Capítulo veintinueve

318 46 8
                                    

Tanner

¿Cómo podía explicar lo que sentía en el pecho? ¿Cómo podía decir con una sola palabra la felicidad que me dominaba y no me permitía pensar en nadie más que en Blair y en mí? ¿Cómo podía comprender lo que estaba pasando si parecía que estaba en uno de mis tantos sueños?

Admiré por enésima vez a Blair, profundamente dormida y en calma a mi lado, luciendo como un bello ángel y respirando tranquila, asegurándome que todo era más real de mi lo que mi mente estaba dispuesto a aceptar.

Aún se me hacía irreal que, a su manera, me haya dicho que me amaba. Aún me parecía increíble que, después de tanto insistirle, me haya dado por fin una oportunidad de amarla. Parecía un sueño y no tenía intención alguna de dormir para que, al despertar, todo se desvaneciera en mis narices.

La apreté un poco más fuerte contra mi pecho sin llegar a tocar su herida en su vientre y cerré los ojos, inhalando su aroma y dejándome envolver por el calor que emanaba todo su ser. La amaba y haberla esperado había valido la pena.

Ahora solo podía pensar en nosotros, en todo lo que deseaba vivir a su lado y en todo lo que podríamos construir en un futuro no muy lejano, pero sabía que no podía presionarla de más o podría huir de mí. Aún necesitaba sanar, olvidar todo lo que había pasado y dejar este presente tan cruel y oscuro tres metros bajo tierra para que nadie se interpusiera en nuestra felicidad.

Porque lo nuestro era un hecho que no iba a permitir que nadie destruyera, ni siquiera ella misma con sus inseguridades y temores. Nada haría que dejara de amarla.

Blair era una mujer muy fuerte, capaz de ocultar demasiado bien su verdadero sentir, pero en ese momento sentía que todo lo que había vivido la había marcado y sería difícil borrar cada recuerdo de su mente. Y no era para menos, si esos hijos de perra la habían violado y golpeado hasta dejarla en la inconsciencia.

Me aferré a su cuerpo, apartando ese pensamiento de mi mente antes de que perdiera el control e hiciera alguna estupidez. Aedus y Maxwell ya estaban encargando de ellos y era cuestión de días para cobrarnos una a una de todo lo que nos habían hecho.

Aunque una parte de mí lo había dejado en el pasado, esa necesidad de vengar la muerte de mi padre resurgía de entre las cenizas y me decía una y otra vez que no podía dejarlo pasar como si nada.

La culpa me carcomía y laceraba mi pecho de una manera mordaz, pero también me mantenía lo suficientemente lúcido para no perder la oportunidad cuando llegara nuestro momento. Estaba tan sediento de sangre como de ser feliz en la vida junto a la mujer que amaba.

Y los destrozaría por completo por tocar a mi bella y perfecta rosa.

***

La noche se me hizo tan corta. La emoción y la felicidad que sentía no me permitió pegar el ojo en toda la noche, pero por primera vez valía la pena trasnochar, ya que así me aseguraba de que Blair estaba bien protegida entre mis brazos.

Le hice mil promesas, sin embargo, solo una predominaba por encima de todas; y era la de hacerla muy feliz como tanto se lo merecía.

Empezaba a quedarme dormido cuando la sentí removerse sobre mi pecho, apretándose más contra mí y haciéndome sonreír.

Rodeé su cintura y dejé un tierno beso en su cuello, sonriendo ante el profundo suspiro que soltó.

—Te amo tanto —susurré y otro suspiro salió de sus labios, al tiempo que su mejilla se presionaba más fuerte contra mi pecho—. ¿Cómo dormiste, mi amor?

—Nunca había dormido tan bien —murmuró—. ¿Qué me hiciste para que cayera en coma profundo?

—Bueno, no te culpo, ya que te estabas perdiendo de una almohada lo suficientemente cómoda por tu terquedad y orgullo.

Blair: Serie Walsh #2Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu