Capítulo 2

8.8K 667 40
                                    


Capitulo dos

Lo único que me permitió resistir el impulso de salir corriendo de este lugar rodeado de muerte fue el sentido del deber. Deber de proteger a mi familia. A penas podía recordar cómo la enorme mansión era, y sumergida en el caos, apenas podía recordar unas pocas habitaciones del primer piso. Deseando que fuera suficiente como para no terminar extraviándome, comencé a rondar entre los hombres lobos buscando a alguno de mi familia. Intentaba no mirar el suelo, pues este estaba cubierto en sangre en varias zonas, irónicamente al pesar general y las manchas rojizas, todo lo demás en el lugar me pareció igual de impecable que en mis recuerdos. La infraestructura no sufrió daño alguno. Continué mi búsqueda por más de diez minutos sin dar con nadie que siquiera me resultase conocido. Ninguno de los rostros lo podía recordar. Y al final con la primera persona que di no fue Thomas, sino Diego.

Mi hermano menor se encontraba hablando con una chica de una edad similar. Por sus expresiones, me pude dar cuenta que al menos era lo suficiente sensato como para no estar haciendo uno de sus ligues en una situación tan complicada. Ambos parecían estar desesperados, pero la chica lo estaba aún más. Me alegré al saber que al menos mis dos hermanos estaban bien. Me acerqué a Diego lo más rápido que mis pies me permitieron –con cuidado de no tropezar con nadie- y lo abracé apenas estuvo a mi alcance. Él, un poco sorprendido por encontrarse envuelto entre dos brazos, demoró unos segundos en reconocerme y posteriormente en responder. Lo examiné de arriba hacia abajo, intentando buscar algún tipo de herida o posible daño. Pero no había nada de eso, por suerte.

--¿Qué haces aquí, Karma? – El chico preguntó, aferrándose todavía a mi cuerpo. Sacudí la cabeza, diciendo que le explicaría todo luego, cuando tuviéramos suficiente tiempo. El muchacho me miró durante unos segundos antes de asentir levemente y volverse hacia la chica con la que había estado hablando hace solo unos segundos. Pero al buscar su presencia, ella ya no se encontraba ahí. Y no había rastro de donde pudo haber ido – Ella era Gema – Reconocí su nombre como una de las compañeras de clases –Y posible novia- de mi hermano – Estaba buscando a su familia junto a mí, ¿Has visto a mamá y papá? ¿Y a Thomas?

-- Vamos a buscar a Thomas, mamá y David – Dije, cogiéndolo por la mano, aunque él se soltó rápidamente de mi agarre argumentando que no era un bebe y no debía tratarlo como uno. Lo que yo sabía perfectamente. Pero siempre me había sentido protectora respecto a mis hermanos menores. De cualquier forma, decidí que lo mejor sería evitar una discusión y mientras él se encontrar junto a mí o a mi vista, todo estaría bien – Thomas está bien. Él me ha llamado para que viniera aquí pero no lo he encontrado todavía.

-- ¿Te ha contado lo que ha sucedido aquí? – Diego preguntó, con el ceño fruncido. Estaba buscando entre las personas al igual que muchos otros chicos o adultos, desesperados por encontrar a sus padres, amigos o hijos para asegurarse de que estuvieran bien. A veces veía niños pequeños corriendo de un lugar a otro, destapando los rostros de los muertos que ya habían sido tapados con una sábana para comprobar su identidad. También los veía muchas veces, como se alejaban de los cuerpos sin vida con el alivio expresado en su rostro. Aunque no en todos los casos fue así.

-- No. Pero habrá tiempo para eso luego – Contesté. Si estoy segura de algo sobre Diego, es que en las situaciones difíciles puede sacar a la luz temas muy poco importantes o relevantes. Pero, generalmente, cuando la familia enfrentaba alguna disputa sus comentarios siempre bien recibidos como una ayuda en mejorar el ambiente y humor de los presentes. Pero en estos momentos, nada de lo que fuera capaz de decir fuera del contexto de encontrar a nuestra familia podría hacer que me sintiera mejor. Si hubiera tenido un poco más de valor en mi cuerpo y mi hermano no se encontrara junto a mí, también me hubiera acercado a los cadáveres. Sería una mentira negar que muchos de los niños de no más de diez años tuvieran mucha más valentía y coraje en sus pequeños cuerpos que yo. Y realmente, me alegraba mucho por ellos. Diego es bastante sensible, nunca había estado presente en ninguna muerte o cerca de cadáver. Cuando nuestra familia tenía que asistir a algún funeral, siempre encontraba una excusa para permanecer en casa. Nunca me había contado sus razones por las cuales evita estar cerca de muerte, pero me parecía suficiente que estuviera caminando en una casa llena de ese olor tan terrorífico para los seres humanos. Solo alguien realmente enfermo podría estar en un lugar así sin sentir ganas de salir corriendo y perderse del mundo por el tiempo necesario para olvidar las imágenes que una mente es capaz de atrapar.

Behind the glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora