CAPITULO 3

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Les dejo foto de Marco Aurelio

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Les dejo foto de Marco Aurelio

EL ENCUENTRO
Narra Naoli:
Odio mi vida, tengo veinte años, trabajo como secretaria en una pequeña oficina de abogados, mi salario es una mugre que apenas me da para sobrevivir. Mi madre no es de mucha ayuda, en realidad no tenemos buena relación, ella me odia, me dice hasta el cansancio que yo arruiné su vida al quedar embarazada, que pudo ser alguien importante, pero por mi culpa se estancó.

¡Irónico! Como si yo pidiera nacer, lo peor es que el sentimiento es mutuo, no la soporto. Trabaja en un bar de mala muerte por las noches, y durante el día duerme. Cada fin de semana amanece con un hombre diferente, aprendí a ignorarla.

¿Por qué no me he ido? Simple, no tengo el suficiente dinero para alquilar mi propio departamento. Así como tampoco pude ir a la universidad aunque lo soñaba, mis notas en la secundaria siempre fueron sobresalientes, me aceptaron en una prestigiosa universidad con beca incluida, pero ella enfermó, tuvo cáncer y no podía dejarla sola, así que me tocó cuidarla mientras convalecía, por lo que abandoné la idea y llevé unos cursos como secretaria para luego encontrar este trabajo mediocre en el cual ya llevo tres años laborando.

¿Por qué no he renunciado? Porque mi jefe me giró un préstamo para poder pagar el tratamiento médico de mi mamá, por lo cual literalmente le había empeñado el alma y no me alcanzaría el resto de mi existencia para pagarle. En realidad no tengo muchas opciones y no puedo quedarme sin trabajo. Sí, mi vida apesta, he pensado muchas veces tirarme de un puente y acabar con mi miseria, pero hasta en eso soy cobarde, no tengo valor suficiente para llevarlo a cabo.

Me miro en el espejo, son las seis y debo ir a trabajar, mamá aún no llega del bar, mejor, cuando ella está es un infierno con su constante parloteo y quejas, me enferma. Unas marcadas ojeras se esconden bajo unos cansados ojos verdes, producto de no dormir bien, mi cabello castaño oscuro es un desastre, trato de hacer algo para arreglarlo pero se niega a cooperar.

Me detengo un momento a mirarme, no soy de mal ver, mi contextura es delgada y mi cuerpo torneado, pero tengo pésima suerte en el amor. Debo admitir que sólo he estado con perdedores, que únicamente han querido meterse entre mis piernas por lo cual he preferido mantener mi virginidad, que perderla con algún imbécil que no la merezca. Quiero que mi primera vez sea especial, estar enamorada, sentir las estúpidas mariposas en el estómago y que esa persona corresponda a mis sentimientos.

Tampoco soy muy sociable, amigos, no los tengo, hace mucho me aislé y preferí estar sola, conocidos sí ¿Pero un amigo? no, para mí todas las personas son traicioneras y lo terminé de comprobar con la que alguna vez consideré mi amiga en la secundaria. Su nombre es Nicole y nos conocíamos desde el kínder. Mi novio Frank y yo teníamos ya un año de estar juntos, la relación más larga en mi existencia ya que el resto no ha logrado superar los seis meses.

Creí que él era el ideal, hasta que lo encontré besándose con Nicole detrás de los vestidores del gimnasio y eso no fue todo, parecía que se estaban divirtiendo un poco más. Desde ese momento dejé de creer en el amor y en la amistad, mejor sola que mal acompañada.

Voy sumergida en mis pensamientos, casi llego a la oficina, sólo tengo que cruzar la calle, no me fijo que la luz está en verde y simplemente me lanzo.  Todo ocurrió tan rápido, escuché el sonido de la bocina del vehículo, pude ver los ojos del conductor abiertos como platos, me iba a atropellada. Una cálida brisa me envolvió y sentí un fuerte golpe atrás en la cabeza, un joven estaba encima de mí, sus ojos negros me miraron de una manera intensa, es tan atractivo.

-¿Está bien señorita? -Me preguntó ayudándome a incorporarme.

Pronto un puñado de gente se aglomeró a nuestro alrededor pero cuando notaron que nada había pasado, siguieron su camino.

-Sí, lo estoy. -Contesté tocándome la cabeza ya que me dolía.

Lo observé con más detalle, es alto, su cuerpo bien fortificado, pude sentirlo cuando lo tuve sobre mí. Llamó mi atención su piel, es tan blanca y pálida. Su cabello negro lo trae desordenado lo que le da una pincelada de chico sexy. ¡Diablos! Parece un maldito modelo de portada, jamás he visto a alguien tan guapo en toda mi vida.

Una traviesa sonrisa se dibujó en sus labios. Me detuve a admirarlos, son carnosos mientras que una fila de dientes blancos termina de armar la obra de arte. ¿Estoy soñando? ¿Será que el carro sí me atropelló y sin darme cuenta llegué al cielo? ¿Por qué este hombre parece sacado de un cuento de hadas?, pero ¿Será realmente un príncipe azul?

Me sentí muy avergonzada, le sonreí con timidez e hice lo que mejor que sé hacer, huir. Crucé la calle, esta vez cerciorándome que la luz estuviera en rojo e ingresé a toda prisa al edificio dejando atrás aquel misterioso chico.

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Narra Marco:
Nueva Orleans me resulta una ciudad bonita, me parece un lugar interesante para vivir, por lo menos algún tiempo ya que nunca permanezco más de un año en el mismo sitio, es mi política.

Quiero alquilar un apartamento que esté ubicado en el centro. Los precios son exagerados pero puedo pagarlo. Ya tengo una idea del que quiero, lo había visto en Internet e intercambiado conversaciones previas con el dueño, me dirigía a reunirme con él.

Una chica pelirroja me mira con insistencia, puedo leer su expresión, me coquetea, es linda, si quisiera la llevaría a la cama y pasaría un rato placentero con ella, pero ése ya no soy yo, con orgullo manifiesto que llevo diez años de celibato, llegó un momento en que el deseo desapareció, y por el contrario Julia sigue tan presente en mis pensamientos que no creo volver a amar a nadie otra vez.

Me detengo al frente de una tienda deportiva, miro un reloj acuático Náutica que llama mi atención. Al levantar la vista observo en el reflejo del ventanal una joven que cruza la calle, noto que la luz se encuentra en verde. ¿Qué está ciega? Un carro negro sale de la nada, la va a atropellar, tengo que actuar rápido.

No lo pensé, corrí hacia ella y tomándola de la cintura la hale, quizás con un poco de rudeza. No lo prevé pero quedé sobre ella, espero no haberla lastimado. Es cuando me llega su aroma, huele  diferente a las otras personas, su olor me envuelve, lo aspiro profundo mirándola extrañado. Creo que se dio cuenta por la forma en que me observa, sus ojos verdes se clavan en mí con detenimiento.

Me levanté y la ayude a ponerse de pie y sólo acate a preguntar ¿Está bien señorita? Me contesta que sí y se toca la cabeza por detrás, ¡Demonios espero no tenga una contusión por mi culpa!

Un grupo de curiosos se acerca, pero al percatarse que la chica está bien, siguen sus caminos.

Noto como ella me devora con la mirada, modestia aparte siempre causo ese efecto en las mujeres, no sé si también es un atributo vampírico. No puedo evitar sonreír pero ella luce alterada, sus mejillas se tornan carmesí y sin decir nada, cruza la calle, teniendo cuidado de ver la luz del semáforo.

Hay algo en ella que me atrae, no me siento así desde Julia, pero ¿Qué es? ¿Por qué huele de esa forma tan particular? Debo averiguarlo.

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Hola, les cuento que esta historia está narrada tanto por Naoli como por Marco, desde la perspectiva de cada quién. Es la única historia que he hecho esto, pueda que parezca repetitivo pero es una forma de que se den cuenta qué piensa uno del otro. Me pareció interesante, por eso lo hice.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Where stories live. Discover now