Capitulo 11

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- Daniel... - Susurro después de un largos minutos de tener a Daniel aferrado a mi como lapa, siento su sudor escocer por su frente lo que significa una buena señal. La fiebre le está bajando; trato de moverme lentamente para salir de su agarre sin despertarlo – Necesito salir

- No – Se aferra más a mi cintura, colocando su mejilla en mi vientre. Ok, esta posición ya está comenzando a ponerme nerviosa, lo sé porque el calor se ha apoderado de mi – Quiero quedarme así para siempre

- Necesitas tus medicinas, Daniel. Tienes que levantarte – Escucho sus continuas quejas.

- Si esta es la única forma de tenerte cerca, pues prefiero no curarme

- ¿Qué... que dices? Daniel estas delirando

- Yo, tengo que decirte algo y espero en serio...me escuches – Replica con voz apenas audible.

- Daniel, ni si quiera tienes los ojos abiertos. Estas soñando – Resoplo una vez que salgo de su agarre. Claro y más loca estoy yo al responderle a un sonámbulo.

- Ya no aguanto más este sentimiento

- Pues claro, mira si te tomas tus medicinas. Llamare a tu mamá

- ¡No! Tengo que decirlo, sé que todo esto es precipitado – Susurra – Pero hay cosas que so inevitables, me

- ¡Basta! Llamare a tu mamá – Digo nerviosa, no queriendo escuchar lo que quiere decir. Todo esto es a causa de la fiebre que no lo deja pensar con claridad ¿no es así? No es como si fuese importante así que no sé porque estoy tan nerviosa.

- Escúchame, Patricia.... – Poco a poco va abriendo sus ojos, dejándome estupefacta.

¿Escuche bien? ¿Dijo Patricia? El nerviosismo es cambiado por el sentimiento de molestia que ahora crece en mi interior. Todo este tiempo pensó que era Patricia, ha estado con ella estas últimas semanas y ella fue la que estuvo cuidando de él. No sé qué me llevo a pensar que... ¡Agh! Estúpida Clarisa y sus ideas, todo esto es una estupidez.

Tomo mis cosas furiosas, antes que Daniel termine de despertar por completo y se lleve una decepción al encontrarme acá y no a su querida Patricia.

Bajo las escaleras a paso apresurado, procurando no tropezar con mis pies, estoy por abrir la puerta cuando la madre de Daniel aparece, secando el sudor de su frente; lleva un delantal y su cabello recogido con algunos mechones sueltos, supongo que estaba en la cocina.

- Annie ¿Ya te vas? Estaba preparando unas galletitas para subírtelas – Dice apenada.

- Si, lo siento – Hago una mueca – A mis padres no les gusta que llegue tan tarde

- Pero si apenas son las cuatro de la tarde – Su entrecejo se frunce.

- Eh, es que mi abuelo está de visita y pues...

- Entiendo, entiendo. No te detendré, gracias por venir a visitarlo. Ese chico no dejaba de preguntar por ti en sus sueños – Hace un gesto divertido con sus cejas.

Suspiro antes de salir ¿Preguntar por mí? Seguro sí. Este pensamiento me hace revolear los ojos.

Tiro la puerta del auto furiosa una vez que llegue a casa, camino a paso apresurado y me detengo de golpe al escuchar a Renán en una discusión muy acalorada por el celular, mi entrecejo se frunce notoriamente, mientras escucho cada vez más si eufórica pelea con quien sea que este al lado de la otra línea.

Esta soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora