Anda adelante

152 10 5
                                    

Iba camino a la carretera, quería sentarse a la orilla en el asfalto, tanta tierra le hastiaba ya, se limpiaba la sangre que le corría de la ceja y quería ignorar el ardor de su herida en el labio inferior, con el brazo roto y el talón punzándole apenas si caminaba, no creía que la venganza doliera tanto, tampoco imaginaba que cumplir sus sueños fuera algo tan oscuro y frío y, menos algo tan solitario. Le calaba el aire hasta los dientes, el sabor a fierro de su sangre le producía náuseas. Se sentía solo en aquél nuevo mundo, no como cuando perdió a su padre sino más vacío. Cada paso le mareaba y aún se aferraba a llegar a la carretera así pudiera dar una señal a alguien para que lo llevara a un hospital. Los neumáticos de su auto fueron destruidos, sus fuerzas lo abandonaron y se recostó al llegar a la orilla de la carretera, suspiró con profundidad y fuerza esperando a que alguien viniera en su auxilio. Para su suerte llegó un auto que frenó con tanta fuerza que levantó mucho polvo el cual tardó en dispersarse. Entreabrió los ojos con la poca fuerza que le quedaba y una pareja de jóvenes se bajaron a ayudarlo.

Norris llega corriendo al almacén esperando que no sea tarde. El foco está apagado y busca el interruptor, su respiración es muy agitada ante el terror que le invade el cuerpo, la luz enciende y sus pupilas buscan acoplarse al cambio luminoso. Y ahí está Jenny recargada en una silla de bar semi alta, tiene el arma en la mano derecha y hay sangre por doquier, Norris entra en pánico y se lanza hacia Jenny, la revisa de pies a cabeza y ésta no responde, Norris no aguanta el dolor y se suelta llorar.

—Lo siento fue mi culpa no debí dejarte —susurra en lágrimas.

Se carga a Jenny en sus brazos que luego le tiemblan a los cuatro metros de camino, en ningún momento deja de llorarle y hablarle como si ella la escuchara.

La velocidad del auto y los brincos le producen mucho dolor a Jenny quien ve con poca nitidez lo que pasa y cae en sueño profundo.

—Creo que tendrás que acostumbarte a ser tan querida —dice Edmundo sentado a la ventana mientras acaricia un ramo de flores.
—Me duele... Todo... —Jenny mira a su alrededor para ubicarse.
—Estoy muy contento de tenerte de vuelta.
—Ni siquiera volteas a verme, ¿estoy en el hospital?...
—Te he visto suficiente las últimas horas, o días, ¿estás confusa? ¿Qué quieres saber? —la anima Edmundo.
—¿Quién rayos me dejó tantas flores?
—Te dije que te acostumbraras. La noticia está corriendo muy rápido, han preparado una audiencia para ti sobre lo que pasó, algo privada en cuanto despiertes y...
—¿De qué rayos hablas?
—Lo siento. Las han enviado varias personas; Norris, tus antiguos compañeros de trabajo, altos funcionarios... Etcétera.
—Yo no quiero flores.
—No seas apática, mataste a Carl un maldito asesino de... —suspira— Evitaste muchos problemas a la policía y bueno esas cosas ya te las dirán, oí que están en deuda contigo o algo así.
—Ed, siento lo de tú y Carl...

Edmundo se levanta de la silla y se acerca a Jenny para tomarle la mano.

—No digas nada. Gracias detective, me salvaste la vida. Le diré a Norris que has despertado para que venga a saludar.

Edmundo se despide con un beso y se va, Jenny lo nota triste aún de agradecido y no hace más que suspirar.
Norris entra y saluda, tiene un semblante diferente que Jenny no sabe descifrar y nuestra detective se siente también diferente con ella. En algún momento Norris le toma la mano y Jenny no dice nada al respecto. Hablan de lo que pasó esa noche y que deberá dar un breve discurso frente a varios agentes del cuerpo policíaco y reporteros, la pone al día.

—No puedo creer cómo es que estuve aquí dos días y medio sin darme cuenta.
—El tiempo vuela mientras duermes, entre sedantes y sueros es lógico. Además Carl si que te dio una buena paliza, que suerte que la bala dio a tu pierna.
—Ventaja de milisegundos, la de él fue más mortal. También le di una paliza muy grande. Ahora lo recuerdo.
—Lo sé, a muchos les cuesta creer cómo lo dejaste de herido —sonríe Norris animada.
—Lo maté a sangre fría —agrega Jenny decaída.
—No fue así, fue defensa propia.
—Sabes que no.
—No hay testigos más que tú y evitaste que siguiera lastimando a más gente además no es que hayas salido ilesa.
—Quiero ir a casa, tomar cerveza y comer helado mientras vemos películas.
—¿Así de pronto? ¿Cómo te sientes ahora guerrera?
—Lo suficiente bien para salir de aquí ahora.
—Te darán unos días de reposo por lo de tu pie, Edmundo y yo te cuidaremos, iré a ver que falta para que te den de alta.

Delito no evidenteNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ