Capítulo dieciséis

241 48 2
                                    

Blair

Necesitaba olvidarme de algo que nunca debí permitir que sucediera, por tal razón me sumergí día y noche a buscar a dónde se encontraban los italianos. Por culpa de ese imbécil he descuidado mi trabajo y, por ende, no hemos podido localizar la guarida de nuestros enemigos. 

Después de innumerables intentos, logré ingresar a sus redes y copiar la información suficiente de rutas que los dos minutos me dieron antes de que me expulsara.

En la información que logré sustraer estaban las localizaciones de dos bodegas activas en Italia. Era poco para lo que tenía pensado, pero mucho teniendo en cuenta en el mundo en que nos rodeamos. 

—Ustedes iniciaron el juego, y nosotros pensamos terminarlo —murmuré, enviando dicha información a mis hermanos.

Fue cuestión de un minuto para que mis dos hermanos mayores entraran a mi oficina con una expresión impasible, pero no me pasó por alto la tensión en los rasgos de Maxwell.

—Aunque las bodegas no nos dan la plena seguridad de que allí se puedan encontrar, podemos usarlas como carne de cañón —dije—. No dudarán en ir a sus propiedades si estas empiezan a caer una a una y sin razón. Además de que estando allí podría reunir más información que la que puedo encontrar desde aquí.

—Muy bien, entonces planifiquen la estrategia y háganse cargo.

—No vas a venir con nosotros, ¿Aedus? —inquirió Maxwell—. No dudo de mis capacidades, pero entre los dos podremos lograr más. 

—¿Y yo qué? ¿Acaso no cuento? 

—Tú, pequeña, vas a permanecer detrás de la pantalla todo el tiempo y no vas a meter tu entrometida nariz en dónde no la han llamado, ¿de acuerdo? 

—No me subestimes. Maxwell —gruñí—. Puedo ser tan útil como cualquiera de ustedes dos. 

—No te subestimo en lo más mínimo, pero me eres más útil detrás de una pantalla y no causando caos por ahí. No podemos ser impulsivos y ponernos en riesgo en su territorio. 

Sus palabras lejos de tranquilizarme incrementaron mi furia.

—Cada uno hará su trabajo sin discutir, ¿entendido? —intervino Aedus, dándome una mirada que no daba lugar a reprocharle nada—. Tú harás lo mejor que sabes hacer, y es usar toda la tecnología para encontrar a esos putos, y Maxwell hará lo suyo, que es matar. 

Me sentía molesta de que me subestimaran, si todos teníamos las manos manchadas de sangre y fuimos criados de la misma manera, pero tampoco me tomé el tiempo de discutir con mis hermanos sabiendo cómo eran y lo que me dirían.

El resto de día estuvimos planeando nuestra estrategia para dar inicio a nuestro contraataque. Estudiamos los planos de las bodegas y sus alrededores, suponiendo dónde podían estar las bases de seguridad y concretando desde qué punto íbamos a atacar. Las bodegas estaban de un extremo a otro, por lo que empezaríamos nuestro ataque en la que era más concurrida. 

Cuando mis hermanos salieron de mi oficina, Holden entró poco después, con esa mirada que sabía lo que estábamos haciendo y una sonrisa que rayaba la amabilidad.

—Aun no tenemos nada, pero hay un pequeño avance y no vamos a desaprovechar la oportunidad ahora que se presentó —indiqué como si estuviésemos en los viejos tiempos. 

Mi mellizo me miró impasible mientras tomaba asiento en el sofá de cuero y palmeaba el espacio libre a su lado. 

Sonreí y me senté a su lado como lo estaba pidiendo, apoyando mi cabeza en su hombro. Holden me envolvió en sus brazos y permanecimos en silencio por largos segundos. 

—No vine para que me hablaras de lo que van a hacer —su calma me turbó—. Solo vine a hablar un rato con mi caramelito agrio. 

—¿De qué quieres hablar? 

—Regresaré a Estados Unidos en unos días. Greta no quiere seguir más aquí y, si te soy sincero, yo tampoco.

—Sabía que ese día llegaría pronto —susurré—. Y está bien, porque ya no haces parte de esto y mereces seguir viviendo en paz y disfrutando de tu matrimonio. 

—Pero no seré plenamente feliz sabiendo que al otro lado del mundo existe el riesgo de que uno de mis hermanos muera. 

—Tu familia ahora está allá, Hol, así que no te sientas frustrado por nosotros. 

Un denso silencio nos acompañó por largos segundos. 

—Aedus está perdido, sé que, haga lo que haga, su forma de pensar nunca será otra que esta. Maxwell podría cansarse de esta vida en algún momento, quizá cuando se enamore, quiero suponer —me hizo mirarlo a los ojos y una sonrisa triste se dibujó en sus labios—. En cambio, cada día me convenzo más de que tú no encajas aquí. Te he observado durante todo este tiempo y solo puedo ver que mi otra mitad es demasiado infeliz. 

Me tensé, sintiendo que la coraza que había creado para que nadie viese mi verdadero sentir se desmantelaba ante una mirada idéntica a la mía. Tanner es capaz de atravesar la fortaleza de mi pecho, pero Holden es capaz de destruirla y dejarme completamente indefensa.

—No quiero que mi hermana, con la cual he compartido hasta el vientre, siga sufriendo y dejándose llevar por la infelicidad. Caramelito, tú mereces vivir tu vida, no cumplir con una ridícula venganza. ¿No te das cuenta que te estás marchitando?

—¿Te parece ridículo que hayan asesinado a nuestros padres, Holden? —mis ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Debemos aplaudirles a sus asesinos que les quitaran la vida?

—No es ridículo ni menos importante y tampoco estoy diciendo que debamos aplaudir lo que hicieron, pero es la vida que nuestros padres eligieron por encima de una mejor y ellos sabían a lo que se atenían desde el principio. Pero porque ellos hayan estado en este mundo, no quiere decir que nosotros estemos en la obligación de seguir sus pasos. Nosotros somos libres de elegir lo que queremos ser y hacer. Es ridículo dejar pasar las oportunidades para ser feliz únicamente para morir por dos personas que, aunque fueron importantes para nosotros, nunca van a regresar hagamos lo que hagamos —secó mis lágrimas con suavidad—. Si eres feliz aquí, no insistiré más, de ser lo contrario, no descansaré de decirte que vengas conmigo y empieces a vivir por ti. 

—Es cierto que, haga lo que haga, nuestros padres nunca van a volver a la vida —tragué el nudo de emociones que me embargaba y lo miré fijamente a los ojos—. Pero créeme que nada me haría más feliz que acabar con esos hijos de puta, no solo por asesinar a nuestros padres, sino también por atreverse a tocarte. Holden, déjame cumplir con mi venganza, que cuando la haga y si no es demasiado tarde para mí, viviré lejos de este mundo y buscaré esa felicidad que tanto me he negado. Pero en este momento no puedo darme el lujo de tener más debilidades. 

    

Blair: Serie Walsh #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora