Capitulo 25

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- ¡Aborta la misión! Repito ¡Aborta la misión! – Tom rápidamente hablo por el micrófono dándole una señal a Mónica para que saliera lo antes posible de allí.

- ¡No! – Alce la voz, lo suficiente para que me escuchara – Ni se te ocurra moverte, Mónica

- Tu papá está aquí ¿¡Que acaso quieres que nos descubra!? Me va a ver y si caigo, caemos todos – Susurra exasperada.

- ¡Pues haz que no te vea! Quiero ver quién es esa tipeja y porque esta tan cariñosa con mi padre – Siseo entre dientes.

Aún sigue en mi esa ola de celos ¿Qué? ¿Acaso no puedo tener celos por mi padre? Pues soy así. Una tonta rubia con cuerpo de modelo no puede venir a usurpar el puesto que mi madre ocupa desde hace tiempo, ni en un millón de años; podrá ser hermosa, tan radiante como una diosa griega, pero simplemente, ella no es Adriana Ávila, mi mama es mejor que esa rubia, definitivamente.

Cuando los vi saliendo del auto inmersos en una burbuja llena de risas y miradas brillantes quede enmudecida, no podía creer lo que mis ojos veían, por un momento la imagen del hombre cariñoso que llegaba y saludaba a su mujer con un tierno beso, una caricia o cualquier gesto que hacía que mi mamá soltara más de un suspiro y que luego saludaba con ímpetu a sus hijos, desapareció, ante mi estuvo cualquier hombre, un galán sin duda, que ocultaba una gran familia detrás de él y esa chica no parecía verlo. Quise bajar inmediatamente del auto y arrancarle sus extensiones y cada una de sus pestañas postizas y exigirle a él una explicación, pero sabía que no era lo indicado, no si no quería lucir como una completa demente en plena calle y ganarme una buena riña de su parte.

Debía mantener la compostura, como todo una Ávila.

- Mónica, acércate más que no logro ver – Digo. La imagen se hace más visible en la pantalla; ella, mostrando esa hilera de dientes perfectos en una alegre sonrisa mientras su mano aún se encuentra descansada en el antebrazo de papá ¡Bruja!

Apenas y logro escuchar lo que dicen, están sumidos en una amigable conversación que a nosotros solo llegan algunos susurros. Papá ríe y la observa, dirige su mirada al mostrador y la vuelve a observar ¿Le va a comprar algún brazalete? ¿¡Que es lo que hace!? La chica por su puesto no es inmune a la sonrisa de papa, es por eso que masajea su brazo constantemente mientras acerca sus pechos más a él, como si pudiese.

Mis orejas se calientan, como si estuviesen por echar humo como una maquina locomotora, mi rabia crece solo por ver a papá haciendo nada ¡Nada! No hace nada para quitársela de encima o tomar aunque sea, un poco de distancia. Hombre tenía que ser. La dependienta sonríe como un niño a punto de tener lo que quiere, es una de los locales de accesorios más costosos del D.F; habla y habla y lo único que logra es marearnos a todos, inclusive a ellos, pero mi papá no borra esa sonrisa de la cara y lo único que hace es asentir ante cada detalle.

Tomo mi celular para llamarlo y por la pantalla observo como fija su mirada en su celular y sin más, declina la llamada ¡Suficiente! No más niñita tierna. Me preparo para salir cuando la dependienta llama mi atención preguntándole a Mónica si todo está bien, rápidamente mis sentidos se ponen en alerta al observar a mi amiga, muda, antes los ojos de mi padre.

- ¡Mónica! Que agradable verte, hace mucho que no vas para la casa ¿Cómo has estado? – Mi padre suelta una risita ronca mientras se acerca a saludar a mi amiga.

- ¿Vas a llevar algo, niña? – Interrumpe con notoria molesta la dependienta – Sino te voy a pedir que te retires, por favor

- Yo... ehm... Yo ¡Ya me voy! Gusto en verlo Sr. Loera, adiós – Sale disparada dejando a mi padre con un gesto de confusión – No, espera, Annie ¿Qué haces? – Pregunta cuando me ve dirigiéndome hacia el fiat amarillo canario, de la rubia.

Esta soy yoWhere stories live. Discover now