Capitulo 4

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¡Carreras ilegales, Ismael! ¿En serio? ¿¡Pero que pensabas!? - Chilla mi madre, masajeando su frente frustrada.

Y aquí vienen los problemas de nuevo, esto solo puede significar una cosa y será ser la asistente de mamá por largas semanas.

- Mamá, tranquila. Eu, no pasó nada - Suspiro.

- ¡No me pides que me tranquilice, Ana Celeste! ¿Y tú? ¿Se puede saber dónde estaba que dejaste a tu hija irse con este?

Señala a mi padre, el cual se encontraba en una esquina absorto de todo esto, sin querer intervenir. Si, a mama todos le tenemos miedo

- No eran carreras ilegales, Adriana. Ya bájale, no - Dice Ismael, riendo - Mi sobrina sólo buscada diversión. Unas horitas en la jefatura no le hacen mal a nadie

- El competir sólo porque alguien te reto lo vuelve ilegal, Ismael. La idea es tener a mi hija lejos de todo eso no ingresarla a la boca del lobo. Sabes muy bien que la policía nos tiene el ojo montado, no fue fácil quitárselos de encima luego de que...

- ¿Luego de que, mamá? – Cuestiono, observándola fijamente. Su cara palidece e intercambia esas típicas miradas con papá. De nuevo.

- Hija, sabes que no me gusta que te metas en problemas – Responde, tomando por los hombros – Y con Ismael ya es la segunda vez que pasa.

- Te dije que no pasó nada grave, solo nos atrapo la policía y ya – Su tono se alza levemente.

- ¡Mi hija iba al volante! Con esto solo logras que ponga una orden de restricción en tu contra – Rio por lo bajo ganándome una mirada de furia de mi madre.

- ¡Basta ya, Adriana! – Ismael se levanta molesto del sofá – ¿No ves lo que haces? Quieres que Ana viva en una caja de cristal, no la dejas ser ella ¿Hasta cuándo? El sobre-proteges demasiado y con eso solo lograras que se cumpla a lo que tanto le temes

- Y según tu ¿Qué es lo que temo? – Pregunta desafiante, colocando sus brazos bajo sus pechos.

- Temes que Ana se convierta en lo que no quieres, en lo que tanto evitas, la alejas de lo que la puede perjudicar ¿Tu temor? – Ríe cínicamente – Que Ana sea la próxima heredera de México ¿No es así? – El cuerpo de mi madre se tensa notoriamente – Al fin y al cabo, sería lo mismo que sucedió contigo ¿no? De tal palo a tal astilla, no veo cual es el problema. Permiso – Toma su americana y se va.

Ok... Creo que es hora de averiguar qué es lo que sucede acá ¿Heredera de México? De algo tengo conocimiento, pero no sé con exactitud ni cómo ni cuándo empezó todo este embrollo de mis padres y sus negocios.

- Y tú ¿No vas a decir nada? – Le pregunta a mi padre, alzando su mandíbula de manera desafiante – Ok... Si así son las cosas yo no tengo más nada que hacer acá – Dice una vez, luego de que mi papá se quedara callado.

- Papa, déjala. Ya se le pasara – Suspiro resignada.

***

Tres días han pasado desde la discusión de mamá con Ismael, tres días en lo que no nos ha dirijo la palabra ni a mí ni a papa y tres días en lo que he visto el semblante de papá preocupado por mama, tres días en los que ha luchado para no salir corriendo y hacer que lo perdone.

Todo lo que tiene que ver con mamá, papá siempre ha sido muy ¿blandengue? No le gusta estar peleado con ella, es por eso que en cada discusión es él, el que tiene que ir tras sus disculpas. Aunque aún recuerdo la historia que me conto cuando estaba pequeña de cómo se reconciliaron, es de esas típicas historias románticas que te hacen ver que con amor todo es posible.

Esta soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora