Capítulo veinte

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Llegué a mi apartamento y reuní todo lo necesario para buscarla, pero sin saber siquiera dónde se encontraba no tuve más opción que llamar a Aedus. Él era el único que podía darme una información certera de lo que había sucedido.

—Esperaba tu llamada —respondió tan pronto tomó la llamada—. Te enviaré la ubicación del lugar en el que nos estamos quedando.

—De acuerdo —fue todo lo que dije y colgué.

Me apresuré a guardar todo en una maleta y minutos después recibí la ubicación de Aedus. No me agradaba el hecho de regresar a esa vida, pero por Blair lo haría todo, incluso mancharme una vez más las manos. Con solo de pensar que algo pudiera sucederle, sentía como si estrujaran a mi corazón y lo desgarraran con una lentitud agonizante.

Me sentía culpable por no quedarme con ella, por no insistirle más y obligarla a dejar esa vida, pero ¿qué más podía hacer si ella estaba ciega por su venganza?

Si en el cielo realmente existía un Dios, solo podía pedirle que la protegiera y que no permitiera que le pusieran un solo dedo encima. Estaba pidiendo demasiado porque hacía mucho había perdido mi fe, pero enloquecería si me llegaran a arrebatar a esa mujer que es mi cruz…

Blair

Abrí los ojos poco a poco, pero tuve que volver a cerrarlos de golpe debido al intenso dolor que tenía de cabeza. Intenté moverme y llevar las manos a mi rostro, pero me sentía tan débil y cansada que apenas pude mover los dedos. Me sentía flácida y sin fuerza alguna siquiera para dar un respiro hondo.

Me sentía muy desorientada, aun así, sin importar el dolor que sentía en la cabeza, abrí los ojos. Aunque veía borroso y el dolor se hacía más intenso en mi cabeza, traté de enfocar el lugar en el que me encontraba y que no recordaba cómo había llegado allí.

¿Dónde diablos estaba? No lograba reconocer el lugar porque la vista me estaba fallando y había un olor a humedad que se mezclaba con desechos. Hacia frío, pero mis sentidos no podían percibir más allá.

Stavamo per svegliarti, bella addormentata (Ya te íbamos a despertar, bella durmiente)   

De momento no reconocí su voz ni lo que me decía, hasta que los recuerdos empezaron a golpear mi mente como una ráfaga de viento, haciendo que el dolor se intensificara y que sintiera mucho mareo.

Recordaba haber estado en la pequeña bodega en la que Maxwell y yo montamos nuestros equipos de rastreo, sola y trabajando sin cesar para encontrar a los italianos ya que mi hermano había ido a Estados Unidos para asegurarse de que todo estuviera en orden con Holden luego de las fotos que recibimos y era una contundente amenaza, cuando un estallido me atontó por largos segundos y solo pude sentir como una aguja pinchaba mi piel. Después de eso mis sentidos se adormecieron y la oscuridad me tragó por completo.

Ho sempre pensato che sarebbe stato più facile dare la caccia a Holden, ma guardate il dono che la vita ci ha fatto (Siempre pensé que sería más fácil cazar a Holden, pero mira el regalo que nos dio la vida) —sentí su mano presionando mi rostro con fuerza y levantó mi cabeza, por lo que la furia sustituyó mi mirada confusa y perdida—. Eres una piccolo estúpida, pero me ahorraste el trabajo de cazarte como lo hice con tus padres.

Ya me estaba empezando a sentir menos desorientada y mareada, por lo que los olores se agudizaron y el frío se intensificó en mi cuerpo. Estaba sentada en una silla, encadenada de pies y manos e incluso del pecho, y podía sentir alrededor de mi cuello una fuerte presión que me impedía tragar saliva.

Me sacudí en un intento de liberarme, pero la carcajada del mayor de los Berone me hizo mirarlo.

Non forzarti, tesoro (No te fuerces, cariño) —susurró, llevando mi cabello por detrás de mi oreja—. Non puoi mai scappare. Morirai nelle stesse condizioni in cui è morta tua madre (Nunca podrás escapar. Morirás en las mismas condiciones que murió tu madre).

Dteagmháil liom agus tá tú marbh (Tócame y estarás muerto) —escupí y sonrió ladeado.

—Ó, rinne mé é agus tá mé fós i mo sheasamh (Oh, lo hice y sigo en pie) —se burló y su mirada perdió el brillo de diversión en cuestión de segundos—. I miei figli si divertiranno con te. Benvenuto alla tua morte, stronza (Mis hijos se divertirán contigo. Bienvenida a tu muerte, perra).

Se puso de pie y me regaló una sonrisa retorcida antes de acomodarse el perfecto nudo de su corbata y se marcharse del lugar, dejando órdenes y caminando a paso firme.

Levanté la mirada y recorrí el espacio en busca de algo que pudiera servirme para poder escapar. Pero era una habitación bastante pequeña que no tenía más que una simple silla en el medio y mi presencia. La puerta hecha de acero lo complicaba aún más, aunado a eso no había ni una sola ventana aunque sea para sacar provecho.

Me sentía como una rata de laboratorio, atrapada en una pequeña jaula y sin la posibilidad de respirar.

No le temía a la muerte, después de todo, había nacido en un mundo que proclamaba vidas cada segundo del día. Lo que provocaba mi furia y mis ganas de mantenerme con vida era estar en manos de esos malditos italianos. Preferiría morir de otra manera, antes de vivir en carne propia todo lo que le hicieron a mi madre antes de entregárnosla en una caja mediana como si se tratase de un regalo de Navidad.

La puerta se abrió varios minutos después y por ella entraron los tres hijos de Berone: Renzo, Gino y Salvatore, con una sonrisa maliciosa y una mirada hambrienta.

Guarda chi abbiamo qui (Mira a quién tenemos aquí) —Renzo quedó frente a mí y tomó mi cabeza entre sus manos, presionando con fuerza y clavando su azulada mirada en la mía—. Adesso farai parte della mia collezione (Ahora serás parte de mi colección).

Sonreí torcido.

—Si puedes lograrlo, adelante, hijo de puta.

—¿Acaso no te das cuenta en la posición que estás? Deberías clamar por tu vida en lugar de decir sandeces —rebatió el menor de los Berone.

—Ustedes no tienen la menor idea del monstruo que van a despertar.

—Aedus es tan débil como tu padre, pero no vinimos a hablar de eso, preciosa —se hizo detrás de mí y me tomó de la garganta, apretando con fuerza mientras su hermano mayor se bajaba los pantalones—. Hemos venido en busca de diversión, así que usa esa linda boquita para satisfacernos —acercó su boca a mi oído—. Si logras hacernos felices, tu muerte será menos cruel y dolorosa.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now