Capítulo 30

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Cuando bajé a desayunar, Dodie me estaba esperando en la escalera. Me sonrió con un poco de timidez. Recordé la primera vez que le hablé, cuando su actitud era hostil y poco agradable, parecía ser una persona completamente diferente en esos momentos. Mientras me acercaba, me sentí dentro de una escena en la que se está traficando drogas o armas, donde el intercambio será llevado a cabo en un lugar público.

Una vez estuve junto a ella, le entregué un papel doblado a la mitad con el nombre del antídoto, su descripción en olor y color, y la cantidad que debía traerme. Había dos posibilidades: podía estar en forma de pastilla o como un bebestible. En el primer caso, no había sido muy difícil calcular la dosis adecuada para Álex y para mí. Pero en cambio, en bebestible, me había demorado casi una hora en tener un cálculo certero y ni siquiera estaba segura de haberlo hecho bien. De cualquier forma, me había arriesgado a pedirle la mayor cantidad posible que contenga tres dosis, en caso de que hubiera un problema ya sea en los cálculos o en lo que ella tuviera para mí.

-- Te lo traeré en unas horas -- Dijo Dodie, despidiéndose con un gesto. Luego, sin molestarse en dar una sola mirada atrás,  se dirigió a la puerta principal y salió de la enorme casa. No podía hacer demasiado hasta que ella regresara con mi pedido, lo que no significaba que pudiera relajarme por un solo segundo. Mi  cuerpo se había acostumbrado al ejercicio duro, correr en un entorno poco amigable con una alta posibilidad de resultar herida, por lo que sabía que no me sentiría cómoda hasta hacer un poco de aquello, solo que no me arriesgaría a acercarme a cualquier cárcel. 

Corrí hasta sentir que mis músculos ardían, que mis pulmones explotarían y que mi corazón se saldría de mi pecho. Pero sentirme exhausta, en aquellos momentos, me resultaba gratificante. Una vez regresé a la enorme casa, lo único que quería era tomar una ducha. Cuando salí, la hora del almuerzo había pasado ya, y sin tener humor suficiente para cocinarme algo de comer, decidí esperar a la siguiente comida, durante la cual también me encontraría con Dodie si todo salía bien.

Entonces, una vez estuve cansada y limpia, me permití por primera vez en el día pensar en todo lo que podría salir mal. Dodie me ayudaría, pero me pareció un poco peligroso la cantidad de rencor contra sus familiares que había en su diminuto cuerpo. Además, una vez pudiera contarle todo a Álex -después de que pusiera en marcha mi plan-, tendría que admitir que le había prometido un lugar en su manada. Solo esperaba que no se tomara a mal no haberle consultado primero. Y luego estaban los cinco días que ella había mencionado, ¿Qué sucedería luego? ¿Por qué me había recomendado salir de allí? Sabía que los alphas tienen muchos enemigos, y la única teoría que había logrado formular para mi misma era que estaba ayudando a alguien más que atacaría en esa fecha, y probablemente no sería una lucha pacífica. La única forma de vences a un alpha, es hacer un ataque sorpresa y jugar sucio. Y muchas personas estaban dispuestas a hacerlo.

A medida que las horas, los minutos y segundos pasaban, acercándome cada vez más al momento de cenar, comencé a sentirme de nuevo inquieta, sentimiento que se volvía más y más fuerte. Fui una de las primeras personas en entrar a la cocina y conseguir un plato, debía admitir que para ese punto, estaba completamente hambrienta. Luego, me encaminé a la escalera -estaba segura que Dodie me buscaría allí también- y esperé. No me sentí capaz de probar un solo bocado de mi comida, tenía el alma en un hilo.

Entonces, ella llegó. Tenía una sonrisa casual y su cuerpo estaba relajado, si alguien la hubiera visto ir así por cualquier lado, jamás hubiera sospechado de Dodie. Tenía una apariencia inocente y pura. Una vez estuvo junto a mí, me entregó una botella de coca-cola, pero en el interior de esta, la sustancia que pese a ser oscura, no era una bebida gaseosa.

-- Es lo que me pediste -- Ella dijo, pareciendo muy satisfecha consigo misma -- Es suficiente para cuatro personas.

-- Gracias -- Dije. Dodie me guiñó un ojo y luego desapareció en las escaleras. Yo llevé mi bandeja de comida con el antídoto a mi habitación. Debía probar que fuera efectivo. Tomé el frasco de veneno que me dio Leo, antes de marcharme de su oficina y dejé car varias gotas de este en un vaso con jugo. Luego tomé la botella con antídoto. Si sobrevivía a la prueba, estaría casi todo solucionado para recuperar a mi hermano y salir de este lugar. Dejé un poco más de la dosis mínima en un recipiente, y con el corazón latiéndome mas rápido que nunca, tragué el líquido negro de sabor asqueroso. Tuve que contener el vómito. El sabor del antídoto era horrible, nunca había comido algo peor. Una vez me aseguré que permanecería dentro de mi cuerpo, bebí el veneno, recordé lo que leo había dicho cuando me lo dio, "con unas gotas es suficiente".

Behind the glassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora