08| Lugares ocultos

79 12 0
                                    

Randy

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Randy

Domingo de pereza.

Lindos y celestiales domingos, ese día donde descansas de todo el agotamiento acumulado de la semana. Agradezco poder disfrutarlo tan a gusto siempre, y esta tarde lo hago con mis amigos, que no hacen más que ver sus celulares, mientras yacen tirados en el suelo de mi habitación.

—Aún me pregunto qué hacen en el piso —les digo, dejando mi teléfono a un lado. Yo estoy recostado en mi cómoda cama, con las piernas dobladas y mi cabeza casi en la orilla.

—Está frío y hace calor, no necesitas más explicación —responde Mario, con un tono tan flojo que hasta de oírlo me contagia su pereza.

—Eso rimó —menciona Fernando, riendo.

Por ahora estamos solo nosotros. Todos quedamos en el centro comercial por la mañana, compramos muchas cosas innecesarias, almorzamos el amado pabellón criollo y hace una hora las chicas se separaron de nosotros ya que iban a hacer ''cosas de chicas'', según ellas. Nosotros vinimos para mi casa y ahora parecemos un mueble más en la decoración.

Es que ni siquiera me he cambiado de ropa desde que llegué.

—Estoy algo aburrido —comento, mirando el techo de madera sobre mí.

—Podríamos jugar algo en la consola —sugiere Fernando.

Mario ríe sonoramente y despierta a Terry, quien dormía muy cómoda junto a mí en la cama.

—¿De verdad quieren perder su dignidad y que les gane por...? ¡Ya perdí la cuenta de cuántas veces les he ganado!

Giro mis ojos.

—Disfruta lo que quieras, Mario, sé que va a llegar el día en el que te haga beber de tu propia medicina y te patearé el culo —declaro, seguro de mis palabras. Si bien es cierto que los videojuegos son mi pasatiempo favorito, Mario es un jugador demasiado bueno y siempre gana. Por el momento.

Fernando es quien ríe ahora.

—Mejor calla, Randy, todos sabemos aquí que de nosotros tres eres el peor jugando —me recuerda Fernando, cosa que me hace dejar de sonreír. Tiene razón.

Me giro sobre mí mismo, viéndolos a ellos en el piso.

—No molestes a Ray Ray, imbécil, que te recuerdo que el ganador siempre soy yo, así que también cuentas como perdedor, cariño —le dice Mario a mi mejor amigo, que rueda sus ojos—. Tranquilo, que sé que algún día podrás derrotarme —se dirige ahora a mí.

Yo elevo una ceja.

—No me hables como si fuera un niño —le reclamo.

—Bueno, de los tres eres el menor, así que técnicamente eres el niño del grupo, entonces calla y respeta a tus mayores —me ordena, poniendo un dedo sobre sus labios. Río y busco mi celular para ver nada en particular.

Efímero [EN PROCESO]Where stories live. Discover now