CAPITULO 39

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                       LA VERDAD SOBRE MAX

Cuando abro los ojos aún es de noche, Max duerme plácidamente a mi lado, la luz de la luna ilumina la habitación ya que las cortinas quedaron abiertas.

Sentí sed así que entré al baño y tomé dos pronunciados tragos de agua que refrescaron mi paladar. Me senté a la orilla de la tina, analizando cada detalle de lo ocurrido los últimos días. ¿Por qué no recuerdo a Marco? No tiene sentido.

Me quedé pensando en lo dicho por Max, sobre algún evento extraño o fuera de lugar, traté de hacer remembranza y es cuando la imagen de una mujer apareció. ¿Quién es? Definitivamente no la conocía.

Me dispuse a regresar a la cama cuando escuché un ruido. Mi instinto me alerta que llamara a Max pero ¿Qué podría pasarme? Quizás él tuviera un gato o sería  algún disturbio proveniente de la calle, así que abrí la puerta con cuidado de no despertarlo y me encontré con una amplia estancia.

Podía ver la silueta de los muebles aunque no distinguirlos. No quise encender la luz así que hice un leve chequeo y todo pareció en orden, cuando me disponía a regresar sentí que sujetaron mi cabello y lo tiraron hacia atrás. Me vi suspendida en unos brazos que me apretaban con fuerza, traté de gritar pero el intruso tapó de inmediato mi boca.

Forcejeo en vano, mi atacante es más fuerte, comencé a mover mis pies con desesperación ya que vi que su intención era sacarme del apartamento. Logré golpear un jarrón que cayó precipitosamente al piso, esperanzada de que Max escuchara, sentí alivio cuando vi luz en la habitación. La puerta se abrió y él pareció estudiar la situación, luego corrió hacia un mueble grande que parecía un armario.

-Suéltala. -Le ordenó con voz autoritaria. -O te mueres aquí mismo, tú eliges.

-Estúpido mortal, crees poder matarme. -Escupió una voz con enojo. Me sorprendió que es de mujer.

-Quieres que lo averigüemos o necesitas resguardarte detrás de un inocente.

-Ella deber morir. -Continuó la mujer con la voz cargada de odio.

-La única persona que perecerá esta noche eres tú, si se te puede llamar de esa forma.

¿De qué diablos está hablando Max? ¿Y por qué una simple mujer tiene tanta fuerza? Sentí como me apretaba y se contraía cada músculo de mi cuerpo.

-Déjala ir, última advertencia.

-No, ella arruinó mi vida, y morirá.

Sentí un filo en mi cuello, un penetrante dolor al rasgarse la piel y la sangre brotando con prontitud, manchando mi ropa.

-No. -Escuché gritar a Max y es todo. La vista se me nubló, él se abalanzó sobre ella y yo caí de medio lado, golpeando mis costillas en la orilla de la mesa de centro.

Me intenté incorporar, colocando mi mano sobre mi cuello para detener el sangrado. Como pude me puse de pie y tanteando la pared encontré el interruptor y encendí la luz. El panorama fue aterrador, Max sostenía una espada con extraños escritos en el filo de la hoja, y peleaba mano a mano con una rubia que reconocí de inmediato, la misma de mi visión. Ella se movía a una velocidad sobrehumana esquivándolo cada vez que él intentaba acertarle.

-Tus torpes intentos de nada te servirán. -Amenazó la rubia sin quitarme la mirada de encima, su boca estaba impregnada con sangre, mi sangre.

Max se interpuso entre nosotras y una vez más levantó la espada, ella se dejó ir sobre él pero éste se quitó a tiempo y la mujer ahogó un grito de frustración mientras se reincorporaba. Ella pareció realmente sorprendida al notar un corte en su brazo.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Where stories live. Discover now