Capítulo 32

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-- ¿Qué? -- Mi vista se dirigió a los alphas de la manada. Estaban haciendo movimientos similares a los de Álex antes de recuperar la conciencia. Parecía que no faltaba más de unos segundos para que, al igual que él, despertaran -- No... -- Sentí como todo lo que había planeado se caía a pedazos. De todas las posibilidades que pensé en que todo saliera mal, esta jamás pasó por mi cabeza, ¿A caso ellos habían bebido la cura también? ¿Cómo sabían que podía intentar envenenarlos?

-- ¿Qué pasa, Karma?

Jamás he pensado tan a prisa. Si seguía mi plan original, no existía forma en que Álex o yo lográramos salir de la manada. Seríamos capturados y enviados a una celda oscura, fría y siniestra en el mejor de los casos. Y eso tampoco ayudaría a Diego. Ahora, no había forma que pudiéramos denunciar que nos habían robado a Diego, no después de haber intentado asesinar a los líderes de una manada. Me vi en un callejón sin salida: no había forma de salvar a mi mejor amigo, a mi hermano y a mí al mismo tiempo. 

-- Tenemos que irnos -- Dije. Levantándome de golpe. Sabía que no le harían daño a Diego, eso los metería en tantos problemas como lo que yo acababa de hacer nos provocarían a Álex y a mí -- Encontraremos otra forma de sacarlo. Pero debemos salir de esta manada.

-- ¿Voy por el equipaje?

-- ¡Olvida el equipaje! -- Exclamé. Las cosas que trajimos con nosotros de pronto dejaron de parecer importantes.

Hice que Álex corriera por los pasillos a la salida, donde nuestro vehículo estaba estacionado. No podíamos permitir que un solo alma se interrumpiera en nuestra huida, pues estaba segura que no pasaría más de un minuto para que los tíos de Alexander recuperaran la conciencia completamente, y una vez eso pasara, no pasarían más de unos segundos antes de que alguien fuera tras nosotros. El intento de homicidio es un crimen grave, demasiado, y los hombros lobos suelen hacer la justicia con sus propias manos, sin decretos, sin constitución, sin jurado. Definitivamente no podía dejar que ellos nos pillaran. 

Si creía que estaba alterada mientras esperaba que Álex despertara, había estado equivocado. En esos momentos sentí lo que era terror puro por primera vez en mi vida. Porque ahora no era solo mi vida lo que estaba en juego, ni tampoco la de mi mejor amigo y hermano, era la vida de una manada entera y su destino. Si nos atrapaban, definitivamente la manada que ellos tanto querían pasaría a su dominio. Supongo que la adrenalina en mi cuerpo estaba disparada, porque prácticamente volé a través de la escalera y el camino hasta la puerta principal estaba grabado en mi memoria de forma que en menos de dos minutos, Álex y yo estábamos atravesando la gran puerta principal de una enorme mansión y corriendo hasta donde había movido el vehículo, a la orilla de la carretera.

Dejé que Álex tomara las llaves y rápidamente me deslicé en el asiento de copiloto, y mientras mis manos temblaban incontrolablemente, abroché el cinturón de seguridad. Álex no tardó más que unos segundos en poner en marcha el motor y pisar a fondo el acelerador.

-- ¿Era veneno? -- Él preguntó -- ¿Ibas a envenenarlos, Karma?

-- Pensé que era la mejor opción, cada día habían más guardias en los bosques, cada vez ellos parecían estar más atentos a su ambiente... había tanto sufrimiento en sus manos, no podía simplemente sacar a Diego y dejar que todo el mundo siguiera en la misma situación.

-- ¿Dónde está tu hermano? 

-- En la cárcel 11 -- Suspiré. Ahora era el momento de decir a Álex todas las cosas que no había podido decir estando dentro de la manada, y también aquellas que no había querido compartir. Hablé sobre el momento en el que le pedí a Leo que me diera un veneno, antes de salir de la manada, de como había sido casi descubierta por guardias -probablemente humanos- mientras buscaba las celdas y de el extraño mensaje de texto que me había hecho saltar mi itinerario altamente controlado para ir a aquella cárcel, en la que si se encontraba mi hermano. Luego le hablé de como había contactado a Dodie y lo que ella había hecho por mí, para conseguir el veneno. De la advertencia que me había hecho. Y de como había observado que una gran cantidad de niños pequeños con sus padres habían comenzado a desaparecer de la manada durante esos días.

Behind the glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora