Fuera de peligro, tal vez...

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Al llegar a casa Carol la espera con mucha impaciencia. Por suerte para nuestra detective, ya que tendrá compañía. Llega demasiado cansada, Carol no hace preguntas al verla llegar, se contenta con un abrazo. Jenny tampoco le cuenta lo que pasó después, solamente va a darse un baño en plena madrugada. Una vez se ha puesto pijama se prepara para dormir, Carol sin embargo la sorprende con un pequeño aperitivo.

–No sé si quiera comer Carol, estoy muy cansada –dice Jenny con cierta pesadez.
–Casi no te alimentas, te hará daño. Debes estar fuerte, el ejercicio no te mantendrá en forma siempre si no comes bien.
–Bien –suspira Jenny, no tiene ganas de llevar la contra.
–¿Quieres hablar? –le anima Carol.
–No nena, gracias, estoy cansada.
–Está bien, ven.

Se lo dice mientras retira la comida, la jala hacia la cama, se acuestan juntas, Carol la acomoda de manera que Jenny quede a la altura de su pecho, entonces acaricia su cabello, intentando que Jenny se relaje y de tal manera que se quede dormida sin preocupación...
Ambas se levantan ya muy comenzado el día. Jenny bosteza ampliamente.

–Dios, no recuerdo la última vez que dormí así de rico, si es que alguna vez lo hice... Debería estar ya en la oficina –dice mirando su reloj de mano.
–Buenos días amor –dice Carol arrebatadamente, se sonroja por su atrevimiento.
–Este... Buenos días –responde Jenny después de unos segundos de silencio.

Esto provoca cierta incomodidad en ambas, ninguna menciona algo al respecto y el tema no lo tocan para nada.

–Ehm... No quisiera ir al trabajo –se queja nuestra detective.
–Debes cumplir con tu deber... Me alegra que sigas viva –dice para olvidar lo de hace unos instantes.
–Ya que y gracias –suspira.

Ambas se despabilan y se dirigen a la cocina, Jenny encuentra su celular en la sala.

–Maldita sea, Anne no sabes otra cosa que llamarme –lo dice para sí misma.
–¿Sucede algo Jen?
–No Carol, estoy bien... ¿Qué haces?
–Puré de papa, o el intento... –ambas sonríen.
–Me parece bien, algo rico.
–Estoy un poco preocupada, por el tipo ése...
–Oye, no dejaré que te pase nada Carol, ¿me oyes? Además parece que como lo mencionaste, sigue un patrón.

Diciendo esto y tomando la cara entre sus manos, besa sus labios. Carol se sonroja tanto que tiene que taparse la cara, Jenny sin embargo la toma nuevamente con fuerza y delicadeza para besarla, el instante las lleva a dar un gran suspiro al separar sus labios.

–¿No crees que vamos muy rápido? –dice Carol titubeante.
–¿A qué te refieres?
–No quiero una relación así –se percata que habló demasiado rápido.
–¿Una relación? –casi le espeta nuestra detective en la cara y la suelta, se dirige a la sala.
–Lo lamento tanto no quise decir... Eso...
–¿Qué quieres Carol, qué buscas?
–Yo... –es obvio que Carol no sabe cómo expresarse–, te, quiero a ti.
–¿Qué quieres de mí? –nuestra agente está de espaldas a Carol.
–Es que, yo me siento, muy bien contigo, quiero estar contigo, quiero que... Me dejes quererte.

Nuestra agente la observa con los ojos entrecerrados, desconfiada, temía llegar a un momento así, en el que pidan algo de su persona, en que se vea obligada o comprometida a hacer cosas. Permanece callada por un instante que es eterno para Carol, quiere decir algo sin que luego se arrepienta de ello, por eso piensa tanto.

–Este, yo, desde que te vi en el bar, no sé, me dejé atrapar por algo en ti, tienes algo que me llena –Jenny sigue callada–, no sé, me es complicado esto, es, cuando, aquella noche en que...

Carol se complica mucho al querer decir lo que siente, se ha dejado caer en el sillón y tapando su cara con sus manos se pone a llorar.

–Mira niña...
–¡Maldita sea Jenny! ¡No soy una niña! Si no quieres nada conmigo sólo dilo y ya.
–Uff –resopla Jenny.
–De verdad no soy una niña –se oye el cansancio en su voz.
–Lo siento, pero fuiste tú quien dijo que tienes, cuántos, ¿dieciocho?, así que eres una niña para mí.
–¡Bien! Que bueno que lo dices, así es que me retiro señora perfecta, disculpe usted todo el tiempo que le quité –sin pensarlo tanto se dirige a la puerta pero se detiene antes de salir–, para tu información pronto cumpliré los veinticuatro.

Una vez dicho esto Carol no lo piensa más y sale azotando la puerta tras de sí. Nuestra agente se queda pasmada sin saber aún qué fue exactamente lo que pasó. Está muy quieta, con los ojos abiertos, sin saber ahora qué hacer.
Como en un principio, sola, ahora con una experiencia igual que las demás, se queda sola siempre a fin de cuentas. Se alegra mucho nuestra agente que esta vez no fue ella quien terminó llorando pues eso hubiera acabado con los pedazos que quedan de su ser. Todas sus fuerzas están agotadas.

–Aún tengo que ir a la oficina, me esperan y voy tarde –se dice así misma en voz alta.

Delito no evidenteKde žijí příběhy. Začni objevovat