23|Caída

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La vida es un océano de sorpresas, tanto de buenas como malas

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La vida es un océano de sorpresas, tanto de buenas como malas.

Llena de giros inesperados, de tragos amargos y de destinos inciertos que dependen de nuestras decisiones. Y tal vez no soy la persona más inteligente del planeta, he cometido muchas tonterías en mis dieciocho años de vida, pero al final del día, agradezco cada experiencia y cada camino tomado, ya que todo me trajo hasta él.

—Está haciendo mucho calor —digo. No es para menos, si todas las ventanas están cerradas.

Carter ríe y deposita un suave beso en mi nuca.

—Sí, lo sé, pero no quiero soltarte —admite, con un tono ronco y perezoso.

Estamos despertando apenas, y seguro que ya son las dos de la tarde, pero al parecer ambos estábamos muy cansados por el ajetreo del día anterior. También debo mencionar que Carter está pegado a mí con sus brazos rodeándome, a pesar del ambiente. Aunque no me quejo.

—Yo tampoco, pero tenemos que levantarnos, no vinimos a este lugar para estar en la cama todo el día. —Me acomodo para quedar frente a frente con él. Sus  ojos están cerrados, su ceño fruncido y varios mechones de cabello descansan sobre su frente.

Acerco mi mano a su rostro y paso un dedo por su mejilla, guardando en mi memoria este momento. Nunca pensé que despertar abrazado a alguien en medio de un caluroso día de verano se sentiría tan bien, pero aquí estamos y es el cielo.

—Pues a mí no me molestaría quedarme aquí —responde, antes de esbozar una sonrisa ladeada y entreabrir uno de sus ojos—. Podemos hacer muchas cosas interesantes en la cama, por si no lo sabías.

Giro los ojos e intento alejarlo, pero él me sostiene con fuerza y me pega a su cuerpo, por lo que quedamos más juntos que antes. Sin embargo, me río con él y le correspondo cuando atrapa mi boca con la suya en un beso cálido y sutil. Lo adoro.

—Entonces... ¿Qué planes tenemos para hoy? —Inquiero cuando me suelta para sentarse en la cama y encender un cigarrillo.

—No lo sé, lo que sea que quieras hacer me parece bien —asegura, encogiéndose de hombros.

—¿Podemos bajar a comer algo?, muero de hambre.

—Siempre tienes la opción de comerme a mí, si quieres. —Me guiña el ojo, con una sonrisa coqueta en sus labios.

—Qué gracioso. —Ruedo los ojos.

Me levanto de la cama y comienzo a vestirme, con la intensa mirada de Carter sobre mí, lo que me pone nervioso a niveles extremos.

—No estaba bromeando, bonito.

Cielos, no sé cómo lo hace, pero tiene el poder de ser encantador y de hacerme temblar sin esforzarse nada.

Le muestro el dedo corazón, para luego lanzarle su camiseta a la cabeza. Él sabe muy bien todo lo que provoca en mí.

—Mejor vístete, si no quieres que me desmaye ahora mismo por falta de alimento —le amenazo. Él eleva las manos en señal de rendición y apaga el cigarrillo.

Efímero [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora