Enfrentamiento

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—¿Cuál es tu maldito problema?
—Relájate Ed, me duele la cabeza.
—Y bien te lo tienes merecido.
—¿Vas a reclamarme todo el maldito día?
—Para tu suerte me voy al trabajo. En verdad era importante para mí y lo mejor es que te regreses a Phoenix, estar aquí no te sienta bien.
—¿Qué quieres que responda?
—Que te disculpes, ¡por Dios!
—Si yo lo veía en mis cinco sentidos no iba a actuar bien. Fue por el bien de los tres Ed.
—¿Qué tienes contra él? ¿Abuso de poder?
—No me fío de Carl.
—¡Pero trabajabas para él!
—Tal vez no presté atención antes...
—¿A qué? —exige Edmundo con las manos a la cintura.
—Carl dejó el caso con mucha facilidad... —dice Jenny para sí misma.
—¡Sigues con eso! ¡Déjalo ya! Entiende que se acabó Jenny, lamento que no lo hayan atrapado, Carl fue muy claro y explícito cuando me contó que sería difícil dar con él y más sin pruebas.
—Un asesino en serie no deja de matar o se da un descanso y luego de un tiempo regresa... —vuelve a hablar para sí misma—, ¿qué acabas de decir?
—Que no hay más asesino, tal vez se cansó de matar y...
—No.

Jenny aprieta sus puños con fuerza y presiona su mandíbula para contenerse.

—Ése infeliz ha estado jugando.
—¿De qué hablas?
—No te habría contado nada del caso a menos que quisiera que vinieras a contarme a mí...
—Basta de eso Jenny, entiendo que mató a dos chicas que amabas pero no hay razón para volverse loca.
—Tengo algo que hacer.
—¿A dónde vas? —pregunta Ed con sorpresa y temor.
—A visitar a tu novio.

Edmundo intenta detenerla a toda costa para evitar que cometa alguna locura, pero Jenny en sus pensamientos avanza con determinación. Ed al no poder hacer que cambie de opinión se ofrece a llevarla más para evitar que lastime a Carl o se lastime a sí misma, intenta en el camino sacarla de sus pensamientos y conseguir aunque sea un poco de información pero todo esfuerzo es inútil. Apenas aparca el auto cuando Jenny ya ha salido, se encamina muy rápido entre los pasillos donde ella solía andar.

—¿Se encuentra Carl?
—Wow Jenny qué gran sorpresa verte.
—¿Jenny? Qué alegría verte.
—¿Se encuentra Carl? —repite ansiosa.
—Se encuentra en su oficina com...

—¡Jenny espera!
—Hola Ed, ¿sucede algo?
—No pasa nada, Jenny mató mi pez y vengo siguiéndola para que se disculpe, ¿a dónde está?
—Hacia allá, con Carl.
—¿Seguro que todo bien?
—Si, ya saben cómo es Jenny.
—Por eso mismo —responde Ryan.
—Con permiso —dice Edmundo para safarse.

—Mucho trabajo, ¿verdad?
—Jenny —responde Carl al girar su asiento hacia ella.
—No pareces muy sorprendido.
—Intuí que vendrías y claro, ando con tu mejor amigo con mayor razón me buscarías.
—No lo intuíste y no andas con él. Eres un maldito enfermo.
—¿Estás queriendo decirme algo Jenny?
—Resulta que ahora que me voy eres gay y más aún decides andar con Edmundo. Qué curiosidad me da el que nunca quisiste salir con nosotros las pocas veces que te invitaba.
—No es que me hayan invitado mucho, además tu das miedo ya sabes...
—No lo sé Carl en realidad no me lo habían dicho antes.
—Por lo mismo de que das miedo —enfatiza Carl.
—Sobre todo un tipo rudo como tú verdad.
—¿A dónde quieres llegar?
—Mejor dime ahora qué sigue, ¿van a casarse? —dice Jenny irritada y Carl ríe.
—Tocan la puerta, ¿traes compañía Jenny? —pregunta con recelo.
—La risa se te ha ido de pronto, ¿es que acaso escondes algo Carl?
—Lo único que escondo es un anillo de compromiso para tu mejor amigo —enfatiza Carl las últimas palabras mientras pasa de frente a Jenny para abrir.
—Te has puesto pálido y descubriré aquello que ocultas.
—Ya te dije qué —termina Carl mientras gira la perilla.

—¡Carl! —Edmundo se avienta a abrazarlo.
—Hola amor —responde con amargura mientras mira a nuestra detective.
—¿Te hizo algo esta loca?
—¿Disculpa? —dice Jenny ofendida.
—Todo está bien, tranquilo.
—Sólo vine a disculparme con Carl por lo de la otra noche y vine a invitarlo a comer para compensar... Nos vendría bien a los tres —se excusa Jenny y no deja de mirar a Carl con ojos acusadores.
—Sí, le he dicho que no hay problema que podemos tomarnos una taza de café o si prefieren una cerveza para la tensión, en cuanto sea la hora de comer claro ya que tengo un poco de trabajo.
—No debiste venir a molestarlo Jenny.
—No debiste seguirme Edmundo, además me molestabas mucho porque arruiné lo de la otra noche. Hasta pronto.

Edmundo se queda en total silencio casi sin respirar porque Jenny muy raramente lo llama por su nombre completo. Nuestra detective sale del lugar y espera a Edmundo en el auto.

Delito no evidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora