39: Sana

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Ninguno de los dormitorios en el campus ofrece acceso al techo a sus residentes. De hecho, está explícitamente prohibido, lo cual es comprensible. La administración no quiere fiestas ruidosas allá arriba. Chicos borrachos cayendo accidentalmente a la muerte.

O, en casos raros, no accidentalmente.

La mayoría de las escuelas tienen salvaguardas contra esta mierda. Cerraduras para las que solo el personal de mantenimiento tiene llaves.Algunos de los dormitorios más nuevos requieren tarjetas de acceso para acceder a los techos. Pero Bristol House es conocida por su poca seguridad. La puerta del techo es vieja, y la cerradura es fácil de abrir. Si vives en los dormitorios, como yo lo hice en primer año, es de conocimiento común lo fácil que es escabullirse al techo de Bristol. La mayoría de los residentes permanecen fuera del radar, generalmente subiendo para fumar marihuana o tener sexo. Es ampliamente entendido que, si usas el techo de Bristol, no harás un gran espectáculo.

Pero Suho aparentemente nunca recibió el memo.

Y nunca he tenido más miedo en mi vida mientras miro a mi amigo parado en la cornisa, su delgada silueta en la noche oscura.

—Suho, por favor.

Mi voz se quiebra. Ha sido difícil hablar desde que llegué aquí. No, incluso antes de eso. Desde que él llamó hace veinte minutos y me informó que se iba a suicidar. ¿Cómo mierda no vi las señales? ¿Planeo convertirme en psicóloga y no pude ver que uno de mis amigos cercanos era suicida?

Quiero llorar. Realmente no me di cuenta de que Suho estaba sufriendo. Sí, se pone de mal humor de vez en cuando, pero ni una sola vez desde que lo conozco, ni siquiera una vez, ha expresado sentimientos de desesperanza o ha hablado de suicidio. Podría haber mostrado tendencias ansiosas, pero no tendencias suicidas.

Hasta ahora, todos mis intentos de convencerlo de bajar de la cornisa han fallado. No sé cómo comunicarme con él.

—Suho-suplico—. Baja de allí.

—¿Por qué te importa? -escupe—. No te preocupas por nadie más que por ti misma.

Sus duras palabras pican, pero elimino mis propias emociones de esta ecuación.

Esto no se trata de mí. Suho claramente está pasando por algo. ¿Pasando por algo?, chilla una voz en mi cabeza.
¡Subestimación del puto año!

Mi corazón está atorado en mi garganta, pronto a ahogarme. La azotea está cubierta de hielo, porque nadie viene aquí a echar sal. Para empeorar las cosas exponencialmente, está empezando a nevar y el viento está aumentando. Un paso en falso y él... ¡Ni se te ocurra IR allí!

—Suho, sal de ahí y vuelve —ruego—. Vamos, hablame.

—No. No quiero hablar. Detesto hablar, Sana.

—Sé que lo haces susurro.

Me acerco a él. Las sinapsis en mi cerebro se disparan en modo de pánico total, tratando de catalogar las banderas rojas que pasé por alto.

Suho siempre ha sido antisocial, pero también hizo un esfuerzo para salir conmigo, para socializar con mis amigos. No se aisló de todos, así que no lo consideré una bandera roja. Apenas bebe, no abusa de las drogas, así que no hay bandera roja allí.

Tiene problemas para abrirse a las personas y expresar sus emociones, pero eso no es único. Joy es igual de cautelosa, y tampoco la califiqué como suicida.

Dios. No sé qué hacer.

De verdad que no.

Este no es un proyecto de clase, o una verdadera jodida serie crímenes. Esta es la vida real, y estoy completamente indefensa.

ONE OF THE GIRLS | SATZU [ADAPTACION]Where stories live. Discover now