CAPITULO 16

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            EN EL SUPERMERCADO
Naoli.
Llegamos al supermercado, me siento un poco extraña con toda esta situación y a la vez inmensamente agradecida. ¿Debería sentirme mal porque abandoné a mi madre? Lo cierto es que no, es como si una pesada carga se quitara de mis hombros, soy libre.

Dormí como un bebé anoche, hacía tanto que no conciliaba el sueño de esa forma. Al despertar me alegré de ver que no era un sueño y que en realidad estaba en su apartamento.

Me lavé la cara y llegué a la cocina, me desilusioné un poco al buscarlo y no encontrarlo, pero me volví a sentir animada cuando vi una nota en el desayunador con su puño y letra: "Salí a correr. Marco"

Me informaba que iba a correr, no tenía que hacerlo, no sé por qué pero ese detalle incrementó mi buen humor. Revisé en la alacena y en el refrigerador pero no había mucho que escoger. ¡Dios cómo hace este hombre para sobrevivir! Me vi comiendo lo mismo que la otra noche.

Casi terminaba cuando la puerta se abrió. Mi corazón saltó excitado al verlo. Traía el cabello despeinado, me percaté que vestía unos pantalones cortos de algodón en color negro y una camiseta azul que marcaba su perfecto pectoral. Qué daría por perder mi virginidad con este hombre. ¡Diablos en qué estoy pensando! Quito la cara un momento mirando hacia afuera para que no se dé cuenta que me he puesto roja como un tomate.

-Buenos días. -Me saluda.

-Hola. -Me limito a contestar al tiempo que le ofrezco de comer. Cortésmente me indica que ha desayunado fuera.

-Oh, es verdad que no comes nada aquí ¿Cierto? -Le afirmó, eso va a cambiar, mientras yo esté aquí cocinaré para él, es lo menos que puedo hacer.

-No, la cocina no es lo mío. Iré a ducharme, saldremos de compras en veinte minutos.

Bueno en realidad casi ningún hombre sabe cocinar. -¿Compras? -Le pregunté.

-Compraremos víveres, no puedes seguir comiendo pan cuadrado con jamón y mayonesa ¿O sí?

Comprendí a qué se refería, pero no permitiría que él pagara, no le iba a decir nada hasta que llegáramos al supermercado, me sentía como una mantenida y yo no soy así.

-Pero ¿Será para los dos? -Agregué.

-No, sólo para ti. -Contestó y eso sí que me extraño.

-Pero yo puedo cocinar para ambos, no me molesta de verdad. -Me apresuré a decir. No iba a permitir que siguiera comiendo afuera.

-Está bien. -Me respondió aún no muy convencido. ¿Será que duda que soy buena cocinera? Le demostraré que lo hago y muy bien.

Se perdió de mi vista y corrí a mi cuarto, me duché a la velocidad de la luz, me puse lo primero que tuve a mano. Cepillé mi cabello y me hice una cola de caballo. Me sentí orgullosa cuando él salió y se sorprendió de verme esperándolo. De seguro pensó que no estaría lista aún, pero la puntualidad es uno de mis mayores atributos.

-Nos vamos. -Me señaló mientras me rodeaba la cintura con su mano. Sentí un escalofrío con su contacto, no pude evitar sonreír como una tonta. Jamás ningún hombre llamó mi atención como él lo hace ni siquiera Frank. No obstante, leo en su mirada, tristeza quizás, soledad, que me invita a acercarme, a ser parte de su ser. Pero qué demonios digo, me regañé a mí misma.

Cogí un carrito y nos adentramos en los amplios pasillos. Lo miré esperando que él me indicara qué comprar, no sabía qué le gustaba. Pero sólo me dijo: -Escoge lo que te gusta. - Le tomé la palabra y comencé a llenar el carrito.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Where stories live. Discover now