Capítulo veintiséis

265 47 18
                                    

Blair

Desperté desorientada, adolorida y sin fuerzas siquiera para mantener los ojos abiertos ante la luz que golpeaba mi cara como un rayo. Quería saber dónde estaba y por qué me sentía de esa forma tan extraña, pero no podía distinguir todo lo que me rodeaba, así como tampoco podía descifrar los ruidos y las voces.

Cerré los ojos con fuerza ante la luz cegadora y sentí que tomaban mi mano y me daban un firme apretón. El contacto era cálido, tierno y demasiado conocido, no obstante, seguía sin poder saber quién me sujetaba de esa forma tan única y poderosa; tan tierna y calurosa.

Mis desordenados pensamientos menguaron su furia con la que atacaban mi cabeza, pero allí seguían y no podía tener la calma que aquella mano cubriendo la mía me daba. Aún me seguía haciendo preguntas y me seguía sintiendo tan vacía y destruida.

Traté de levantarme de la cama, pero solo pude moverme un poco y quedar sentada y con la cabeza apoyada en la almohada.

—Shhh —me arrulló una suave y masculina voz—. Aquí estoy contigo, mi amor.

De momento no reconocí la voz, pero cuando se fue filtrando por mi ser hasta llegar a mi corazón, fruncí el ceño, haciendo el intento de volver a abrir los ojos para ver esos ojos como el cielo para sentirme en calma, pero la intensa luz no me permitía ver más allá que una sombra que podría reconocer a cientos de kilómetros y provocaba un intenso dolor de cabeza.

—T-Tanner —mi voz salió rasposa y demasiado baja.

—No te fuerces demasiado, preciosa —sentí sus labios en mi cabeza y suspiré.

Su aterciopelada voz acariciaba mi corazón y lo desestabilizaba como cada vez que la escuchaba. Me dejé envolver por el calor que emitía su presencia, pero los recuerdos empezaron a azotar mi destruida alma sin piedad alguna, envenenando mi alma del más puro de los odios.

«¿Qué se siente ser nuestra pequeña y gran zorra?».

«¿Quién diría que las Walsh serían tan útiles y apretadas?».

«Eres como tu perra madre, toda una puta que exige más aunque no lo acepte en voz alta».

«Podríamos darte uso por un buen tiempo, solo debes ser obediente y una dulce paloma y abrirte para nosotros».

Las burlas de esos desgraciados mientras golpeaban mi cuerpo y me tocaban eran ecos lacerantes que se reproducían en mi cabeza sin detenerse.

Esos tres hijos de perra no quedaron satisfechos hasta no destruirme por completo y reducirme a la nada ante Tanner.

La furia, el odio y el dolor se mezclaban en mi pecho y me hacían pensar que no era merecedora el toque de él. Ahora estaba sucia y no podía borrar de mi alma dicha mierda que me estaba consumiendo de manera lenta y tortuosa.

Si bien mostré entereza cuando esos malditos me estaban violando, a Tanner jamás podría ocultarle todo el dolor que había padecido al momento en que me asesinaban en vida.

—No me toques… —rugí, apartando mi mano de la suya y cayendo a un hoyo oscuro y frío—. Lárgate de aquí.

—No pienso irme de tu lado jamás —afirmó, pero su voz sonaba igual de ronca que la mía—. No voy a dejar nunca más, Blair.

Parpadeé varias veces seguidas hasta que mi vista se aclaró lo suficiente para distinguir a la perfección cada rasgo de su rostro. Sus ojos azules aunque seguían siendo claros, no tenían chispa ni vibraban como de costumbre. Se veía demasiado cansado y la sonrisa que se extendió en sus labios no llegó nunca a sus ojos.

Su mirada daba pena y ese era un sentimiento que no quería despertar en él. Quería que me siguiera viendo de la misma forma que lo había hecho toda su vida, pero ahora yo no estaba a su nivel y mi alma estaba demasiado manchada para poder unirse a la suya.

No quería su lástima ni su pena, ni siquiera era capaz de soportar su presencia aunque fuera todo lo que necesitaba en ese instante.

—Vete —bajé la mirada, demasiado afligida y conteniendo las lágrimas—. Por favor.

—Ya te dije que no me iré de aquí. Entiéndelo.

—¿Por qué? —pregunté, incapaz de mirarlo a los ojos.

—Porque te amo —susurró, levantando mi rostro con suavidad—.  Siempre estaré para ti sin importar toda esta mierda de mundo que nos rodea.

—Pero yo…

Me abrazó con tanta fuerza, destrozando mis fortalezas y haciendo que al fin mi verdadero sentir se filtrara por mi ser y él lo viera.

Su abrazo fue como un detonante para mis lágrimas, que empezaron de desbordarse de mis ojos sin que yo pudiera hacer algo para detenerlas. Mi pecho ardía y no podía describir todo lo que me estaba matando poco a poco.

—Si dando mi vida a cambio haría que tu dolor dejara de existir, estaría dispuesto a morir ahora mismo —besó mis lágrimas y me aferré a él con firmeza, con temor a seguir cayendo en ese pozo oscuro y frío—. Verte sufrir es la muerte para mí, mi amor.

—Terminaron de destrozar el poco corazón que aún me quedaba.

—Sé que no, sé que en el fondo todavía tienes un corazón que aguarda por ser amado y muy dispuesto a amar.

—Yo no quiero amar, lo que yo quiero es destrozar a esos hijos de perra con mis propias manos.

Se separó de mí y apoyó su frente de la mía, mirándome con fijeza al tiempo que acariciaba mi rostro con extrema ternura. Su azulada mirada se volvió turbia y me recordó al joven que buscaba vengar la muerte de su padre hace muchísimos años. La furia que emitía su mirada me recordó al hombre que me protegía y asesinaba a sangre fría y sin piedad.

—Tú y yo vamos a destrozar a esos malditos italianos y haremos que aprecien el verdadero infierno en la tierra. Esos perros infelices no se quedarán tranquilos por la vida cuando se atrevieron a tocar a mi más bella rosa.

Aunque lo vi con toda la intención de besarme, me abrazó con ternura y besó repetidas veces mi cabeza, alterando mi corazón y disminuyendo mis temores.

Él merece a alguien mejor, a una mujer que lo ame por encima de sus deseos y no esté tan destruida como yo. Él merece ser feliz y a mi lado nunca lo será, aún así se empeña en seguir aquí, demostrando lo mucho que me ama y le importo.

Y su amor es algo que me da algo de esperanza, a pesar de que he perdido toda la fe de ser feliz algún día.

Lloré entre sus brazos hasta que el Holden ingresó a la habitación con el doctor para revisarme. Mi hermano se veía igual de cansado y preocupado que Tanner, pero su sonrisa reconfortante me daba seguridad.

***

—¿Cuántos días he estado sedada? —quise saber, apoyándome del hombro de Holden para ponerme en pie.

—Cinco días. Despertabas muy alterada y el doctor sugirió que lo mejor era sedarte o podrías hacerte daño —respondió—. No te fuerces de más, tienes una herida en el vientre.

—No siento ningún tipo de dolor y estando aquí no vamos a encontrar a esos malditos —rugí.

—Esa es mi caramelito, pero que seas fuerte no cambiará el hecho de que estás en desventaja. Dejemos que Aedus y Maxwell hagan el trabajo sucio y los encuentren por nosotros mientras tú te recuperas, ¿sí?

—Deberías estar en casa con tu esposa —le dije y negó con la cabeza.

—Pero tú me necesitas y yo no podría perdonarme si te dejo sola de nuevo y te sucede algo más…

—No es tu culpa, Hol.

—Quiero protegerte y acabar con toda esta mierda para siempre.

—¿A qué te refieres? —lo miré con fijeza y su mirada adquirió el mismo brillo oscuro que tenían los ojos de mi padre.

—Me cansé de estar jugando al gato y al ratón. Estoy aquí porque quiero estar presente para cuando los destrocemos uno a uno y no quede nada de ellos. Estoy dispuesto a fallar mi promesa, todo con el fin de acabar de raíz con lo problemas futuros y que puedan hacerme lamentar después. Ahora que tenemos la oportunidad, no dejaré que quede ni la sombra de lo que esos putos italianos son.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now