CAPITULO 4

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Les dejo foto de Naoli

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Les dejo foto de Naoli.

DÍA DE OFICINA

El molesto Frederick Jenkins nuevamente me está acosando. Me siento como la liebre que se esconde del zorro para no terminar siendo devorada como aperitivo.

Puede estar rondando los cuarenta, es obeso y siempre huele mal, como a manteca rancia, y suda como un cerdo. Tengo que aguantar la respiración cuando entro a su oficina. El cabello hace mucho lo abandonó, y sus dientes son amarillentos de tanto fumar. Sus manos muy hábiles cuando por accidente tocan mis caderas, o por detrás me roza a la altura de los glúteos con su parte íntima. Si no dependiera de este maldito trabajo y no le debiera dinero, le daría un buen puñetazo en medio de sus bolas. Fantaseaba agrediéndolo de todas las formas posibles y a veces parezco tonta sonriendo de mis propios pensamientos asesinos en contra de este detestable hombre.

¿No sé por qué la gente viene aquí? este sujeto no es más que un estafador. A veces deseo gritarles que se devuelvan, que busquen otras opciones, pero aunque suene rudo, no es mi problema.

Por otro lado está Adam, su hermano. Es un monigote, hace todo lo que el señor Jenkins le ordena, no tiene ni voz ni voto, y parece que sacó su título de abogado de una caja de cereal. El pobre Adam Jenkins es un títere de su hermano, no actúa ni piensa, sin que su hermano lo autorice.

Finalmente se encuentra Albert, es afroamericano, y el único que vale la pena en esta oficina. Es bueno conmigo, y muchas veces termino en su despacho desahogándome de alguna grosería por parte de mi jefe o cuando ya siento que no puedo más y exploto. Él se sienta a mi lado sosteniendo mi mano y escuchándome llorar hasta que no me queda una lágrima más que derramar. Es como una figura paternal para mí, aquel padre que nunca conocí.

Él es honrado, y ayuda a la gente, y aunque el señor Jenkins está presionando constantemente, no se deja manipular, y no puede despedirlo ya que ambos fundaron la firma y comparten iguales derechos sobre ésta. Sin Albert Miller mi situación en la oficina sería un verdadero calvario, peor de lo que ya es.

Al fin llegan las doce y me dispongo a almorzar. Salgo con mi emparedado y camino unas cuadras para sentarme en una banca cerca de una parada de autobús. ¿Por qué hago esto? Por dos razones, para cambiar de ambiente y para ver a la gente con sus ocupaciones diarias. Me distrae observarlas y en mi mente me imagino cómo será su vida. Suena ridículo pero eso me relaja.

Volteo a mis espaldas y luego a los lados, es extraño pero tengo esta sensación que estoy siendo observada. No dejo de pensar en el chico de la mañana, sólo recordarlo hace que mis mejillas se tiñan de rojo, que suerte que nadie me mira. Por alguna loca razón me gustaría volverlo a ver.

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"Marco"

Me entrevisto con el hombre y luego voy a ver el apartamento. Me gusta, es amplio y lo mejor por completo amueblado. Cerramos el trato y de una vez firmo lo papeles para el arrendamiento.

Es un día soleado, me gustan los días así, me llenan de vitalidad. La imagen de aquella joven llega a mi mente, pero más que todo su aroma. ¿Por qué me siento de esta forma? Nunca me ha pasado, me refiero, a sentir algún interés por una humana.

Camino sin rumbo reconociendo la ciudad, ya que llegué hace apenas unos días. No me doy cuenta que termino al frente del edificio donde me imagino ella trabaja. Me veo tentado a entrar pero tampoco soy un acosador.

Me niego a marcharme, quiero volverla a ver, paso el resto de la mañana vigilando, leyendo el periódico y mirando constantemente hacia la entrada. De todas maneras no tengo nada mejor que hacer.

A las doce la veo salir, lleva una bolsa de papel en su mano, la sigo a distancia y noto que se sienta en una banca y saca un emparedado. ¡Qué mujer más extraña! Observa a las personas al pasar, parece determinarlos, se queda ahí hasta que es hora de regresar.

Me llama la atención que vuelve a ver en mi dirección, apenas me da tiempo de ocultarme. ¿Acaso ha sentido mi presencia? Eso es imposible. No sé por qué pero ella me recuerda un poco a Julia, no se parecen en nada físicamente, pero creo que es más bien lo que ella despierta en mí. Un sentimiento que parecía dormido y que por alguna circunstancia se reactivó.

La veo levantarse y dirigirse otra vez al edificio, tira la bolsa en un basurero e ingresa. Tengo curiosidad por saber quién es, así que me dirijo al portero y le pregunto por ella. Con mi poder de persuasión me comenta que se llama Naoli Carter y que labora para la firma "Jenkis & Miller"

Quiero hablar con ella, saber más sobre su vida, planeo como encontrarnos de manera que parezca por casualidad. Maquino en mi mente la forma de llevarlo a cabo, estoy tan sumergido en mis pensamientos que no me doy cuenta que anocheció, la veo salir y camina por las avenidas. La sigo a distancia, dobla en una calle que lleva a un callejón ¿Qué pretende? Me acercó sigiloso y la escucho llorar.

Por alguna razón, me inquieto, deseo ir a consolarla, observo como varios hombres se acercan a ella y la rodean. Desde aquí escucho su desenfrenado corazón, puedo sentir su temor.

-¿Qué haces tan sola primor? -Le dice uno de los hombres.

-Yo.... Yo ya me iba. -Responde asustada.

-Quédate, te haremos compañía. -Añade el otro individuo y noto sus intenciones, no son buenas.

El tercer sujeto la toma del brazo con brusquedad, la obliga a ir al fondo del callejón. Ella intenta zafarse de su agarre pero él es más fuerte. Parece molesto, la golpea en el rostro con su mano abierta haciendo que ella pierda el equilibro y quede sentada sobre el piso.

Sin embargo se incorpora e intenta correr, pero el segundo sujeto la agarra de la blusa y la empuja con rudeza hacia la pared, escucho su cabeza pegar contra el concreto y pierde el sentido, quedando tendida sobre el pavimento.

La sangre me hierve, aprovecho que están distraídos y me acerco al primero, no le doy tiempo de reaccionar, tomo su brazo y lo hago girar, puedo oír cómo se parte el hueso. Cae tendido, mientras el segundo saca un revolver, dispara varias veces, esquivo las balas sin dificultad, le arrebato el arma de sus manos y con la misma lo golpeo en la sien haciendolo tambalearse y pegar contra un enorme basurero. El tercero me mira con precaución, saca una cuchilla y se lanza contra mí, con rapidez tomo su mano y la manipulo de manera que él mismo se clava el filo del puñal en sus entrañas. No me molesto en beber su sangre, tipos como estos me dan asco.

Los tres quedan noqueados, me acerco a Naoli, ajena a todo lo que acaba de ocurrir. La tomo entre mis brazos y con cuidado coloco su cabeza sobre mi pecho. Se ve tan vulnerable, el lóbulo izquierdo de su mejilla comienza a inflamarse, donde ese desgraciado se atrevió a golpearla. ¿Por qué me siento así? Quiero protegerla. Detengo un taxi y le pido nos lleve al hospital. El taxista me mira con cautela, pero no dice nada. Nos dejó en las puertas de emergencias e ingresé con ella para que la atendieran.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Where stories live. Discover now