Capítulo once

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Tanner

—¿Pudiste hablar con Blair? —inquirió Jana y resoplé, bebiéndome de golpe el trago que acababa de servir—. No quiero que piense que entre tú y yo existe algo, lo que menos quiero es causarles problemas. 

Reí, rellenando el vaso una vez más. 

—Antes ya teníamos problemas, así que no te sientas mal por nuestras constantes discusiones y malas miradas. 

—Es que siento que le caigo muy mal. Cada vez que me mira siento frpio por todo el cuerpo. Tiene una mirada muy intimidante. 

—Eso es pura pantalla —le resté importancia—. No le prestes atención, ella está loca. 

Soltó una risita, sentándose a mi lado. es curiosa la amistad que ha surgido entre nosotros. Aunque al principio intentamos tener algo, lo cierto es que no pudimos y lo dejamos por la paz. Ahora nos llevamos muy bien, nos aconsejamos cuando es necesario y estamos ahí para apoyar el otro. Con Jana me siento en calma, quizá porque trasmite ternura y bondad.    

—No me dijiste si hablaste con ella y limaron las asperezas —inquirió con picardía.  

Bufé, jugando con el vaso de whisky en mi mano. 

—Hablamos, pero como cada vez que lo hacemos, todo acabó mal. Ella no va a dar su brazo a torcer y yo no creo seguir esperando algo que quizás nunca va a suceder. Blair sigue aferrada a su palabra y no se da cuenta de que la vida se le está pasando ante las narices —bebí el líquido de golpe y golpeé la madera con el vaso—. Es terca, orgullosa e insensata.

—Dale tiempo... No entiendo este mundo y tampoco quiero entenderlo, pero, por lo poco que me ha dado cuenta, a todos les cuesta abrir su corazón y permitirse amar. Puede ser que ella no sepa cómo manejar sus emociones y sienta miedo de que algo salga mal. 

—Es una Walsh y no tiene permitido sentir miedo. 

—Pero es un ser humano, y como todo ser humano, siente —sonrió con esa dulzura que atrae miradas—. Considero que debes ponerte en su lugar. No deber ser fácil esta vida, y tú más que nadie estuvo involucrado en ella y sabes a lo que me refiero. No la estoy defendiendo y tampoco soy partidaria de que una persona asesine a otra, pero si con ese hecho ella es feliz y puede rehacer su vida... ¿Por qué no esperarla?

—Porque me cansé de esperarla —zanjé de malhumor y con una amarga sensación en el corazón—. Por experiencia propia, puedo asegurarte de que la venganza no traerá felicidad. Mientras más te consumes en ella, más infelicidad y oscuridad habrá en tu corazón. Cuando logres vengarte, no quedará más que el vacío y una enorme insatisfacción que no puedes entender.

Le di una sonrisa y pellizqué su mejilla antes de salir de la habitación. Vagué por los pasillos de la mansión, recordando el momento en que mi padre murió y me dejé cegar por la furia y la venganza.

En un principio, quise vengar la muerte de mi padre e hice lo indecible para encontrar a los culpables, pero con el paso de los años y el tiempo, ese mal deseo se fue apagando. Aunque me rodeé de inhumanidad y oscuridad por mucho tiempo, mi alma nunca se contagió de la verdadera maldad. Asesiné y no me siento feliz ni orgulloso de ello, pero en ese entonces no conocía más vida que sobrevivir o matar.

Me detuve en el salón que tantas veces discutí con Blair en una clara señal de desafío, desde donde podía verla disparar a todos los blancos con precisión y destreza mientras Greta y Holden se encontraban a su lado y la veían en completo silencio.

Todavía podía sentir sus labios sobre los míos y la forma en que me correspondió y me apretó contra su cuerpo, haciéndome olvidar del mundo a mi alrededor e incluso de que intentaba olvidarla. Duele tanto quererla, pero no sé hasta cuando vaya a durar ese sentimiento en mi corazón. Cada día que intento hacer una vida lejos de su recuerdo, no hago más que idealizarla e imaginarla a mi lado. 

¿Por qué se aferra tanto a una venganza? ¿Por qué no deja que Aedus y Maxwell se hagan cargo de ello? ¿Por qué, simplemente, no se deja amar? Hace unos días, cuando la besé después de tanto contenerme, pude ver en sus ojos la necesidad que tenía por ser amada de pies a cabeza. 

Aunque se niegue a sentir, puedo ver sus emociones y sus sentimientos a través de esa frialdad que muestra. Conmigo esa careta no funciona.

—Lo estás haciendo mal, Greta —gruñó, haciéndose detrás de ella, enseñándole a sujetar el arma con firmeza—. Sostenla con fuerza y no la sueltes. No estás dando a los objetivos.  

 —Ten paciencia, caramelito. No la presiones —trató de calmarla Holden, pero recibió una mala mirada de su melliza. 

—Paciencia es lo menos que tengo. Si no aprende a disparar, nunca podrá defenderse ni mucho menos defenderte a ti —soltó con ácido y dureza, dejando a la pareja en silencio—. Tengo cosas que hacer, enséñale a tu esposa que pareces soportarla más que yo. 

—Blair...

Salió como una tromba del salón de tiro, pasando por mi lado a paso rápido, ignorando mi presencia.

La seguí en silencio y la sujeté del brazo cuando aceleró su paso. 

—¿Qué demonios quieres?

—Estás muy tensa —le di vuelta y su ceño se endureció aún más—. Demos un paseo. 

—No puedo, estoy muy ocupada. 

—No te estaba preguntando, pequeña —caminé, llevándola fuera de la casa—. Necesitas descansar y liberar tensión, antes de que los siguientes blancos seamos nosotros. 

Maldijo entre dientes, mas se dejó llevar por mí hasta el puerto. No tenía nada en mente, pero quería que se relajara un poco y empezara a pensar en que sí podía tener una vida normal lejos de ese infierno que está consumiendo poco a poco su alma. Además, era una excusa perfecta para estar con ella, y no sé, quizás volver a tener la fortuna de besar sus dulces labios. 

—Prepara el yate —le dije al encargado del puerto y asintió, dando la orden a los trabajadores. 

—No pienso ir contigo a ninguna parte.

—Qué pena, ya lo decidí y sí vas a venir conmigo. No es como que tengas otra opción. 

—Mira, pedazo de... 

Me acerqué a su rostro e hizo silencio. Estaba tan cerca de sus labios, que fue una tortura no poder probarlos una vez más. 

—¿Tienes miedo de estar a solas conmigo en medio del mar? 

—Sueñas demasiado —rio, mas no apartó su mirada de mis labios—. No juegues con mi paciencia. 

—Jugaré con ella las veces que me plazca —sonreí divertido, acercándome a ella hasta el grado de rozar nuestros labios—. ¿No que eres muy dura, Srta. Walsh? Un poco de presión no te hará explotar, ¿o sí?   


Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now