Capítulo treinta y cuatro

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BLAIR

Mi hermano mayor me tenía abrazada fuertemente, tanto que no podía casi respirar. Pero no dije nada, tampoco me incomodaba que Aedus, el tipo más frío e insensible, me demostrara en un abrazo lo mucho que me quería y le afectaba mi partida. 

—Cuídate mucho —me pidió, separándose un poco de mí sin llegar a romper el abrazo por completo—. Prométeme que vas a llamar. 

—Lo haré —sonreí—. Que me vaya de casa, no quiere decir que deje de ser tu molesto grano en el culo. 

Aedus soltó una risita divertida, una autentica y para nada fingida. Volvió a estrecharme entre sus brazos y aspiré su aroma. Bromear era la forma de decirnos que nos extrañaríamos mucho y que muy en el fondo no deseábamos separarnos, pero mi momento de vivir mi vida había llegado y no pensaba dejarlo pasar una vez más, no cuando tenía a Tanner, esperando por vivir de mi mano mil aventuras.

Debía confesar que me sentía muy ansiosa y nerviosa, quizá porque nunca había vivido en otro lugar que no fuese fuera de la isla, aun así, estaba emocionada de descubrir un mundo que ante mis ojos era nuevo y diferente, algo que me daba curiosidad y me hacía sentir una persona del común. Además, todo se sentía demasiado bien porque estaba Tanner. Sin él, esa ansia de querer buscar mi propio camino nunca hubiese sido tan intenso y real. Ahora contaba los minutos para irnos de la isla y empezar con nuestra relación en otro lado del mundo, viviendo por y para nosotros. 

—No olvides visitarnos —le recordé a Aedus por enésima vez y reí al escuchar su resoplido—. Prometiste ir, así que te estaré esperando con ansias. Además...

—Sí, sí, ya sé lo que prometí —dijo con hastío—. Ahora vete, que Holden hará un hueco en la tierra de tanto caminar de un lado a otro. 

—Hay que entenderlo, ha pasado varios meses sin ver a su esposa. 

Mi hermano asintió y tomó mi rostro entre sus manos. Aedus es el más difícil de descifrar de nosotros, quizás porque mi padre fue mucho más severo con él y aprendió a usar diversas mascaras para que nadie notase su verdadero sentir, pero podía ver en sus hermosos y enigmáticos ojos azules la soledad y el vacío.

—Bueno, ya suéltala que no podré despedirme de mi chica —Maxwell empujó a Aedus y me abrazó con fuerza—. Estaré resolviendo unos cuantos asuntos, entre ellos, el viejo Berone, pero no tienes que preocuparte por mí, que tan pronto quede libre de compromiso, estaré visitándote. 

—Sí, claro, muero por tu visita —bromeé, haciéndolo reír—. Me encargaré de que la gordis esté presente. 

—No le digas así, Blair —me fulminó con la mirada y dejé un beso en su mejilla. 

—Es de cariño, no me burlo y tampoco la ofendo. Pero te recomiendo que no tardes, porque nunca se sabe, quizá la gordis tenga perro que la ronde. 

Maxwell negó con la cabeza queriendo matarme con la mirada y le di un nuevo beso en la mejilla, así como también dejé uno en la mejilla de Aedus, antes de que me diera vuelta y saliera de la casa con cientos de sentimientos encontrados, pero sin ataduras ni inseguridades encima.

Holden y Tanner me esperaban fuera y pude escuchar el reclamo y la burla que mi novio le estaba haciendo a mi mellizo. 

—No seas así con mi caramelito, no ves que está a punto de sufrir de un infarto y una neura si no nos vamos en este momento.

Holden resopló, pero terminó riendo al igual que nosotros. Nos despedimos de mis hermanos mayores que quedaron en la isla y subimos al auto que nos llevaría hasta el muelle y así poder abordar el avión privado de la familia. El viaje sería largo y tendríamos que pasar por infinidad de vuelos hasta llegar a nuestro destino, pero me daba cuando que valía la pena siempre y cuando estuviéramos lejos del mundo en el que nacimos y pudiéramos ser tan libres y felices como cualquier persona en el mundo. Lo entendía, ahora entendía a Holden y sus locos deseos de irse cuanto antes de esta isla.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now