CAPITULO 17

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       PRIMER DÍA DE TRABAJO
Me vestí y miré en el espejo por trigésima vez, es mi primer día de trabajo con Miller y estoy nerviosa. No sé por qué ya que estoy acostumbrada a trabajar con él, pero creo que es el hecho de sentirme liberada, de empezar de cero. Al fin salí de casa, no he vuelto a saber nada de mi madre y lo prefiero. Marco me ha dicho que le dio el dinero, lo que ella haga con éste es su problema.

Anoche cuando llegamos al apartamento me fui directo a mi cuarto, no me apetecía hablar con él. Es todo un caballero no me importunó, por el contrario me dio mi espacio. Soñé con él, aún se me ruboriza el rostro cuando lo recuerdo.

Me encontraba en un castillo, lucía un vestido largo rojo sangre y mi cabello suelto y salvaje caía sobre la espalda. El piso de piedra, frió bajo mis pies descalzos. Comencé a recorrer el largo corredor mientras que enormes ventanales dejaban apreciar la luna llena que alumbraba los alrededores.

Antorchas estaban colocadas sobre la rocosa pared que parecían guiarme. Llegué a un amplio salón sin decoración, sólo una araña colgaba del techo, iluminada por velas que emitían una luz singular, como pequeños brillantes.

Una chimenea imponente al fondo cuyas llamas chispeaban y un sillón verde oliva junto a ésta, creí estar sola hasta que una silueta se puso de pie y al tenerlo de frente supe de quién se trataba. Marco Aurelio llevaba puesto un traje negro, con la camisa desabotonada los primeros tres botones dejando a la vista su prominente pecho.

Me sonrió de una manera que hizo que un ardiente deseo despertara en mí. Se acercó con paso varonil haciendo que mi respiración fuera irregular, me perdí en esos ojos negros y abrazadores que parecían escudriñar cada parte de mi ser.

Me rodeó entre sus brazos y sin esperarlo me besó, su lengua se encontró con la mía y su aliento me envolvió. Me apretó más haciendo que nuestros cuerpos estuvieran tan cerca que podía sentir el acelerado palpitar de su corazón. Sus manos comenzaron a recorrer mi espalda hasta llegar a la zona de mis glúteos donde se detuvo. Me miró con pasión, sabía lo que iba a ocurrir y estaba dispuesta a permitirlo, sería suya, lo deseaba y.... la maldita alarma sonó y me despertó.

¡Qué horror! Me sentí tan avergonzada pero al mismo tiempo, decepcionada porque todo fue un triste sueño y como siempre desperté a la realidad. Salí y vi que Marco me esperaba con el desayuno servido, no pude más que sorprenderme y tome asiento en el desayunador.

-Te ves hermosa. -Me declaró, y de inmediato me ruboricé.

-¿Lo preparaste tú? -Le pregunté

-No. -Me sonrió de esa manera que me derretía. –En realidad lo compré, espero no te moleste. Como es tu primer día te quise sorprender.

¡Oh por Dios! Nunca nadie ha hecho algo tan lindo por mí, no esperaba este detalle.

-Come, se te va a enfriar. -Me sugirió.

Le sonreí y comencé a comer. -¿Y tú?

-Lo siento desayuné afuera.

-Ummm. -Contesté extrañada, nunca lo veía comer y siempre tenía una excusa cuando le preguntaba.

Estaba delicioso, pero era demasiado. Tostadas a la francesa, panqueques, huevos revueltos con tocineta, arrollados de canela. Comí de todo un poco, este desayuno era memorable, simplemente no podía desperdiciarlo.

-¿Qué tal está? -Consultó con interés.

-No tengo palabras, buenísimo.

Sonrío complacido y siguió viéndome comer. Al principio ha sido incómodo pero luego ya no importó tanto.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Where stories live. Discover now