Capítulo veintiocho

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He estado ansiosa los últimos días, deseando que Aedus y Maxwell regresen cuanto antes con todos los Berone. No hay día que no piense en mi venganza y en lo mucho que deseo acabarlos con lentitud, tal como ellos acabaron con mis padres y conmigo.

Me puse un poco de protector solar en los brazos y en la cara y salí de mi habitación, queriendo caminar un poco por la isla y no estar un segundo más encerrada en esa casa. Holden y Tanner ya me tienen fastidiada con sus cuidados. Necesito aire y lo único que me pueda tranquilizar un poco es el sonido de las olas y la brisa.

No pude ni bajar dos escalones de las escaleras cuando Tanner se atravesó en mi camino, rodeando mi cuerpo en un abrazo y tratando de asegurarme como si me fuera a caer.

Suspiré, pero mi corazón se saltó un latido y mi ser se calentó como cada vez que él está tan cerca de mí, me abraza o me roba el aliento con sus labios en mi frente.

—¿A dónde vamos? —preguntó.

—Voy a caminar un poco, ya estoy cansada de estar en esta casa. Necesito respirar aire.

—Perfecto.

Solté un grito, aferrándome de su cuello con fuerza cuando me levantó en sus brazos y me sonrió tan jodidamente malicioso.

—¿Qué diablos haces? Bájame. Puedo caminar.

—Te llevaré a donde me digas.

—Tanner…

—¿Qué? —susurró, sin apartar su mirada de la mía—. Puedes lastimarte.

—Quiero estar sola… pensar, respirar.

—Te llevaré y te dejaré sola si es lo que quieres, pero sabes que caminar te puede afectar la herida. Además de que podía enredarte, caerte o no sé...

—Está bien, llévame —acepté, conteniendo una sonrisa divertida.

Su sonrisa se amplió y sus ojos adquirieron un brillo único. No dijo nada, pero sabía que no iba a dejarme sola en ningún instante y ese hecho me mantenía lo suficientemente nerviosa.

Me hizo apoyar la mejilla en su pecho y cerré los ojos al sentir lo fuerte que iba su corazón. Él estaba tan alterado como yo y nuestros corazones no podían esconder lo que sentíamos.

Desde que estaba en el hospital no hemos hablado de nosotros, si es que existe algo entre los dos, pero he estado demasiado dispersa. Mi mente y mi corazón están saturados, indecisos y guardando sentimientos buenos y malos que se mezclan y no me permiten tener claridad alguna.

Bajó conmigo en sus brazos y cruzó la sala hasta salir de la casa. El silencio entre nosotros era cómodo y cálido, y la brisa que golpeó mi rostro era todo lo que necesita para no sentirme tan ansiosa y abrumada.

Aspiré el aire húmedo y caliente y me apreté contra su cuerpo, sintiéndome protegida y a gusto.

Abrí los ojos y, en lugar de mirar los árboles o las palmas, me quedé observando el rastro de Tanner, grabándome cada detalle en mi memoria y sonriendo ante los gestos que hacía con sus labios.

Levanté la mano y la apoyé en su mejilla, ganándome una sonrisa ladeada y un suspiro que se caló más allá de mi piel. Acaricié su incipiente barba y soltó una risita por lo bajo, mirándome por breves instantes antes de volver a fijarse en el camino.

—Si me sigues acariciando así te dejaré caer.

Reí, hundiendo el rostro en el hueco de su pecho Me llené del aroma de su perfume y lo sentí estremecerse.

—Hablo en serio, pequeña diablilla.

—Qué romántico eres.

—Lo soy cuando es el caso de serlo, pero si me provocas, pierdo toda la caballerosidad.

Blair: Serie Walsh #2Where stories live. Discover now