¿Y ahora qué?

243 18 2
                                    

–No vas a irte... Dime, ¿cuántos quince años tienes?
–Tengo veintitrés. ¿Puedo sentarme?
–¿Me darás otra opción?
–No. ¿Cuántos años tienes tú? –dice la damisela mientras se sienta.
–Que te importa.
–Tú preguntaste mi edad, es justo que yo te pregunte.
– Lo hice porque eres una niña. Y más para estar en un lugar así.
–Soy mayor de edad desde hace mucho.
–Si, claro.
–Bueno anciana, discúlpeme usted.
–Tampoco, tampoco. Soy jóven.
–"Si, claro" –no quiso mirarla a los ojos desde que llegó pero  la damisela tan obstinada, cuando por fin la mira ella está sonriéndole.
–Regresé. Ya veo que estás muy bien acompañada. ¿Quién es esta linda pequeña? –a la chica le desagrada que le haya dicho pequeña, y lo demuestra con un gesto, lo cual le divierte a nuestra detective.
–Perdón por no presentarme antes, mi nombre es Carol, mucho gusto.
–Lindo nombre Carol, soy Edmundo es un placer –ambos estrechan la mano–, ¿y tú no vas a presentarte?

Nuestra detective observa a la damisela con mirada amenazadora, no dice nada porque se presentó con dos nombres, uno con ella y otro con él.

–No –dice nuestra detective.
–Mi amiga es Jenny, es... No acostumbra a las personas nuevas.
La chica Carol estira su mano hacia Jenny pero ésta no se mueve.

En ese momento llega la comida, por lo cual Jenny agradece, se porta todo el tiempo cortante con Carol, sin embargo Edmundo la invita a comer con ellos a lo cual la damisela acepta, todo por quedarse y conocer a nuestra detective, quien mientras más ignora a Carol, produce más interés aún por conocerla.

–Entonces, ¿tú eres la chica que salvó Jenny anoche?
–Así es.
–¿Y te agrada que hayas sido salvada o que fue Jenny quien lo hizo?
–¿Por qué rayos preguntas eso? –Jenny interviene.
–¿Por qué sonrió cuando se lo he preguntado? – dice mirando a nuestra detective, la chica se sonroja–, oh, ya veo, claro, ya entendí.
–¿Qué entendiste? –pregunta Jenny irritada.
–No, nada, que no estás disfrutando tu comida.
–Es cierto, sabes qué, me retiro.
–Oh no, no ha sido mi intención amargarles la noche, disculpen, con permiso, yo me retiro.
–Espera Carol no te vayas... Oh demonios, ¿podrías no ahuyentar a la gente que te rodea?
–No. Me gusta cuando se van.
–Y luego dices que no estás amargada.
–¡Agh!...

La damisela se ha ido, para evitarle más molestias a nuestra detective, aunque al principio insistió sin importar que a Jenny le molestara su obstinación. Nuestros amigos siguen su plática, la noche se alarga mucho, nuestra detective no tiene para nada ganas de irse.

–Tal vez podrías dejar de tomar un poco...
–Tal vez podrías dejar de preocuparte un poco...
–No Jenny, lo digo de verdad, nunca tomas y ya llevas...
–Mira señor doctor... Ashh.
–¿Qué sucede?
–Anne ha estado mandándome mensajes, ya me llamó cinco veces.
–¿Y por qué rayos no le contestas?
–Porque no, ¿para qué?
–No seas tonta, qué tal si es algo de urgencia.
–No para nada, solamente me pregunta que cómo estoy, que dónde estoy, que por qué no le respondo, cosas vagas.
–Ella te quiere.
–Otro. No me vengas con tus cosas.
–Sólo digo la verdad. Otra verdad es que fuiste muy cruel y ahuyentaste a Carol.
–Ya vas a empezar.
–Lo digo porque sigue mirando hacia ti.
–Sabes qué, voy a darte gusto, a ver si así dejas de joder.
–¿Qué? Pero... Yo no...

Nuestra detective se va dejando a Edmundo con las palabras en la boca, se dirige a la mesa de la damisela, comienza a hacerle plática, se muestra atenta, comprensiva y le coquetea, Carol se sonroja muchas veces, Edmundo solamente la cuida de lejos sin entender nada, concluye que las mujeres son tan ambivalentes, no se les acerca para no echarlo a perder pero procura que no haga una estupidez Jenny, la cual está ya pasada de copas pero logra mantener un buen control y raciocinio, mínimo... Carol se deja atrapar, pero no permite ningún contacto físico con Jenny a pesar de que se siente muy atraída. Anne sigue llamando a Jenny pero ésta la ignora. Una vez que se le han pasado mucho las copas Edmundo ha decidido a llevarla a casa.
Al día siguiente Jenny despierta con un gran dolor de cabeza, avisa a la jefatura que no irá, que se quedará en casa porque se siente enferma, claro que es mentira pero por ahora nuestra agente no quiere ver a nadie y mucho menos del trabajo. El día es completamente suyo, Edmundo le marca temprano para saber si se encuentra bien, acuerdan verse al atardecer para cenar. El celular suena, nuestra agente piensa que es Anne por lo que no responde, el celular suena por segunda vez, podría ser un caso piensa Jenny, pero ha avisado que no irá a trabajar, y aún le duele la cabeza, se prepara un café mientras el celular suena por tercera vez, por fin se decide a ver quién llama, el número es desconocido y nuestra detective desconfía, le extraña.

–¿Diga?
–Hola, creí que no contestarías.
–¿Quién habla?
–Soy, soy Jackie. ¿Estás ocupada?
–Oh, eres tú, qué sorpresa. Así es, tengo una cita muy importante con el señor café –Jenny no se dió cuenta del estado de ánimo de la damisela cuando mencionó la palabra cita, Jenny se ríe–, ¿gustas una taza?
–Claro, sería genial -sus ánimos se acrecentaron con la invitación-. ¿Nos vemos en Co...
–Oh no, para nada, ven a mi casa, me muero si salgo, la resaca no es para nada lo mío –interrumpe Jenny.
–Está bien, dame tu dirección y voy para allá.
–¿Ahorita? ¿No estás ocupada tú? –Jenny le pregunta.
–¿Tú estás ocupada?  –repite la pregunta que hizo al principio.
–Yo te pregunté que si tú estás ocupada.
–Pues si, pero yo pregunté primero, yo no estoy ocupada. ¿Estás tú ocupada?
–No estás ocupada, yo no estoy ocupada.
–Bien.
–Bien.

La discusión por saber si están o no ocupadas hace que ambas rían, lo que agrada a Jenny, por lo menos olvida un poco el dolor de cabeza. Al final ambas cuelgan. Y Jenny se queda a la espera de su nueva amiga.

Delito no evidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora