Capítulo veinticuatro

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Los minutos que tardamos en llegar al hospital más cercano fueron eternos y cargados de una falsa parsimonia que estallaría en cualquier momento.

Sostenía a Blair entre mis brazos y la apretaba contra mi pecho mientras el silencio entre nosotros se extendía mortalmente. Holden miraba a su hermana con fijeza, apretando con sus manos la herida de su vientre con los ojos rojos y llorosos. Aedus conducía con rapidez y la tensión en sus hombros no pasaba por alto, conteniendo su verdadero sentir. Maxwell no había dicho ni una sola palabra, pero sabía la furia que contenía su expresión tensa y oscura.

Sentía que estaba viviendo en otra realidad, pese a ser consciente de que este era el riesgo de estar en una vida de mierda como esta. Aún así, no he dejado de ser humano y de sentir dolor, furia y mucha frustración.

No podía dejar de pensar que no habíamos llegado a tiempo para ahorrarle tanto dolor.

Las heridas en su rostro y en general en todo su cuerpo parecían un corazón, latían y supuraban sangre, lo que ocasionaba que el dolor se agudizara en mi pecho y terminara de romper mi destruido corazón. Solo debía estar ahí para ella y fallé a mi palabra y a las promesas que me hice a mí mismo en el pasado.

Una vez el auto se detuvo, bajé con ella en brazos, siguiendo los pasos furiosos y largos de Aedus.

Abrió las puertas con fuerza y le apuntó al guarda de seguridad con su arma cuando este hizo el intento de detenerlo, alarmando al resto de personas que se encontraban allí y al mismo personal médico.

—Atiende a mi hermana —le ordenó a una enfermera que se encontraba en la sala, sin dejar de apuntarle al hombre frente a sí—. ¡Ahora mismo!

La fuerza con la que habló hizo que la chica saltara y empezara a gritar mientras corría hacia nosotros. En segundos varios enfermeros y doctores se acercaron a mí con una camilla, demasiado asustados pero dispuestos a atender a Blair.

La deposité en la camilla con mucho cuidado y la alejaron de inmediato de mi lado. Quise seguirla a la sala donde la adentraron, pero una de las enfermeras me detuvo, apoyando su mano temblorosa en mi pecho sin apartar su mirada de Aedus.

—L-lo siento, pero no puede ingresar —dijo y despareció por las puertas sin darme tiempo a decir algo.

Todo lo que venía conteniendo explotó en mi interior sin poderlo evitar ni soportar por más tiempo. Del mismo dolor que sentía en el pecho no podía sentir a mi corazón. Me sostuve la cabeza con ambas manos y me mordí los labios con fuerza para evitar soltar un grito, pero mis sollozos eran cada vez más audibles.

Sentí una mano en mi hombro y desvié la mirada a Holden. Sus ojos estaban rojos y el pánico estaba reflejado en su cara, así como la furia y la frustración. Es que eran tantas las emociones que nos gobernaban en ese instante, que era difícil describir una sola para expresar nuestro dolor y nuestra ira.

—Ella es fuerte y sobrevivirá —trató de convencerse más a sí mismo que a mí—. Los Walsh somos de acero y difíciles de matar.

Una sonrisa triste se dibujó en mis labios. Por supuesto, esas son cosas que dirían de ellos mismos y los que llevan su sangre, tal cual lo decía Blair cuando hirieron a Holden.

—Yo…

Por más que tragara el nudo que sentía en mi garganta, esa opresión que no me permitía ni hablar no se iba de mí. Jamás me había sentido de esta forma, como si la vida ya no tuviese ningún sentido, como cuando las esperanzas se mueren y ya no hay nada que nos haga salir del pozo y el dolor nunca se fuera a ir de mi alma.

—No sé qué sería de mí sin ella —musité sin fuerzas y conteniendo un sollozo—. Debí quedarme y nunca dejarla sola… Yo debía estar ahí y…

—Entiendo que te sientas culpable, yo también lo hago, pero… esto era lo que ella quería y sabía el riesgo que estaba corriendo.

—Lo sé. Sabía que esto podría pasar, pero no pensé que fuese tan pronto y cuando ella estaba sola.

El silencio nos envolvió. Mi pecho ardía al igual que mis ojos, pero una parte de mí se sentía esperanzado y que todo este mal sueño acabaría pronto.

—Amo a Blair más que a mi propia vida, Holden —cerré los ojos y, al abrirlos, más lágrimas se desplomaron—. Si ella muere, yo...

—No lo digas ni mucho menos lo pienses —susurró, apretando la mandíbula—. Sobrevivirá, lo hará, y cuando esa diabla abra los ojos, destruirá todo a su paso.

Holden me abrazó por unos instantes, haciéndome sentir el mismo dolor que yo sentía en mi pecho y nos estaba quemando lentamente a los dos.

***

Desde que la ingresaron a la sala nadie ha salido a darnos alguna información, y todos hemos estado demasiado nerviosos para pensar con claridad. Aedus y Maxwell mantenían el pánico en el hospital, vigilando que nadie extraño o la policía fuese a entrar. Holden y yo caminábamos de un lado a otro en la sala de espera, anhelando una noticia que nos salvara de morir.

No sabía cuánto tiempo esperamos, cuando salió un médico de la sala donde ingresaron a Blair y se nos acercó con cautela.

—¿Cómo está mi hermana, doctor?

El hombre carraspeó, ajustándose los lentes y dándole una breve mirada a Aedus que se acercó a él de un solo paso.

—La joven fue intervenida y ahora se encuentra bajo observación. Sufrió de múltiples hematomas, además de que presenta un cuadro de deshidratación —nos miró a los cuatro con algo de lástima y precaución—. Hasta que no despierte no podremos comprobar nuestra hipótesis, pero dada las condiciones en las que ingresó a urgencias, creemos que fue abusada y torturada.

Aedus lo tomó del cuello de la camisa y lo estampó contra la pared.

—No tienes que repetir la mierda que ya sabemos —dijo en voz baja y peligrosa—. ¿Mi hermana estará bien?

—Yo… Ella está muy delicada, perdió mucha sangre y tiene conmoción cerebral debido a los golpes que le propinaron en la cabeza. La puñalada, aunque no afectó órganos importantes, perdió la suficiente sangre para perder la consciencia. No sabemos cómo vaya a evolucionar en las siguientes horas o si…

Aedus lo soltó y golpeó la pared con sus puños, antes de darse la vuelta y salir del hospital. Maxwell suspiró y dijo algo que no logré captar y salió tras él.

Mi mundo se había venido abajo en cuestión de minutos. No solo era la impresión de encontrarla en ese estado tan deplorable y casi muerta, sino saber que había sido torturada de la peor forma para prolongar su sufrimiento, me hacía sentir aún más culpable.

El doctor no nos dio esperanzas, pero tampoco nos dijo que todo estaba perdido. Había que esperar que despertara o no lo soportara, mientras tanto solo podía pensar en nosotros, en los pocos momentos que compartimos juntos, en nuestras discusiones, en la forma en que se entregó a mí y me hizo sentir en el jodido cielo, en sus adictivos besos, en su corazón latiendo al mismo son que el mío.

Blair no podía irse y dejarme solo, ella no podía abandonarme cuando más la necesitaba incluso para poder respirar… Ella no podía dejar que este amor muriera… No podía dejarme con las ilusiones latiendo en mi corazón y marcharse como si nunca me hubiese capturado y doblegado a su maldito querer.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now