Capítulo veintitrés

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TANNER

Había momentos donde recordaba lo que era y me recriminaba por todo el mal que había hecho y por aquel placer momentáneo que me causaba arrebatarle la vida a alguien con mis propias manos. Me juzgaba muy duro a mí mismo, pero en ese entonces matar y sobrevivir era la única vida que conocía. No teníamos más opción que seguir por el camino que mi padre me guio.

Ahora, que he estado en las dos balanzas y sigo creyendo fielmente que debo seguir obrando lo mejor posible, pensar en que esos hijos de perra pudieron hacerle algún daño al amor de mi vida despertaba esas intensas ganas de dolor y sangre. Si se atrevieron a ponerle un solo dedo encima y le provocaron dolor, esta vez no me arrepentiría de torturarlos y disfrutaría segundo a segundo cómo soltarían sus últimos suspiros.

El lugar que indicaba el localizador quedaba en una zona boscosa y demasiado solitaria y lejana, por lo que nos pusimos en marchar sin trazar ningún plano. En ese momento solo podíamos pensar en rescatar a Blair antes de que la asesinaran.

La velocidad con que Aedus conducía dejaba un ruido sordo como rastro mientras nos adentrábamos a los dominios de los italianos. Aunque nos manteníamos alertas por si en algún momento nos llegaban a atacar de sorpresa, el hombre al volante poco le importaba lo que pudiese suceder.

Nuestro principal y más importante objetivo era salvar a Blair.

Incluso Holden estaba demasiado sumido en sus pensamientos, con el ceño endurecido y una tensión muy notoria en su cuerpo. No habíamos vuelto a mencionar palabra alguna desde que salimos de la bodega, aún así, podría saber a la perfección lo que estaba pasando por su mente y lo mucho que debía estar culpándose por no estar con ella para protegerla. Quizá para él era demasiado mi amor por su hermana sabiendo que nos habíamos criado juntos, pero ella para mí siempre sería mucho más.

—No bajen la guardia —Aedus cortó el silencio, aumentando la velocidad—. Estamos a cinco a kilómetros del punto del localizador.

Mi corazón empezó a latir con más fuerza a medida que nos acercábamos al punto que se encontraba Blair. Me sentía demasiado ansioso por verla y protegerla entre mis brazos, pero a la vez sentía angustia y miedo de que llegáramos demasiado tarde.

Visualizamos una pequeña casa y sacamos nuestras armas, preparados para disparar a todo lo que se nos atravesara en el camino, pero lo que más extraño me pareció fue que no saliera ningún hombre a bloquearnos el camino, o podrían estar allí, escondidos entre el bosque y esperando el momento preciso para atacarnos.

—Bajaré primero —indicó Aedus, deteniendo el auto de golpe frente a la casa.

—¡Qué te den! —rugió Holden y saltó del auto tan pronto este se detuvo.

No pensaba quedarme a discutir con Aedus, bajé con la misma rapidez que mi amigo y avanzamos con sigilo hasta la entrada de la pequeña casa. El silencio que había a nuestro alrededor era tétrico y solo se interrumpía por el cantar de los pájaros, nuestras respiraciones pesadas y el crujir de las hojas y el pasto bajo nuestros botas.

Demasiado silencio…

Demasiada quietud…

Holden me hizo una seña y me puse al lado izquierdo de la puerta de la casa mientras él se posicionaba a la derecha. Maxwell venía detrás de Aedus, mirando a su alrededor y apuntando con su arma sin tener un punto fijo.

Aedus se plantó frente a la puerta de la casa y su ceño se profundizó, mirando a sus alrededores buscando a alguien más que no estaba presente. También se sentía extrañado ante tanta quietud.

—No me gusta este silencio —dijo—. Estos hijos de perra acabaron con su trabajo aquí, de no ser así…

Mi corazón se hizo pedazos en mi pecho y me apresuré a derribar la puerta de varias patadas. Mis manos temblaban y en ese momento solo podía escuchar los latidos de mi corazón retumbando en mis oídos.

En cuanto logré derribar la puerta, un amplio salón sucio y vacío nos recibió. La casa era tan pequeña, sin ventanas ni ninguna otra salida que no fuese la puerta de madera que acababa de tumbar. Olía a mierda, basura y había manchas de sangre por todo el suelo. Era su lugar de tortura, no tenía ni la más mínima duda de ello.

La única puerta de acero que había en el interior del lugar se encontraba de par en par y lo único que cortaba el silencio era la madera bajo mis pies cuando corrí hacia ella y mi mundo se venía abajo con una lentitud que me estaba quedando con fiereza.

Me quedé estático en la entrada, quizás con el corazón detenido, la respiración inexistente y un inmenso dolor en el pecho que no me permitía siquiera parpadear.

Como lo suponía, Blair estaba colgada del techo, completamente desnuda y con la cabeza hacia abajo. Su cabello cubría todo su rostro, así que no podía verla. Su hermosa piel estaba llena de moretones y sangre le brotaba del vientre, de la herida que tenía en la parte baja.

Oía a lejos gritos, golpes y ruidos. Mi corazón dolía tanto y esa imagen de ella frente a mí no me permitía salir de mi aturdimiento, hasta que vi a Holden tomarla del rostro y gritarle mientras Maxwell la soltaba y Aedus la sostenía en sus brazos.

Nunca había visto tanto dolor en tres hombres que siempre demostraron su entereza y orgullo hasta hacerte creer que eran inmunes al sufrimiento. Nunca los había visto tan desestabilizados y perdidos, ni siquiera cuando hirieron a Holden.

Tal vez porque, aunque se sentía igual, Blair era la única mujer de la casa y era una rosa con espinas que nadie debía tocar, pero lo hicieron, y el infierno sería poco para esos hijos de puta.

La furia y el dolor que se aglutinaban en mi pecho me mantenía estático en mi lugar, pero demasiado consciente para entender lo que pasaba a mi alrededor y que habían destrozado a la mujer que amaba.

El intenso dolor que se extendía por mi pecho era desgarrador, sentía que me arrancaban el corazón con una lentitud agonizante y satisfactoria.

Salí de mi pasmo y me acerqué a ella una vez la soltaron y Holden la estrechó con fuerza entre sus brazos. No me había dado cuenta de que las lágrimas se deslizaban por mis mejillas y que cada segundo sentía que iba a caer al vacío que sentía en mi pecho y no habría quien me sacara de allí.

Toqué su cabello y más dolor e ira sentí al ver que su rostro estaba cubierto de sangre y de cortes poco profundos.

—¡Debemos llevarla a un hospital ahora mismo! —grité, arrebatándosela de los brazos a Holden y la presioné fuerte contra mi pecho—. Ya estamos contigo, mi amor, pero debes abrir los ojos y decirnos que estás bien… Por favor.

Mi voz se quebró a la par que mi corazón, pero no iba a permitir que ahora que la tenía entre mis brazos se marchara una vez más. Su terquedad y su orgullo no sería más fuerte que mi amor, pero verla inconsciente y completamente irreconocible volvió a forjar con mucha más fuerza el odio y el deseo de venganza que había dejado en el pasado.

Nos pusimos en marcha hacia el hospital de inmediato, en un silencio brutal y alarmante y con el miedo de que fuese tarde y todo mi mundo se viniera abajo.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now