Epílogo

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Diecisiete años más tarde.

Para muchos el día de hoy era razón de celebración, para otros tantos, cada año este mismo día solo servía para reabrir viejas heridas del pasado que nunca llegaban a cicatrizar... De un modo u otro, hoy, diecisiete de octubre, era un día dedicado a conmemorar los sucesos del pasado. Sucesos que lo cambiaron todo, que los cambiaron a todos...

Felicidad o tristeza, tan diferentes pero con un mismo nexo de unión. Cada persona tenía su propio caso, su propia vivencia de ese día. Para la mayoría fue el comienzo de algo nuevo, algo mejor. Una vida libre, fuera de peligros más allá de los provocados por la avaricia del hombre. La puerta a un futuro mejor se abrió en aquel entonces y durante las próximas veinticuatro horas, el planeta al completo celebraría la oportunidad que, hace diecisiete años atrás, S.H.I.E.L.D., sus vengadores y Alina, con ayuda de otros muchos, consiguieron brindarles cuando la mayor amenaza que ha acechado al Midgard fue vencida.

Esa amenaza tubo nombre propio, Surtur. Él fue el culpable de que hoy, parte de la población se sintiera terriblemente miserable por haber perdido a sus seres queridos en un guerra que hizo tambalear la estabilidad no solo de este mundo, si no de los otros ocho también.

Por suerte, la profecía se cumplió y la Marcada por el rayo logro derrocar a aquel que pretendía someter a bajo su poder a los nueve mundos. Desde entonces, la vida tal cual los habitantes de la Tierra la habían conocido cambio por y para siempre. Descubrieron la existencia de otros mundos, la posibilidad de viajas a ellos (algo que por el momento solo tenían permitido unos pocos privilegiados), y lo más importante, vieron nacer un órgano de control, justo y disciplinado.

El Consejo de Paz había resultado mucho más efectivo de lo que en un principio esperaron. Todos cumplieron con el pacto, reinaban sus reinos en tranquilidad y, de forma civilizada llevaban a buen puerto sus acuerdos. Todos eran uno, ninguno pretendía ser más que otro y entre todos esos representantes de los mundos, Alina Evans tenía un importante peso.

Debido al importante papel que jugó en la última batalla, había sido convertida en una leyenda viviente, una al que en el Midgard continuaban sin ponerle rostro, lo cual ella agradecía pues, su deseo era vivir una vida lo más normal posible dentro de la extraña realidad en la que vivía. Por supuesto, los rumores a su alrededor existían. Sabían que ella era su representación en el consejo e intuían quien podía ser realmente pero nadie, debido al inmenso respeto que sentían por la chica había pronunciado jamás en voz alta sus sospechas. Simplemente decidieron darle la tranquilidad que ella buscaba a cambio de lo que hizo por ellos.

Aunque hoy, Alina tenía motivos para sentirse feliz pues muchas cosas buenas se debían celebrar, toda esa positividad se veía empañada por la tristeza, año tras año. Es cierto que consiguió mucho al vencer a Surtur, pero también perdió. Perdió a personas a las cuales amaba y por eso, cada diecisiete de octubre hacia lo mismo.


Con una pose recta y un gesto abatido en el rostro, Alina observaba cada detalle del muro de los caídos. Era una pared enorme, hecha de piedra con preciosas letras de metal color oro y un sinfín de fotos. Cada una de las personas que mostraban una sonrisa en esas imágenes era un golpe en corazón de Alina. Todos habían muerto por hacer lo correcto, todos incluido sus padres.

Alina alzo la mirada justo hasta el punto exacto donde sabía que estarían las fotos de Katie y Josh Evans, sus padres. Estaba profundamente agradecida de que Coulson los hubiese situado uno al lado de otro. Tanto el cómo Alina, sabían el gran amor que se profesaron y ella estaba segura de que, estuviesen donde estuviesen ahora, estarían juntos.

Una lágrima descendió por su mejilla y rápidamente la limpio aun sabiendo que estaba sola y que nadie la interrumpiría. Era un privilegio que Coulson le otorgaba cada año. Durante el día de hoy, el muro quedaba abierto al público para que familiares o civiles agradecidos por su labor, pudiesen ir a rendir culto a esos que ya no estaban entre ellos. Antes de la apertura, a primera hora de la mañana, Coulson le permitía unos minutos de intimidad a Alina.

Marked by the Thunder (Thor)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum