Capítulo 31

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Era martes. Al abrir mis ojos por la mañana -Cuando a penas el sol se estaba asomando en la superficie y la oscuridad comenzaba a desaparecer-, y lo primero que atravesó mi mente fue incertidumbre, dudas y nerviosismo. Álex no había conseguido conseguir una reunión con sus tíos durante todos los días, pese a haber sido bastante insistente con ellos, siempre decían estar ocupados y no se veía nada de ellos durante horas. Martes. Era nuestro último plazo para salir de aquel lugar. Sabía que si no lograba concebir la reunión, de cualquier forma tendríamos que abandonar la manada.

Podía sentir cierta tensión en el aire. La mirada de Dodie cada día se hacía más calculadora y fría, parecía evaluar muchas cosas, y también había notado como discretamente a veces se acercaba a madres de niños pequeños y les murmuraba algo en voz baja. Muchas de aquellas personas no las volví a ver, por lo que tenía la sospecha de que estaba advirtiendo a las personas que definitivamente serían una víctima en caso de un ataque -Los niños-, para que salieran de la manada. Y sus madres lo llevaban haciendo durante varios días.

Y de la misma forma que yo había sido capaz de notarlo, comenzaba a creer que los tíos de Álex o el padre de Dodie, el Beta, también lo habían hecho y esa era la verdadera razón por la cual raramente se les veía en la manada. Probablemente intentaban averiguar que sucedería.

Álex estaba frustrado. Podía ver que se estaba esforzando por poder coincidir con ellos, pero estaban tan ausentes de la manada que se le estaba haciendo muy difícil. Llevaba dos días sin siquiera encontrarlos en un corredor en la casa o sentir el olor en el lugar que la mayoría de los miembros de la manada utiliza para correr. 

Yo me sentía completamente inútil. No podía hacer nada para ayudar, ya que estaba segura que si era yo quien pedía una reunión con los alphas se negarían inmediatamente. No podía poner en práctica nada de  mi plan hasta saber que tendríamos la seguridad  de estar con ellos, a solas. Así que había tenido que resignarme a esperar, lo que se me hacía muy difícil.

No había ido a ver a mi hermano a la celda desde el momento que lo encontré. Sabía que hacerlo sería tomar un riego innecesario, pero no podía evitar sentirme un poco culpable por dejarlo allí. Probablemente estaba pensando que el verme en aquel lugar no había sido más que producto de su imaginación, ¿Estaría más demacrado ahora? ¿Todavía confiaría en que le ayudaría? 

Tenía planeado comenzar a empacar nuestras cosas a penas terminara de comer. Pasara lo que pasara durante el día, tendríamos que salir de allí rápido. Si lograba envenenar a los alphas, no tendríamos demasiado tiempo para sacar a Diego de la celda antes de que alguien notara lo que sucedió con los líderes. Si no conseguía hacerlo, debíamos salir de cualquier forma de la manada durante la noche.

Durante el desayuno, fingir tranquilidad se me hizo una tarea casi imposible. Quería mirar a mi alrededor para saber si Dodie se reunía con alguien inocente en un rincón oscuro y si esa persona desaparecería el mismo día de la manada, también si los alphas aparecían durante el desayuno o Alexander llegaba con noticias. Lo que no sucedió hasta unas horas después del desayuno, cuando fue a buscarme a nuestro cuarto.

Para ese punto, yo ya tenía casi todas nuestras cosas empacadas, y para hacer más ligero el equipaje había decidido abandonar una buena parte de cosas en esa habitación. Alexander abrió la puerta y entró con una expresión de preocupación, no fui capaz de intentar calmarlo porque no me sentía muy diferente.

-- Conseguí una cena con ellos. Seis en punto, en un salón privado del tercer piso -- Dijo, luego pasó sus ojos en el equipaje y la habitación desordenada -- ¿Iremos a algún lado?

Asentí.

-- ¿Debo preocuparme por algo? 

-- No. Pero necesito que bebas algo ahora -- Saqué de un costado de la cama un vaso con una ración bastante alta del antídoto para el veneno. Según la información que tenía, sería efectivo durante doce horas, y solo faltaban dos para las ocho -- No preguntes. Y no vomites.

Behind the glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora