23: Tzuyu

237 58 15
                                    

—Como yo lo veo, nosotros somos cinco y tú solo una. —Miyeon se ríe, sus ojos oscuros brillando con violencia inminente—. Claro, eres la chica del hockey. Apuesto a que puedes pelear muy bien. ¿Pero puedes con los cinco?

Sé que no puedo. Mucho menos con tres hombres, es una hija de puta.

Miro hacia la puerta de entrada de Lisa. Está cerrada, y la música pulsante que retumba en la casa me dice que incluso si gritara pidiendo refuerzos, nadie me escucharía. Mi mejor esperanza es que alguien decida enfrentarse al frío de principios de diciembre y salga a fumar un cigarrillo o un porro y me ayude.

Pero lo que preferiría que sucediera es apagar esta bomba antes de que explote en primer lugar.

—Mira, Miyeon. Pareces una tipa genial. Cometiste un error y no hay necesidad de violencia, ¿de acuerdo? Incluso si no le hubiese dicho a Sana sobre la fiesta, ella se hubiese enterado a través de su amiga. Pero tienes razón: lo que hice fue en contra del código de hermanas. Debería haber mantenido la boca cerrada.

—Maldita sea, deberías haberlo hecho.

—Así que lo siento, ¿de acuerdo? Dicho esto, realmente necesitas quitarme las manos de encima. —La adrenalina ya está aumentando en mi torrente sanguíneo.

Miyeon tiene razón: las jugadoras de hockey no son ajenas a la lucha. Me he metido en peleas en el hielo, y fuera de él. Puedo mantenerme firme en la mayoría de las confrontaciones físicas.

Pero no cuando son cinco contra una.

—Lo siento, deportista, pero no vas a salir de esta tan fácil. -Miyeon se ríe.

—Por amor de Dios, me vas a castigar cuando eres tú la imbécil que engañó a su chica...

El primer golpe me corta y me revuelve la cabeza. Su puño cruje contra mi mandíbula, una sacudida de dolor baja por mi cuello. Justo cuando me enderezo, dos de sus amigos están repentinamente detrás de mí, empujando mis brazos detrás de mi espalda. Poniéndome como una jugosa ofrenda para una hiena enojada.

Miyeon se truena los nudillos de su mano derecha, luego la izquierda.

Su segundo golpe choca con la esquina de mi boca.

Pruebo la sangre. La escupo en el pavimento.

—Da tus golpes —digo con tono resignada. —Si eso es lo que te hace sentir mejor. Pero no traera a Sana de regreso y no cambiará el hecho de que eres un saco de mierda...

El siguiente golpe lo da en mis costillas.

Mierda.

Mi lado ya está adolorido por un golpe que recibí en el juego esta noche, y ahora toda mi caja torácica está palpitando y estoy muy enojada. La ira trae otra sacudida de adrenalina que me permite salir del asimiento de hierro sobre mí. Le doy un codazo a uno de los amigos de Miyeon en la garganta, me las arreglo para golpear el estómago de otro, y después voy contra ella dándole un golpe en la mejilla, pero luego mi cuerpo es arrojado hacia atrás como una muñeca de trapo, y todos me vuelven a sostener.

—¡Qué demonios! -grita alguien desde el porche.

La caballería ha llegado.

Lisa viene corriendo por el césped cubierta de rocío. Más gritos y maldiciones furiosas llenan la noche mientras otras seis jugadoras de hockey corren hacia la acera. Alguien me agarra y me empuja a un lado.

Miyeon y sus compinches se retiran a unos dos metros de distancia mientras los dos grupos se enfrentan entre sí. Mi labio inferior está cubierto de sangre. Las respiraciones desiguales de Miyeon salen de su boca en rápidas bocanadas.

ONE OF THE GIRLS | SATZU [ADAPTACION]Where stories live. Discover now