¿Una cita?

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(Ring, ring, ring)

–¿Diga?
–Hola Jenn.
–¿Carol?
–Si, soy yo.
–Vaya, que bien, creí que no marcarías. Como dijiste que tú me llamarías, no quise hacerlo yo.
–Lo sé. Espero no haberte despertado.
–No te preocupes, es hora de trabajar, pero dime, ¿cómo te ha ido?
–Pues la verdad nada bien, no he dejado de pensar en ti.
–Oh, ¿y eso es malo?
–No, para nada, bueno si, no, es sólo que no logro concentrarme bien, pienso en ti todo el día.
–Me alegra mucho que sea así.
–Pues a mi también me alegra, pero no me conviene en mi trabajo.
–Y dale con lo mismo, ¿seguirás con eso?
–No lo sé, supongo que si. De verdad que jamás me sentí así con nadie. Desde que te vi sentí algo muy extraño. Quiero verte.
–Perfecto, tú di cuándo y dónde –dice Jenny interrumpiendo a Carol.
–Este pues, no sé. ¿Te parece en el bar donde nos conocimos?
–Seguro, nos vemos ahí en una hora.
–Está bien.

Ambas cuelgan, en realidad Carol despertó a Jenny pero no le ha importado pues ha valido la pena, si hasta nuestra detective se levantó de buen humor. Las dos se dan prisa y llegan veinte minutos antes de la hora citada.

–Vaya, si que eres puntual –dice Jenny.
–De verdad que he querido verte –se defiende Carol.
–¿Sucede algo malo?
–¿Es malo querer estar contigo?
–Al contrario, pero, ya han pasado dos semanas y no me contactaste.
–Bueno, ya estamos aquí, ¿no?
–Claro que si. Entonces, la urgencia te hizo llegar temprano.
–No, es decir, estaba ansiosa por verte, sólo eso –se sonroja Carol–, ¿y tú, llegaste pronto para irte pronto?
–No, también he querido verte.
–Creí que ya era hora de trabajar.
–Siempre es hora de trabajar.
–Bueno, ¿qué quieres tomar?
–Lo que sea, quiero que pidas por mí.
–¿Irás a trabajar?
–No si no quiero.
–Claro, ya recuerdo, te mandas sola.
–Así es, ¿y tú debes irte pronto?
–Yo esta noche no trabajo.
–Perfecto, porque yo tampoco.
–Eres una tramposa Jenny, dijiste que tu trabajo...
–Me gusta ser tramposa siempre que conviene, déjame serlo –Jenny sonríe de manera dulce para Carol–, sabes, tengo una duda muy grande, casi muero por su culpa.
–Pues desahógate.
–Te presentaste aquí en este mismo lugar ante mí como Jackie, y ante mi amigo lo hiciste como Carol, ¿cómo funciona eso?
–Si, pues... Mi nombre es Carol Jackeline.
–Ya veo, tus nombres no me gustan, son tan infantiles y la combinación es diagh.
–No me reproches que yo no los elegí. Me ofendes. Además, no les doy uso.
–Yo no te ofendo, tú te ofendes con lo que te digo.
–Bah, como sea, salud.
–¿Por qué?
–Porque estamos aquí por segunda vez, tengo el honor de verte de nuevo.
–Muy bien, salud –ambas toman de su cerveza un gran trago.
–Entonces, ¿te desperté?
–¿Qué?
–Cuando respondiste al teléfono te oías adormecida aún. Duermes tan tarde...
–Había tenido una noche dura, el trabajo es fuerte.
–Pero tú eres más fuerte, ¿por qué no me cuentas? –le anima Carol.
–Seguro, pero en otro lugar. Vamos, quiero caminar –dice nuestra detective mientras se pone su chaqueta.

Al pagar la cuenta ambas salen, la noche es fresca, y el viento es suave, viene bien caminar en una noche así, muchas personas han aprovechado la noche para salir a caminar, se aprecia unos cuantos con sus mascotas, aunando que la ligera lluvia de la tarde dejó un rico olor a tierra mojada. No es muy común que llueva y menos que sea una simple llovizna.

–¿Quieres que hagamos algo en especial? –cuestiona nuestra detective.
–Me basta caminar a tu lado, estar contigo –responde Carol.
–Perfecto, sigamos.

Llegan hasta una plaza en la cual hay una larga hilera de fuentes, pegadas al suelo, de las cuáles sale el agua brotando simulando que el agua realiza una bonita danza, con luces de colores como decoración.

–¿Hace cuánto que no te bañas chiquilla? –pregunta Jenny observando la danza de las fuentes.
–¿Qué? –Carol sigue la vista de nuestra detective–. Estás loca, no soy una chiquilla, me baño diario y ni se te ocurra aprovecharte de la diferencia de tamaño.
–Me has leído la mente.
–¡Pero si fuiste obvia! –se queja Carol.

Al decir esto nuestra agente toma con fuerza a Carol para cargarla hasta la danza con el agua, donde ambas se empapan ya que al resistirse Carol, Jenny debe quedarse con ella para que se mojé bien. Las dos terminan muy cansadas por el esfuerzo de la lucha. Buscan una banca dónde sentarse.

–Quiero una nieve, y tú debes pagarla.
–¿Ya me exiges chiquilla?
–Ya te dije que no soy chiquilla y por tu culpa estamos empapadas.
–Claro. Además no como esas cosas, la última vez que lo hice me salió un cabello a la mitad de mi nieve, tuve que tirar la mitad que no me comí, fue tan triste desperdiciar esa deliciosidad de sabor.
–Lástima por ti, no me interesa, pero te aseguro que sólo como pay de limón, sino prefiero no comer, así es que si no encontramos buscaremos por todos lados.
–Qué falta de empatía tienes niña, está bien, sirve que nos secamos más rápido.
–¡Perfecto! –exclama Carol con emoción.
–Anoche, una chica prostituta fue encontrada muerta, a la salida de un antro, más bien en la esquina de la manzana. Me llamaron, revisamos la escena, fue forzada a tener sexo, aparentemente, al final el tipo le tiró el dinero encima. Fue golpeada con ganas.
–No te expresas tan profesional –agrega Carol un poco triste por lo que le cuenta Jenny.
–No eres ningún colega. No tengo porqué.
–Hace mucho frío –tiembla al decirlo.
–Claro, pero querías mojarte verdad...
–¡No exageres! ¡Has sido tú! –se enoja Carol y Jenny ríe abiertamente.
–Sabes, no comeré nieve.
–¿Por qué no? –dice Carol con tristeza.
–Por lo que te dije.
–Lo del cabello, claro. Pero te salió una vez, no andan vendiendo por ahí nieve con cabello para agregar más sabor...
–Que va, igual no pienso comer.
–Entonces yo tampoco. Por lo menos hasta que comas conmigo.
–¿Ignorarás tu antojo?
–Probablemente.
–Qué ruda –se burla nuestra detective.

Al final Jenny la lleva a cenar a un pequeño restaurante donde pasan desapercibidas. Ambas se dan cuenta que ahora no pueden estar una sin la otra a pesar del poco tiempo que llevan de conocerse, los sentimientos que sienten una por la otra son suficientes para ellas, es un acuerdo que aunque aún no lo hablan, lo mantienen como acuerdo telepático.

–Quiero declarar oficialmente ésta como nuestra primera cita –dice Carol con entusiasmo.
–¿Una cita?
–Así es. La primera vez que te vi, fue en un bar... La segunda no fue... No tenía en mente que sucediera así en tu casa, me dejé llevar. Pero, ésta noche ha sido tan maravillosa, igual que las otras, pero aún más –dice con una gran sonrisa en la cara.
–Eres una chiquilla realmente increíble, ¿sabes?

Las dos están en la mesa frente a frente, por lo cual Jenny hace un poco de esfuerzo para acercarse a Carol y darle un beso sincero en sus labios.

–Me gusta besarte.
–Me gusta que me beses –responde Carol ya sonrojada por el acto.



Capítulo dedicado a;

cesar-navacosta

... Por el cabello en la nieve :v

Delito no evidenteWhere stories live. Discover now