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Ocho años después.

Narra Nina.

El sonido que más odio en el mundo; La alarma. Hice una mueca de horror al escucharlo, tenía que haber bastantes cosas hoy, y no tenía ganas de hacer, literalmente nada. Un beso de mi esposo me hizo abrir los ojos, al mismo tiempo me hizo sonreír.

— Señora Brown.- Caturreó felizmente.- Buenos días.

Eso me hizo reír.- Buenos días señor Brown.

— Amor.- Dice Austin mirándome fijamente.- Tienes un moco.- Me apunto con el dedo índice hacia la nariz y bufé casi, riendo.

— Eres todo un mata pasiones ¿lo sabias?.- Le lancé una almohada y él sonrió.

— Vamos.- Se levantó dando un salto grande hacia el suelo.- Hay que hacer muchas cosas productivas hoy.- Me aferre a ni almohada con fuerza que al sentir las manos de Austin en mis tobillos solté un grito cuando me arrastró hasta la punta de la cama.

— Que sentido del humor tienes.- Digo con ironía. Me levante dando un estirón, Austin estaba terminando de ponerse su corbata, tenía una reunión importante y todo tenía que salir a la perfección; Al igual que yo, tenía que presentar mi proyecto para hacer una ayuda económica e industrial para África. Harry, era mi mano derecha, él era el encargado de ayudarme a presentar las obras y las ideas que se me ocurrían, como toda una arquitecta tenía que presentar lo mejor de lo mejor.

Están vez no quería presentar una idea clásica, no quería construir puentes, no quería construir edificios, no quería hacer nada de eso. Tengo la fe de que puedo hacer algo más que solo eso, y si ponía todo de mi parte podría lograrlo, solo tenía que usar la astucia y la voluntad.

Pero, también soy mamá, y tengo deberes antes de mi trabajo, es complicado a veces, porque no paso mucho tiempo en casa, si no es en la empresa, es en otra, y si no es en otra es en otro país. Aunque pensando como adulta, me digo a mi misma que todo lo que tuve lograr parar llegar hasta aquí fue con cada gota de sudor y... Voluntad.

Austin dijo que se iría rápidamente, obviamente no se marcharía sin despedirse de Andy.

Fui al cuarto de mi hijo, estaba la puerta entre abierta, me pare a ver por el rabillo de la puerta y ví a Andy terminado de ponerse sus zapatillas. A pesar de tener ocho años es un niño bastante inteligente. Mi sonrisa se fue borrando de a poco al ver que tenía una imagen de... Él, sus mismos rasgos, vivíamos en uno de los lugares más calurosos y tenía que ser pálido, no lo era completamente, pero lo era. Sus ojos eran cafés especiales, para mi lo eran, porque tenían una mirada tan tierna y al mismo tiempo intensa, no podía apartar mi mirada de él.

Abrí la puerta y toqué día veces, me vió y sonrió.

— Buenos días mamá.- Sonríe mostrando sus hoyuelos.

— Ya te has puesto las zapatillas solo.- Le digo cruzando los brazos.

— Es que no te habías despertado.- Se encogió de hombros.

Hace tan sólo dos días no sabía abrocharse las zapatillas.

— Mamá puedes hacerme darme un pedazo de pastel para llevarle a mis amigos.- Ruega haciendo un puchero y me río.

— Pero... ¿Uno?.- Digo algo extrañada.

Unos pasos de oyen detrás de mí, Austin aparece con su maletín y nos ve.

— Ya es hora.- Me besa en sus labios suavemente y luego le da un beso en la frente a Andy.

— Recuerda lo que hablamos anoche.- Le dice murmurando.

¿Juntos, jeff? 3.Where stories live. Discover now