CAPITULO 12

7.5K 713 20
                                    

            AJUSTANDO CUENTAS
El bufete abría a las 9:00 a.m. El primero en llegar es un hombre delgado y encorvado con lentes. No lo conozco pero creo que debe ser familia de Frederick ya que su sangre huele similar. Unos minutos después es Albert Miller el que arriba. Me simpatiza, es diferente a Jenkins no entiendo cómo pueden trabajar juntos, son como el agua y el aceite.

Me comienzo a impacientar ¿Dónde demonios está Frederick? Un temor me invade ¡Rayos! Será que lo maté, alejo ese pensamiento de ser así no abrirían la oficina ya que tendrían que asistir a un funeral.

Cerca de las once al fin aparece, trae su brazo izquierdo colocado en un cabestrillo y renquea un poco. Respiro aliviado al menos no le hice tanto daño.

Cruzo la calle y en recepción me presento como un cliente del bufete por lo cual el hombre llama por el intercomunicador sin obtener respuesta. Sonrío ya que sé que está llamando a Naoli y ella no vendrá a trabajar hoy. Después de unos minutos me deja pasar no sin antes preguntarme el nombre y anotar mis datos en una libreta.

Cuando las puertas del ascensor se abren me dirijo directo a la oficina de Jenkins, abro la puerta de golpe y lo encuentro tomándose unas pastillas. Leo la prescripción son para el dolor.

-¿Usted? -Me lanza con desprecio, poniéndose de pie.

Lo evalúo más de cerca, su nariz está lastimada cubierta con banditas blancas colocadas horizontalmente, fuera de eso parece estar bien.

-Buenos días señor Jenkins.

-¿Qué quiere? Esa inepta de mi secretaria no vino a trabajar hoy.

Sostuve mis manos en puños controlándome ya que se expresó de manera despectiva de mi Naoli.

-He venido a negociar con usted. -Contesté lo más tranquilo que pude.

-¿Negociar? ¿A qué se refiere? -Me responde con cierto interés.

-¿Puedo? -Le indicó señalando una silla colocada al frente del escritorio.

Asiente con la cabeza y procedo a sentarme.

-Sé que Naoli le debe dinero, estoy dispuesto a pagarle cada centavo con la condición de que la deje en paz. Ella no volverá a poner un pie en este lugar, de eso me encargo yo.

Me mira sorprendido y con rabia reprimida, sus ojos chispearon.

-¿Le parece el trato? -Agrego mirándolo sin parpadear.

Parece analizarlo unos momentos, pero sé que aceptará, es un ambicioso y sólo quiere recuperar su inversión.

-Está bien, pero ella debe venir a trabajar, hay un contrato laboral, tiene que hacer preaviso, no puede simplemente desvanecerse.

Un gruñido salió de mi interior, lo miré de una forma amenazante, tanto que note como el temor lo invadía. Bien, logré mi cometido, este sujeto no sabe con quién se está metiendo.

-Llame a su abogado, vendré en la tarde y finiquitaremos este asunto.

Frederick nuevamente asintió, se mantuvo lo más alejado posible de mí. Sonreí con satisfacción y salí de aquella oficina triunfante. Busqué el bolso de Naoli sobre su escritorio pero no estaba.

Cuando llegue a mi apartamento revisé mi buzón de correo y me encontré un sobre, al revisarlo confirmé que era el dinero.

Tomé mi celular y marque un número al escuchar esa voz mi día pareció iluminarse.

-Buenos días. -Le dije con tono cordial.

-Buenos días. -Contestó ella exaltada. Su voz sonaba cálida y sensual.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora