Capítulo siete

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No sé qué es peor, si ver de lejos a mi mellizo casarse o ver al hombre que más he amado de la mano de otra mujer. He querido mantenerme fuerte, pero entre más recuerdo la cercanía que tuve anoche con él y después verlo amoroso con su novia, más miserable me siento.

Solté un suspiro al ver a Holden. Su sonrisa deja entrever su felicidad y lo nervioso que está. El hecho de que no nos haya invitado a su matrimonio lo puedo perdonar, pues entiendo que en su nueva vida quiere estar lo más lejos posible de nosotros y de todos los riesgos que ser un Walsh conlleva.

—¿Te aseguraste de la seguridad, Harry? —pregunté.

—Sí, señora. Todos los guardias están en sus lugares.

—Mantente alerta, no sé por qué tengo el presentimiento de que los Barone están más cerca de lo que creemos.

Asintió, observando cada persona que entraba a la iglesia con suspicacia.

Vi a Tanner hablando con Holden en la entrada de la iglesia y Maxwell soltó uno de sus comentarios sátiros y poco graciosos sobre nuestro hermano por el intercomunicador. Pero sabía que le dolía como a mí que no nos hubiera tomado en cuenta para hacerle compañía en este día tan importante.

Holden era terco y en su afán de tener una vida diferente ha pensado que nosotros, sus hermanos, somos el mayor de sus enemigos cuando la realidad es otra. Solo queremos su bienestar y verlo feliz, aunque nos cueste decir lo que realmente sentimos en el corazón.

Holden entró por completo a la iglesia y Tanner se mantuvo en la entrada, deslizando su mirada entre las personas que pasaban, como buscando a alguien en específico. Cuando detuvo sus ojos en el auto que me encontraba, mi corazón se detuvo.

Los polarizados no le permitían ver quién estaba en el interior del auto, pero como si lo intuyera, lanzó un guiño seguido de una sonrisa llena de sorna y se fajó el trajo, dando media vuelta y perderse de mi vista.

Me perdí en el recuerdo de su confesión antes de marcharse y de sus labios sobre los míos, de esa forma tan desesperada en la que me pidió que fuera con él. Recordé la decepción en su mirada cuando le dije que no podía irme hasta no cumplir con la promesa que le hice a mis padres en sus tumbas.

Minutos después, llegó un auto de donde bajaron tres mujeres. Greta se veía una buena mujer, muy bonita y tenía talento e inteligencia de sobra. Con lo nerviosa y emocionada que iba, entendí que Holden ya no era parte mía, que hace mucho pertenecía a otro mundo. Esa mujer lo haría feliz y eso era lo único que podía pedirle aunque no escuchara mis palabras.

—Sí me caso —oí la voz de Maxwell y reí.

—Ni siquiera tienes una novia.

—Bueno, pero tengo justo al frente la mujer de mis sueños.

Desvié la mirada a la calle, buscando una mujer hermosa que pudiera darme una señal a quien se estaba refiriendo, pero solo estaba Greta, su madre y su mejor amiga.

—¿No me digas que te gustó la gordis?

—Qué grosera, yo más bien diría con buena carne para sostenerme.

Solté una carcajada, viendo a la chica con detenimiento. Es muy bonita, pese a tener unas cuantas libras de más. Su cabello negro y largo acentúa su piel blanquecina y sus labios rojos. El vestido elegante estiliza su figura, realzando esos atributos que tiene hasta para regalar.

—Es bonita —dije—, y la novia de Tanner.

—Puro embuste.

—No te involucres ahí, Max. No queremos armar un problema, ¿o sí?

—Faltaba más. ¿Por quién me tomas?

—Hablo en serio, Maxwell.

—No haré nada, así que no te preocupes —soltó una risita—. Solo pienso que esa chica es preciosa.

Negué con la cabeza, aunque no podía verme.

—No te busques problemas innecesarios.

No dijimos más palabras, puesto que las campanas de la iglesia sonaron, dando entrada a la novia. Desde afuera no podíamos escuchar nada, ni ver cómo se llevaría a cabo la boda, pero podía imaginar la expresión de mi hermano.

No sé cuánto tiempo pasó para que la boda terminara. Me encontraba sumida en pensamientos y fantasías cuando una ola de aplausos y silbidos me devolvieron a la realidad.

Una sonrisa apareció en mis labios, deseando correr a los brazos de mi hermano y felicitarlo. Lo había logrado, oficialmente su vida estaba cambiando y sería tal cual la había soñado tanto.

Las puertas de la iglesia se abrieron y la pareja de esposos salió seguidos de los invitados, los cuales lanzaban pétalos sobre ellos y aplaudían.

La sonrisa en el rostro de mi hermano jamás había sido tan sincera y brillante, se veía feliz y eso era lo más importante para mí. Su esposa lo veía con el mayor de las ternuras, antes de tomarlo del cuello y besarlo a profundidad.

La celebración estaba en su punto más alto y todos estaban tan felices y emocionados. La pareja de recién casados se tomó varias fotografías, besándose y abrazándose con gran amor, antes de que la amiga de la novia se uniera en una fotografía graciosa.

La novia quedó en el medio de los dos hombres más importantes de mi vida y sentí que los había perdido para siempre, que ellos nunca volverían a formar parte de mi vida, porque allí, plantados y celebrando la unión de uno de ellos, se veían demasiado felices para pensar en alguien más.

Me sentía nostálgica y feliz, por lo que aparté la mirada por un segundo y limpié las lágrimas que se deslizaron por mis mejillas, antes de que el caos se desatara en cuestión de segundos.

Fui consciente de lo que estaba sucediendo cuando los disparos y los gritos llenaron mis oídos, aturdiendo mis sentidos por un segundo.

—¡Holden!

Oí que gritaron tan fuerte y claro en una señal de advertencia, no sabía si había sido una mujer o un hombre, porque mi vista se había quedado fija viendo a mi hermano caer al suelo tras recibir un disparo por la espalda.

Mi corazón se aceleró de miedo y mis ojos se inundaron de lágrimas. No podía perder a un miembro más de mi familia, mucho menos a él que ha hecho lo posible para no formar parte de este maldito infierno.

No permitiría que me quitaran a uno más, a la mitad de mi vida.

Sequé mis lágrimas con brusquedad y cargué mi arma, antes de bajarme del auto tras los insistentes llamados de Harry a mi espalda. Disparé a diestra y siniestra, bajando las cabezas de los enemigos. No había rastros de los italianos porque esa era su forma de atacar, pero sabía de antemano que esos eran sus hombres y que su intención era a como diera lugar acabar con uno de los nuestros.

—¡Vuelve al auto y vete de aquí, Blair! —demandó Maxwell, llegando a mi espalda y disparando a la par.

—¡No me iré!

Nuestros hombres no tardaron en llegar y terminar con todos los hombres de los Barone. Había un caos frente a la iglesia, muchos cuerpos tirados en la calle y personas inocentes tratando de cubrirse de las balas.

Corrimos hacía Holden en cuanto el caos cesó, pero al intentar levantarlo, su esposa lo abrazó con fuerza hacia su cuerpo.

—Si no lo sueltas ahora mismo, va a morir. Y si él muere por tu culpa, te aseguro que te mato con mis propias manos —gruñí y lo soltó de inmediato—. ¿Tengo que hacerte una invitación para que te levantes del suelo o qué? Vamos, que no tenemos todo el tiempo del mundo.

Se veía desconcertada y no era para menos, pero no podía seguir en el lugar o la policía o los mismos Barone llegarían a terminar con lo que iniciaron.

En vista de no se movía, la tomé del brazo y la hice levantar. Caminé con ella a uno de los autos y nos marchamos dejando todo atrás. No sabía a dónde se había ido Maxwell con Holden, tampoco me percaté de Tanner. Mi cabeza en ese momento estaba con mi mellizo, deseando que estuviera con bien, porque si moría, el infierno sería poco para esos malditos italianos. 

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now