35| Corazón sangrante y manos atadas

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CAPÍTULO 35

Carter

Asomo mi cabeza por la ventana por décima vez.

Mi sudor es gélido, la sangre que fluye hacia mi corazón va a mil por hora y siento como si las paredes se estuvieran encogiendo a mi alrededor. Son las ocho de la noche, la oscuridad envuelve las calles y contengo el impulso de salir corriendo de aquí ahora mismo.

Randall no ha llegado. Le he enviado cientos de mensajes, pero ninguno de estos le llega. Él nunca se pierde así, ya me habría llamado, mucho más sabiendo la situación en la que nos encontramos. Maldición, quiero pensar positivo, creer que no él no tardará en aparecer por esa puerta con su sonrisa luminosa, pero el agujero doloroso en mi pecho me advierte que no eso pasará.

No soporto más la angustia y tomo mi celular para llamar a Nino. Tal vez yo deba permanecer aquí encerrado, pero él es todo lo contrario.

Nino no tarda mucho en atender mi llamada.

—¿Carter? ¿Pasa algo?

—Sí, Randall no está, necesito que lo busques —suelto, sin darme tiempo a saludarlo. Estoy desesperado, lo único que quiero es saber que mi chico está bien y estrecharlo en mis brazos con fuerza para verme tranquilo.

—¿De qué hablas? No entiendo... —Responde mi mejor amigo, totalmente confundido. Resoplo y me pellizco el tabique de la nariz.

—Temprano salió a verse con sus amigos, pero ya es tarde y no tengo noticia alguna sobre él. Sabes todos los peligros a los que nos enfrentamos, Nino, no quiero pensar que le pasó algo malo. —«Solo de imaginarlo siento que me muero»—. Tienes que buscarlo, por favor...

Él parece entender la gravedad de la situación porque no tarda en aceptar. Le explico los lugares donde podría estar y cuelgo, rezando internamente porque logre encontrarlo. Tiene que hacerlo.

Me siento al borde de la cama y me enciendo un cigarrillo para relajarme. Las ondas de humo me rodean como fantasmas con sed de agonía. Cierro los ojos. A pesar de la oscuridad de mi mente puedo verlo con claridad; el brillo en sus ojos, los hoyuelos en sus mejillas, las diminutas pecas que adornan el puente de su nariz.

Lo necesito, como jamás he necesitado nada más en mi miserable vida.

Me siento como un inservible aquí dentro, sin poder hace nada mientras mi corazón se desangra con la expectación sobre qué será de Randall. Sin embargo, debo contenerme, ya que si la policía me llegar a atrapar ahora no sería mucho lo que pudiera hacer estando tras las rejas. Por lo tanto, cuando me termino el cigarrillo, enciendo otro.

Y así se desvanece el tiempo, clavándome un puñal en el alma más profundo con cada minuto que pasa. El silencio es agonizante, la espera es mortal. Reviso mi celular y no tengo ninguna llamada de Nino.

Maldita sea, esto está mal.

En un impulso, le doy un golpe seco a la pared, dejando así salir mi frustración. ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? ¿Acaso no tengo permitido ser feliz luego de toda la mierda? Parece como si estuviera maldito...

Cuando el reloj da las nueve, alguien toca la puerta de la habitación. No lo pienso y me acerco en grandes zancadas para abrir, no obstante, mis temores se materializan y el puñal termina por atravesarme cuando no veo a nadie más que Nino y no con buena cara.

Me aparto de la entrada y apoyo mi espalda en una pared, intentando no perder la cabeza. Debo ser fuerte, tengo que encontrar a Randall, salvarlo antes de que sea demasiado tarde.

Efímero [EN PROCESO]Место, где живут истории. Откройте их для себя