tomé. Lo hice aquí mismo, en la colina. En ese instante tenía esperanza.

Es masoquista de mi parte estar viendo estas fotos, torturándome más de la cuenta, pero no puedo evitarlo cuando se trata de él. Y, a pesar de que su recuerdo me lastime, esa sigue siendo una forma de llevarlo conmigo y lo necesito.

Necesito las fuerzas, porque no pienso dejar esto impune. Leonardo va a pagar por lo que me está haciendo. Ese imbécil se va a arrepentir por haberse metido con nosotros.

Un ruido molesto me saca de mis pensamientos.

Busco el teléfono en mi bolsillo, con un suspiro. Pienso que se trata de Nino o Sara, últimamente no he hablado mucho con ellos. La verdad es que no quiero ver a nadie. Sin embargo, me sorprendo al ver que es David quien me llama.

Deslizo el dedo por la pantalla y llevo el teléfono hasta mi oreja.

—Hola, Carter, ¿cómo...?

—¿Qué quieres? —Inquiero, sin ningún tipo de rodeos.

David se queda en silencio unos segundos, pero luego carraspea la garganta.

—Tenemos que vernos —suelta, con un poco más de seriedad—. Hay nueva información sobre el caso. Tenemos un par de pistas muy importantes y creo que es necesario que sepas de lo que se trata.

Me quedo perplejo, analizando sus palabras.

Tal vez esto sea una señal. Desde Junio, cuando pasó lo de Jhonny, mi principal motivación para entrometerme en este asunto que realmente le corresponde a la policía era vengar la muerte de un viejo amigo. No obstante, ahora este tema se ha tornado más personal de lo que esperaba. Pretenden hacerme daño, no solo a mí, sino también a Randall y no pienso permitirlo.

Efímero [EN PROCESO]Där berättelser lever. Upptäck nu