33| Y una horrible verdad para llegar al límite

14 2 0
                                    

CAPÍTULO 33

Carter

Leonardo lo consiguió.

La policía aún no ha podido encontrarme, por lo que sigo escondido, como una rata, en este cuarto de motel. Tuve que deshacerme de mi teléfono para que no me rastrearan, por lo que mi único acercamiento al exterior es por los periódicos que Randall trae cuando sale a comprar y las visitas de Nino y Sara. Tan solo llevo cinco días aquí. Mi cordura pende de un hilo y, siendo sincero, creo que no puedo seguir lidiando con esto.

Y Randall... Demonios, solo yo sé lo mucho que lo quiero. Tanto como si lleváramos juntos toda una vida, aunque realmente han pasado solo tres meses. Es esa luz en un túnel bañado de oscuridad. Su compañía evita que pierda la cabeza, pero por más que él lo niegue, sé que está igual o peor que yo. Esto no es vida para nadie.

Leonardo lo consiguió. Terminó de destruir mi vida ya rota de por sí. No queda nada por hacer, mis únicas opciones son seguir huyendo, morir o entregarme a la policía.

Y lo peor de todo es que esto no se trata solo de mí. Sería mucho más fácil si fuera el único que estuviera en la boca del lobo, pero Nino, Sara y Randall están conmigo y esa mierda duele. No merecen ser víctimas de los problemas que Leonardo tenga conmigo, pero ellos parecen reacios a dejarme.

Suspiro. Estoy en el baño, viéndome al espejo, aunque la persona que me devuelve la mirada parece un extraño. Se ve más pálido de lo normal, con unas ojeras horrendas, el cabello hecho un asco, marcas de golpes en la cara y una mirada tan helada como la muerte. Un cadáver, eso es en lo que me he convertido.

¿Por qué no terminas con todo ahora mismo? Las cosas serían más sencillas para todos si no estuvieras ahí dándoles problemas.

Cierro los ojos, reprimiendo mis emociones como puedo. Este no es el momento para venirme abajo. Debo permanecer fuerte para Randall, para mis amigos. Tienen que verme seguro, confiado de que hallaremos una salida. No puedo permitirme ser débil, no. No repetiré la historia...

Me limpio con ira la lágrima que rueda por mi mejilla.

Abro los ojos y miro fijamente a mi reflejo.

Puedo con esto. Seguro que puedo. Ya no soy débil.

Me giro sobre mis pies y tomo aire, antes de salir del baño. Randall está sentado en el pequeño escritorio de la habitación, leyendo el periódico de hoy con una lata de Coca cola al lado. De inmediato noto que algo no va bien, tiene los labios apretados en una línea fina, una ligera arruga cruza su frente y sus hombros están tensos.

—¿Estás bien?

Él, sin levantar la mirada, me entrega el periódico.

Confundido, lo recibo e intento buscar la razón de por qué se le ve tan afligido. No tardo en encontrarla. Siento cómo el aire escapa de mis pulmones y el piso se vuelve inestable. Estoy en el maldito periódico, ¡primera página!

—Leonardo cambió la historia por completo —murmura Randall, mirándome por fin a los ojos. Están cristalizados. Duele...

Me centro en leer la nota. Aquí los hechos son distintos. Me describen como una persona inestable que fue con Leonardo a casa de David para beber unas cervezas y pasarla bien, pero al parecer a la mitad de la reunión sufrí un ataque de ira y empecé a repartir golpes, amenazas y saqué un arma. Leonardo terminó herido y yo huí. En resumen, soy una amenaza para la sociedad.

Un monstruo.

Es lo que eres y lo que siempre serás, abre los ojos.

En un impulso lanzo el periódico hacia otro lado de la habitación y me acerco a Randall, para sentarme a su lado. Mis manos empiezan a temblar, pero busco la suya y la aprieto. Él me mira a los ojos y junta su frente con la mía. Suspiro.

Efímero [EN PROCESO]Where stories live. Discover now